«Un día te va a pasar algo con el móvil», nos advierten Moby y mamá

Una persona pasea por la calle mirando su teléfono móvil y de repente se encuentra sentada sobre la acera, aturdida por el golpe contra una farola, y sin tener del todo claro cómo ha llegado al suelo. Eso sí, sin soltar el teléfono móvil.

Incluso agarra con fuerza al causante de su colisión, no vaya a ser que lo pierda. Toda su vida, desde sus relaciones personales al trabajo, pasa por ese terminal. Gracias al smartphone esa persona está conectada al mundo, pero se ha aislado lo suficiente como para golpearse contra un objeto fijo. ¿Es, por tanto, peligroso el smartphone? El músico Moby parece que lo tiene claro en una de sus últimas canciones, pero..

¿El smartphone nos aísla o nos ayuda a relacionarnos?

Chocarse con un señal de tráfico o una farola no es lo peor que nos puede pasar si vamos pendientes de la pantalla del teléfono móvil. Se han dado casos de atropellos por gente que ni siquiera es consciente de que está en la calzada, e incluso de personas que se han visto expuestas a la muerte pocos segundos después de hacerse un selfie y que han abierto foros completos sobre la temática.

Este concepto de «cualquier día te va a pasar algo», cuyo origen se atribuye a todas las madres del mundo, viene explicado a la perfección en el videoclip de Moby. En él podemos ver a personas aisladas dentro de su terminal. Personas que curiosamente tienen la intención de relacionarse con otros gracias a la tecnología y que han obtenido lo contrario.

¿Tecnología buena frente a tecnología mala?

El riesgo de sufrir una colisión contra el mobiliario urbano es similar tanto para un móvil como para un libro. Ambos distraen de un modo parecido. Todos tenemos en la memoria la escena de Disney en que Bella camina absorta con un libro en la mano, y sin embargo no se escuchan voces de alarma sobre el abuso de la lectura más allá de «en las nubes siempre está» durante la canción.

Aunque no solo de golpes involuntarios hablaba Moby. También señalaba el autoengaño en las redes sociales, una alta pasividad de los usuarios e incluso mofas colectivas similares al bullying. En el capítulo Nosedive de Black Mirror podemos ver todos ellos en una sociedad totalmente autoengañada gracias a una aplicación mediante la que se vota a las personas.

Pero esto no quiere decir que la tecnología sea buena o mala, sino si sabemos o no sabemos usarla bien. Según el doctor Jesús de Gándara, depende del uso que hagamos de ella lo que la cataloga como buena o mala. De hecho, ha creado los términos cibernícolas para aquellos que saben usar la tecnología y ticópatas para los que la usan mal.

Los problemas no son tecnológicos, sino educativos

La mayoría de los problemas que genera la tecnología que usamos en el día a día están asociados al uso de la misma, pero tienen de base otro más importante: la educación. Un punto en el que artistas como Steve Cutts no se muestran muy optimistas, como demuestra su obra deshumanizada en la que se ve a la humanidad atrapada por el mal uso tecnológico.

Pensemos que el mismo terminal con el que algunos alumnos acosan a un compañero de clase es similar a aquél con el que millones de alumnos aprenden en todo el globo, o con el que Emma Yang programó una app para su abuela con Alzheimer. El problema, por tanto, no parece estar en que los más pequeños tengan un teléfono al alcance de la mano, sino al uso que le den al mismo.

Hace unas décadas, cuando el más bruto del colegio (el clásico abusón de toda la vida) empujaba a alguien en el patio o le hacía la vida imposible a una persona en el comedor, tan solo un pequeño círculo de compañeros le reía la gracia y le animaba a seguir. Cortar este comportamiento resultaba relativamente sencillo con algún escarmiento. La diferencia con los tiempos modernos es que ahora el matón ha convertido su vandalismo en un consumible audiovisual. Ahora tiene más público. Y sin embargo el problema de base es el mismo: ese niño no está educado, y se comporta de un modo poco o nada cívico debido a ello. No es el teléfono el que le ha convertido en un abusón.

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Otro problema social extendido (y con base educativa) es el autoengaño que sufrimos en las redes sociales, ¡a manos de nosotros mismos! No pocas personas viven en un mundo en el que tienen que vender constantemente su maravillosa vida. Un mundo en el que han de salir perfectos, sonrientes y felices en todas sus fotos para que la gente sepa que son perfectos, sonrientes y felices en todo momento. Algo que genera una brecha entre la realidad y la ficción que tratan de vender por las redes sociales. Sin embargo, nuestra vida será la misma tanto si aplicamos un filtro u otro, o si elevamos los niveles de color RGB o la luminosidad.

La denuncia de la desconexión con la que arrancábamos el artículo es frecuente en los medios de comunicación, y en el vídeo de Moby se veían hordas enteras de smombies (gente con smartphone que caminan como Zombies) absortos en su pantalla. Pero hay que resaltar que aunque parecen desconectados, estas mismas personas son las mismas creadoras de contenido, lectoras y escritoras, administradoras de foros de debate, o personas que se informan sobre los problemas de su ciudad y que tratan de resolverlos mientras caminan o aman (Love).

En Nobbot | ¿Quién se atreve a no utilizar el móvil durante un día?

Imágenes | Toronto Eaters, JJ Thompson

Una respuesta a “«Un día te va a pasar algo con el móvil», nos advierten Moby y mamá

  1. Nos desconectamos de la realidad y nos metemos virtualmente al mundo exterior, dejando de lado los valores de la convivencia con los que nos rodean.

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