Las 8 tendencias tecnológicas para 2017 de las que todo el mundo habla

El próximo año veremos sobre todo cómo la industria tecnológica se las apaña para seguir llevando las capacidades de aprendizaje y respuesta del ser humano a los sistemas y a las máquinas, desde apps y asistentes virtuales, a coches que se preparan para conducir por su cuenta o robots que reaccionan en función del humor de su dueño. En 2017 también se verán muchos avances en impresión en tres dimensiones o realidad virtual, y la ciudad inteligente volverá a centrar la atención de tecnólogos, urbanistas y gestores públicos.

Inteligencia artificial

Para la consultora estadounidense Gartner, la inteligencia artificial será una de las grandes tendencias tecnológicas en el 2017. Los analistas de Gartner están convencidos de que en diez años cualquier app incorporará inteligencia artificial.

Compañías como IBM o Google la han puesto en el centro de su estrategia. El objetivo de los tecnólogos es que los sistemas dejen de responder a los algoritmos con que fueron programados y que, como los humanos, operen autónomamente, aprendiendo sobre la marcha de las circunstancias cambiantes. Coches que conducen solos o asistentes personales como Siri, Cortana y lo que está por llegar, serán algunos de sus beneficiarios. También hablamos de robots que cambian de comportamiento en función del cansancio que detectan en su dueño o de la cadencia de sus palabras, o de ordenadores capaces de detectar el nivel de estrés de un trabajador por la cantidad de errores que comete al escribir o por la presión que imprime a las teclas de su teclado.

Asistentes virtuales

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Aunque han avanzado mucho en los últimos tiempos, se puede decir que estamos al comienzo. Empezar el día consultando el tiempo o el tráfico con Siri o Cortana podría ser una menudencia en el plazo de unos años. La idea es que los asistentes personales que hoy tenemos en teléfonos, tabletas y ordenadores sean proactivos y nos adelanten la información que nos hace falta o nos propongan cosas que nos pueden interesar a la luz de nuestras preferencias. Además, gracias al Internet de las cosas, nuestros asistentes se convertirán en gestores de todos los dispositivos del hogar inteligente (nevera, calefacción, puertas, sistema de seguridad…). No es probable que acabemos enamorándonos de la voz de nuestro móvil, como le pasaba al protagonista de la película Her, pero casi con toda seguridad haremos muy buenas migas con nuestra asistente virtual.

Realidad virtual

Desde los años 90, el mundo de la tecnología lidia con esta idea. Second Life, la primera gran red social, un mundo virtual donde uno podía interactuar a través de un avatar, fue una primera aproximación. Ahora, el empuje llega desde otra red social, Facebook, cuyo creador, Mark Zuckerberg, está empeñado en popularizar el concepto. En 2014, Facebook compró por 2.000 millones de dólares un especialista en realidad virtual como Oculus Rift. Y hoy, con un «casco» de medio kilo en la cabeza al que se acopla como procesador y motor gráfico el propio móvil, un usuario puede situarse en el centro de la batalla de un videojuego, en el escenario de una película o en una sala de reuniones situada a varios de miles de kilómetros de distancia. De hecho, se espera que el próximo año salgan aplicaciones interesantes para llevar la realidad virtual al mundo de la empresa. Samsung ha hecho su apuesta con el Gear VR, mientras que HTC también marca tendencia con sus gafas Vive. Pero no son, ni mucho menos, los únicos, como la propia Orange con sus VR1.

Robots

raspberry_pi_robot

Algunos los han demonizado porque dicen que acabarán con muchos puestos de trabajo. En industrias como la de automoción, se llevan usando muchos años. Y en otros ámbitos, como el sanitario, podrán salvar vidas porque dan al cirujano la posibilidad de operar cuando no esté presente. En cualquier caso, la tendencia es imparable, y ya Amazon los usa en sus almacenes, e Inditex, la matriz de Zara, estudia ponerlos en sus centros de logística.

En Japón hacen trabajos de cortesía en las empresas. Hay quien le quita hierro al asunto de la competencia laboral que suponen los robots y dice que no se trata tanto de que vayan a traer el fin del trabajo, sino más bien el fin del trabajo físico. En fin, se abre un debate interminable mientras que los nietos de C-3PO van camino de convertirse en habituales de nuestra vida cotidiana.  

Smart cities (éticas)

Smart City BCN

La ciudad inteligente también ha sido uno de los mantras del mundo tecnológico en los últimos años. Una prueba de que las smart cities tienen detrás una industria poderosa la tuvimos hace unas semanas en Barcelona. En la capital catalana se celebró el Smart City Expo World Congress, con asistencia de representantes de 600 capitales de todo el mundo y casi igual número de fabricantes de tecnología para la recogida y procesamiento de datos en las urbes.

