Espejos inteligentes y modelos en 3D de nuestro cuerpo: así será el probador del futuro

Durante las últimas semanas hemos analizado el papel de la tecnología en el desarrollo de nuevas tendencias. Una influencia que abarca diferentes ámbitos y que incluso se ha colado en el de la moda, donde diseñadores y desarrolladores no lo han dudado a la hora de unirse y dar lugar a tejidos smart, chaquetas que se cargan con energía solar y un largo etcétera que determinará la ropa del futuro.

Sin embargo, este campo resulta más amplio. Nos estamos refiriendo a un aspecto mucho más cercano al proceso de adquisición de las prendas, es decir, a los probadores. Sí, porque esos pequeños cubículos con cortinas están a punto de pasar a la historia. ¿Cómo? De la mano de espejos inteligentes y hasta modelos en 3D de nuestro cuerpo.

Los primeros pasos

Una de las precursoras en este ámbito fue la firma Macy’s, que ya en 2010 presentó su Magic Fitting Room o “probador mágico”. Un lugar en el que los usuarios no tenían que probarse ropa para saber cómo les quedaría y que contaba con una pantalla espejo de 72 pulgadas que permitía superponer prendas al cuerpo. El giro de la ropa era manual, pero merecía la pena.

En aquel mismo momento, Fits.me tanteaba el terreno con otra propuesta distinta: un maniquí robótico que pretendía ayudarnos a encontrar la prenda perfecta, que mejor se adapte a nosotros. Un androide que, tras introducir nuestra medidas (altura, pecho, longitud del brazo, torso y demás), se transforma para crear una copia física de nuestro cuerpo, creciendo o menguando en función de los datos.

Probadores virtuales para “no probarse”

Sin embargo, fue la idea de Macy’s la que caló, hasta tal punto de que en el mercado encontramos propuestas de lo más variadas a cargo de múltiples marcas. Es el caso de Toshiba que, en el CES de 2015, presentó un probador de realidad aumentada que identifica nuestra imagen frente al espejo y superpone las prendas disponibles. Y aunque seguía contando con problemas a la hora de girarse o detectar a personas más gruesas, lo cierto es que la idea no tardó en ser adoptada por otra compañías.

A mediados de ese mismo año, Samsung Display, subsidiaria de la surcoreana dio a conocer una pantalla OLED que seguía esta misma línea: Mirror Display. Un gadget capaz de convertirse en un espejo, identificar gestos faciales, distinguir distancias, medidas y contornos que emplea las cámaras de profundidad Real Sense de Intel.

El Memory Mirror, por su parte, nos deja tratar digitalmente las prendas que nos hemos probado, modificando el color, añadiendo opciones disponibles, etcétera. La misma firma tiene su propio sistema para accesorios y complementos concretos como gafas y sombreros, y hasta una para maquillaje.

Etiquetas RFID

Las tecnología RFID (radiofrecuencia) es otro de los sistemas empleados en este sector. En concreto, se aplica a las etiquetas que permiten al probador identificar de forma automática los objetos que el cliente introduce él. Un hecho que, al mismo tiempo, ofrece a las marcas la posibilidad de incluir sugerencias de complementos, colores y demás.

Para que nos entendamos, funcionan de forma similar a los códigos de barras, solo que contienen más información, como el estilo, el tamaño y tono. Kohl, por ejemplo, es una de las que está probando con ellas para reconocer los artículos. Asimismo, el hecho de captarlos también brinda una capa extra de seguridad para los negocios, permite evitar robos y similares.

Modelos en 3D de nuestro cuerpo


Otras compañías, por su parte, tratan de ir más allá de lo físico, es decir, de evitarle al cliente el hecho de desplazarse de casa. Se centran en desarrollar tecnologías que le permitan probarse la ropa sin salir de su domicilio, online. Un extra para e-commerce que, de momento, se enfoca a la creación de sistemas capaces de crear modelos en tres dimensiones de nuestro cuerpo.

Porque, ¿qué ocurriría si siempre pudiéramos acceder a un alter ego virtual en la nube? Desde luego, sería cómodo. Para lograrlo, algunos almacenes de Estados Unidos y Europa están empezando a implantar la tecnología Kinect de Microsoft. My Virtual Model-shopping online es una herramienta que también sirve para tal fin. Aquí es el usuario el que sube una fotografía de su cara, e introduce los datos relacionados con su peso, estructura, color de ojos y demás.

Más allá de la ropa: otros productos

Más allá de la ropa, también cabe referirse a otros productos que la tecnología permite “probarnos” desde hace tiempo. Las apps de maquillaje fueron pioneras en este ámbito. Nos estamos refiriendo a aquellas que nos brindan la oportunidad de pintarnos sin necesidad de hacerlo físicamente, es decir, ahorrándonos desde el proceso que abarca desde delinear los ojos y esparcir el colorete, hasta el de lavarse la cara para despintarse.

