Las abuelas han hecho de Canarias un enclave geoestratégico de futuro

Un lugar próspero, abundante en recursos, una potencia militar y una sociedad casi perfecta que se pierde en la bruma de la historia. Así fue, si existió alguna vez, la Atlántida, una isla mítica que sobrevivió hasta nuestros días a través de Platón y que algunos han querido ver en las islas Canarias.

Tenerife, La Palma, La Gomera, El Hierro, Lanzarote, Gran Canaria y Fuerteventura. Quien más y quien menos se sabe los nombres de las islas principales. También habrá quien conozca algunas de las islas del archipiélago Chinijo, como La Graciosa, o el islote de Lobos. Sin embargo, pocos han oído hablar de Echo, Tropic, Drago, Bimbache o Malpaso. Pero eso va a cambiar pronto.

Son las Abuelas de Canarias, un total de 13 montes submarinos que se formaron millones de años antes que las actuales islas, pero son parte de la misma dinámica volcánica. Algunos, como Tropic, pudieron incluso haber sido islas, hoy sumergidas por el enfriamiento de la corteza terrestre. Pero no son la Atlántida, no. Son más bien la Isla del Tesoro. Y es que los minerales que las forman darán mucho que hablar en el futuro.

El proyecto Exarcan

La existencia de montes submarinos cerca del archipiélago canario no era desconocida, pero no fue hasta 2011 cuando su posición y sus características fueron bien documentadas por el Instituto Oceanográfico Español (IOE). El proyecto Exarcan (Extensión de la Plataforma Continental de Canarias) perseguía precisamente eso: estudiar la extensión real de la plataforma canaria.

El objetivo principal de este proyecto era documentar la demanda presentada ante Naciones Unidas para que se reconozca la soberanía española sobre una gran extensión de suelo Atlántico, situada entre las 200 y las 350 millas al suroeste de Canarias, con el argumento de que esos fondos forman parte de la plataforma de las islas.

Sin embargo, tras una primera campaña de reconocimiento, la segunda campaña, denominada Drago 0511, perseguía ya objetivos geológicos algo más concretos. Se habían detectado yacimientos de minerales raros y había que estudiar en profundidad de qué se trataba exactamente.

Así, a bordo del buque oceanográfico Miguel Oliver, se embarcaron en noviembre de 2011 miembros del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Las primeras señales eran buenas: las Abuelas de Canarias escondían importantes reservas de telurio, cobalto, vanadio, níquel o itrio. Metales poco conocidos, raros, pero de gran valor para industrias como la de las energías renovables. Metales que la propia Unión Europea ha catalogado como recursos estratégicos de futuro.

De vuelta a la Atlántida

Hace algo más de medio año, partía del puerto de Santa Cruz de Tenerife una campaña internacional con rumbo al monte Tropic, uno de los más antiguos y de los que pudo haber formado una isla hace muchos años, cuando los dinosaurios todavía dominaban la Tierra.

A bordo del buque de investigación James Cook, científicos del IGME estaban acompañados por miembros del Centro Oceanográfico Nacional del Reino Unido (NOC), el Servicio Geológico del Reino Unido (BGS), la Universidad de Southampton y la Universidad de Sao Paulo. El proyecto del que forma parte la campaña, denominado Marine E-tech, ya no dejaba lugar a duda. Había que saber qué minerales había, en qué cantidad se encontraban y cómo se podían explotar.

El resultado ha hecho que varios países se froten las manos. Casi un 1.5% de la costra ferromanganésica de Tropic es cobre, cobalto, níquel, vanadio, molibdeno, telurio y wolframio. Puede no parecer demasiado, pero son concentraciones hasta 350 veces superiores a lo habitual en la corteza terrestre. La gran extensión del yacimiento hace que se esté hablando, por ejemplo, de hasta 2.600 toneladas de telurio.

A través del artículo Elementos raros y estratégicos en las costras de ferromanganeso ricas en cobalto del Cretácico-Cenozoico de los montes sumergidos de la provincia submarina de Canarias (Marino, González, Somoza y otros), publicado en Ore Geology Reviews, se señala que el hallazgo “convierte a las costras de ferromanganeso en una fuente potencial de metales utilizados en industrias emergentes de alta tecnología, con aplicaciones también en energías renovables”.

Un recurso geoestratégico de gran importancia, dado que el telurio se utiliza en la construcción de placas solares, en gran multitud de chips como semiconductor o, incluso, en algunos tipos de DVD regrabables.

Empieza “la guerra”

Todo esto quedaría en un hallazgo científico más, de esos de los que la mayoría ni nos enteramos, si no fuese por su importancia económica. Hace menos de un mes, el NOC británico decidía anunciar los descubrimientos por todo lo alto a través de la BBC. En un vídeo bastante viral en Reino Unido, se implicaba directamente la necesidad de explotación minera del yacimiento.

“En el año 2050, habrá 9.000 millones de personas sobre la Tierra y su atención se centrará en los océanos, sobre todo en sus profundidades, en busca de comida, fuentes limpias de energía y minerales estratégicos”, explica Edward Hill, director ejecutivo del NOC. “Esta investigación busca fundamentar con evidencias científicas las decisiones que vamos a tener que tomar en el futuro”.

Decisiones sobre la mesa de un futuro cercano. Decisiones que afectan un territorio sobre el que España reclama soberanía pero que, de momento, sigue en aguas internacionales. El debate está servido, no solo a nivel geoestratégico, sino medioambiental.

“Si el mundo va a apostar por las energías renovables, quizá necesitemos empezar a extraer este tipo de minerales de las profundidades del océano”, señala el periodista científico de la BBC, David Shukman. Mito o no, la Atlántida esconde un regalo complicado: un tesoro de telurio que podría convertir el paraíso canario en el primer gran complejo minero submarino del planeta.

Imágenes | iStock, IEO, NASA

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