De lo visto en Barcelona, se puede concluir que la gran cuestión sigue siendo la misma: cómo la informática y las comunicaciones ayudan a gestionar mejor la entropía y el caos que de por sí genera una ciudad. Aunque ahora el énfasis está en lo ético. En Barcelona se habló mucho de dotar a las ciudades de herramientas para combatir el cambio climático gracias a una racionalización del tráfico y una reducción de las emisiones de gases a la atmósfera, o también de gestionar el consumo de agua, un bien escaso en tantos sitios. Eso sí, en muchos países, y especialmente en España, todas estas iniciativas quedan pendientes de los presupuestos públicos y del interés de la financiación privada.  

Conectividad por doquier

aquila

Hoy casi el 50% de la población mundial está enganchada a Internet, pero la idea es que en el medio plazo, la gran mayoría de los seres humanos que habitan este planeta accedan a la Red. La cuestión es cómo lograrlo sin que se disparen los costes, teniendo en cuenta además que gran parte de los nuevos usuarios viven en zonas carentes de las infraestructuras mínimas de telecomunicaciones.

Para ello, compañías como Google o Facebook investigan y hacen pruebas con globos aerostáticos o drones gigantescos. Un ejemplo de esto último es Aquila, un avión solar muy del gusto de Mark Zuckerberg y que hizo su primer vuelo este verano. Se trata de un aparato que tiene unas alas de la longitud de las de un Boeing 737, pero que, al estar hecho en fibra de carbono, sólo pesa la tercera parte que un coche eléctrico, y, sorprendentemente, ¡¡sólo consume cuando está en pleno vuelo lo que tres secadores del pelo!! Todo indica que, cuando esté operativo, Aquila será capaz de dar conexión a amplias zonas desde 60.000 pies de altura y comunicando a través de láser con estaciones situadas en tierra.

La impresión 3D

Es una de las tecnologías con más futuro. Según un estudio reciente de EY (antes Ernst & Young), el negocio alrededor de la impresión en tres dimensiones crecerá a una media anual del 25% hasta 2020. Hablamos pues de un mercado que moverá más de 12.000 millones de dólares cada ejercicio. Para algunos, la impresión 3D hace realidad la teletransportación que tantas veces nos han contado en las películas de ciencia-ficción.

Pero, poniendo los pies en la tierra, lo que es verdad es que este tipo de impresión de objetos que se logra fundiendo filamentos de plástico o incluso de fibra de carbono, ha cambiado para siempre la producción de modelos y de piezas en sectores como la ingeniería, la automoción o la industria aeroespacial. De hecho, hoy miles de componentes de los aviones en los que volamos están producidas por estas impresoras. No es probable que en el corto y medio plazo veamos impresoras 3D en todos los hogares, pero sí empieza a haber copisterías y tiendas de reprografía en los barrios que nos pueden materializar un diseño casero en tres dimensiones.  

Coche autónomo

coche autonomo

No lo veremos en 2017, pero la industria de la automoción y las firmas de tecnología seguirán experimentando con este concepto durante el próximo año. Los más optimistas dicen que el coche que se conduce solo, una mezcla al día de hoy algo burda de tecnologías de láser, radar, GPS o visión computerizada, será una realidad en 2021, que es cuando algunos fabricantes han anunciado sus primeros modelos.

Por el momento, los experimentos se reducen a pruebas muy controladas de varios cientos de kilómetros. En la parrilla de salida hay firmas eminentemente tecnológicas como Google, y fabricantes clásicos de coches, como Mercedes, Ford, BMW o Volvo, o proveedores de componentes como Bosch o Delphi. También hay quien dice que para 2025 casi todos los coches que se pongan en el mercado tendrán un botón de autoguiado, aunque eso es mucho decir. Eso sí, antes habrá que resolver muchas cuestiones relativas a la seguridad vial y a la aplicación de los seguros relacionados con la conducción.

Y no van a ser tan protagonistas en 2017

El grafeno

Fue descubierto en 2004 por unos investigadores de Manchester y desde el primer momento muchos han visto este material -en realidad una capa de átomos de carbono enlazados de forma hexagonal- como la próxima revolución de la informática y la computación. Si todo va conforme a lo planeado, el grafeno jubilará al silicio, que lleva medio siglo gobernando los ordenadores y servidores de todo el mundo, y que también procesa la información de nuestros teléfonos móviles. El problema de este material, que conduce admirablemente la electricidad, es que no se ha dado todavía con una forma de producirlo masivamente.

La batería definitiva

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En 2017 seguiremos buscando como locos un enchufe para conectar el móvil, la tablet o el portátil. Por el momento, no hay nadie que produzca de forma efectiva baterías que reemplacen a las tradicionales de iones de litio (o Li-Ion). Las baterías, como ha mostrado el fiasco del Galaxy Note 7, de Samsung, siguen siendo el gran punto débil de los dispositivos móviles, y no hay soluciones a la vista. Mientras tanto, las baterías de hidrógeno, que han interesado a Apple o Toshiba, siguen sin ver la luz comercial.

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