En este punto y más allá de las herramientas generalistas, destacamos las que ofrecen algunas marcas de cosmética como Rimmel y L’Oreal, entre otras. La primera cuenta con Makeup Genius, un simulador virtual de maquillaje que nos deja conocer cuál será el resultado de la aplicar barras de labios, liners, sombras de ojos y demás de la firma sobre nuestro rostro.

Una utilidad compatible con Android e iOS que funciona gracias a la tecnología de reconocimiento facial. Basta con hacerse una fotografía (que calibra la cara) y seleccionar aquellos que sean de nuestro agrado. El asistente de Rimmel resulta similar, aunque se trata de una herramienta online un tanto más limitada. Aquí lo que debemos hacer es subir una fotografía y seleccionar el producto en cuestión para ver el resultado. Ahora bien, viene con recomendaciones según las distintas facciones.

Otros casos

Directamente relacionado con el punto anterior, no podemos dejar de hablar de otro espejo que merece su propio apartado y que Panasonic presentó este mismo octubre en el marco del CEATEC de Japón. Se trata de uno también interactivo que pretende “revolucionar la experiencia de maquillarse”. Lo curioso es su particular modo de hacerlo: evidenciando los “defectos” de nuestro rostro.

Algo que llama la atención y plantea ciertas dudas éticas -en especial sobre qué es exactamente lo que considera imperfecciones, según qué cánones y un largo etcétera que no deja de chirriar-. En todo caso, lo que hace es llevar a cabo una captura de nuestra cara y analizar aspectos como los daños provocados por el sol, los pros de gran tamaño y las arrugas para, acto seguido, ayudarte a corregirlos.

¿Cómo? Enviando los datos a una impresora de maquillaje en 3D que genera la mezcla de maquillaje ideal para disimular y cubrir estos defectos. Lo que hace es pulverizarlo sobre una especie de hoja que debe mojarse antes de colocarse directamente sobre la cara. Una especie de “tatuaje” temporal de larga durabilidad que, sin embargo y según los expertos, no resulta demasiado fácil de aplicar. Además y según los expertos, tarda bastante tiempo en secarse.

La firma hizo una propuesta similar ya en el CES de 2015, aunque en aquella ocasión no llevaba esta impresora incluida. Sí permitía ver cómo nos quedaría la barba, modificar el corte de pelo y demás. No obstante y respecto al maquillaje, se trataba de recomendaciones y simulaciones y, en ningún caso, de algo físico que pudiéramos aplicar sobre la piel directamente.


Paralelamente, este último año, hemos visto otro espejo inteligente que va más allá de probarse la ropa. Se trata del proyecto de un ingeniero llamado Ryan Newin; un espejo con superficie táctil que va más allá de la función original, excediendo el ámbito de la imagen y el acicalamiento para incluir prestaciones que le permiten mostrar diferentes tipos de información, controlar aplicaciones Android y similares.

Otro que sigue esta línea es el de Max Braun, un ingeniero de software de Google que dio a conocer el suyo hace poco menos de un año. Un espejo con pantalla integrada y Android que muestra notificaciones, la hora, temperatura ambiental, titulares de noticias y más. Todo con una tipografía en blanco muy visual. El desarrollador está trabajando para añadir información sobre el tráfico, la agenda, recomendaciones y un micrófono para hacer poder incluir comandos por voz.

Una experiencia de compra personalizada y ¿adiós a los dependientes?

Analizado el contexto, podemos observar cómo la personalización de la experiencia de compra se postula como uno de los grandes objetivos. Y no es de extrañar, sobre todo si tenemos en cuenta que hasta el comercio electrónico se encuentra diseñado de tal modo (por ejemplo, compramos una chaqueta, y el sistema nos sugiere prendas similares o que combinan con ella).

Algunos negocios, incluso, ofrecen esta diferenciación de la mano de sugerencias y promociones que le van llegando al cliente a través de Bluetooth. Curiosamente, sin embargo, esta personalización de la experiencia lleva implícita una deshumanización. Es decir, ¿sería posible que la asistencia por parte de probadores cada vez más inteligentes acabe terminando con la figura del dependiente?

La duda se hace más patente si tenemos en cuenta iniciativas como la de Rebecca Minkoff y eBay que, a finales de 2014, abrieron su primera tienda interactiva en Nueva York. En ella, además de asociar las ventas a los números de teléfono de los clientes, incluyeron probadores inteligentes con información sobre colores y tallas disponibles. Incluso se pueden modificar los ajustes de iluminación.

Zara hizo algo parecido al año siguiente, cuando instaló en los probadores de una de sus tiendas en San Sebastián, unas pantallas táctiles que escaneaban la ropa del cliente y le permitían solicitar otra prenda, en otro tono y demás. Los iPads de los probadores de Bloomingdale funcionan igual.

El uso de estos espejos inteligentes, para acabar, podría también llegar a suponer una ventaja para aquellas personas insatisfechas con su imagen personal. Unos complejos que Rewind trata de paliar de la mano de un i-mirror de motivación que ofrece felicitaciones personalizadas a los clientes de Ikea.

Imágenes | iStock: megaflopp, y ariwasabi

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