Love is in the net: el amor en los tiempos de la Web 3.0

Durante los últimos años, la tecnología ha revolucionado nuestra forma de comunicarnos, con la ayuda de cientos de dispositivos en constante evolución. Una realidad y unos cambios que también han afectado a áreas tan íntimas como las relaciones de pareja, así que, hemos decidido pararnos y ver cómo ha variado.

¿En qué consisten exactamente estos cambios?¿Han influido negativamente?¿Cuáles son las propuestas más innovadoras? Respondemos a estas y otras preguntas a continuación, donde realizamos un recorrido por el amor en los tiempos de la Web 3.0.

Las redes de contactos, un lugar donde enamorarse

Empezaremos por algo muy básico, es decir, por el lugar en el que conocemos a nuestra potencial amado. Y es que, si bien no las han sustituido, los lugares públicos, las discotecas y bares han dado paso a las redes de contacto específicas para encontrar pareja o, sencillamente, ligar.

Una situación que no nos extraña si tenemos en cuenta la meticulosidad de algunos de los portales más populares. Es el caso de Meetic, una comunidad de pago cuyos miembros cuentan con la opción de responder a un larguísimo cuestionario con el fin de contrastar sus valores, aficiones y similares con los de otros usuarios y posibles parejas.

Adopta un tío, por su parte –y con un planteamiento en el que es la mujer la que debe añadir a su “cesta de la compra” al hombre que sea de su agrado”- también incluye unos apartados previos que nos permiten hacernos una idea de quien se encuentra al otro lado de la pantalla más allá de la fotografía. Bumble y BeLinked se centran en los datos sobre la universidad de los sujetos y los contactos profesionales de LinkedIn, respectivamente.

Por supuesto, no todas inciden en estas cuestiones sino que, como Tinder y The Ugly Bug Ball, se centran en la apariencia física, aunque cada una de ellas lo hace de su particular modo. Esta última, de hecho, está pensada para usuarios poco agraciados; aunque, si accedemos a ella, podemos comprobar que, finalmente, el abanico de personas es amplio y variado.

Además, cabe comentar que implican ciertas ventajas sobre una toma de contacto física; es decir, nos ahorran el desplazamiento y nos permiten buscar personas con afinidades similares, características concretas y que, en definitiva, se adecuen a nuestros gustos sin perder el tiempo. Unos rasgos que no siempre podemos conocer en el marco de una cafetería.

Por no hablar de que nos brindan la oportunidad de romper el hielo de manera sencilla, sin preocuparnos (hasta cierto punto, todo sea dicho) de la condición sexual, de la situación sentimental del otro o de lo que está buscando –más allá de la mera diferenciación entre un “rollete” y algo más formal-.

Las bodas virtuales


Este tipo de comunidades y, en definitiva, cualquier relación que se ciña estrictamente a la red, puede derivar en algo tan bizarro como las bodas virtuales, un matrimonio más común de lo que podríamos imaginar y que ya abordamos con más detalle en este artículo.

Un auténtico negocio que ha encontrado su perfecto aliado en las citadas herramientas para buscar pareja y que tratan de culminar esa “felicidad virtual” con una celebración llevada a cabo en el mismo contexto: Internet. Por supuesto, estos enlaces carecen de validez legal y constituyen más bien un acto simbólico.

los regalos también han cambiado

Tal día como hoy tampoco podemos dejar de referirnos al cambio que han experimentado los regalos propios del Día de los Enamorados. Pero no estamos pensando únicamente en opciones como los wearables y dispositivos inteligentes, en auriculares y gadgets concretos; sino en presentes centrados en compartir una experiencia.

Así, los viajes a Silicon Valley (la cuna de la tecnología y el lugar donde se concentran algunas de las empresas más importantes del sector) se han convertido en una alternativa a las manidas escapadas románticas a París. Un sitio de moda entre los más geeks, que peregrinan a la meca californiana para visitar las sedes de Google, Facebook y otras compañías que incluso cuentan con sus propias excursiones personalizadas.

Tal es el grado de especialización, que hallamos agencias como San Jose Silicon Valley Tours y Tours By Locals, que tratan de seducir a sus potenciales clientes de la mano de este tipo de rutas. Por supuesto y a posteriori, no faltan los selfies y fotografías en redes sociales, así como todo tipo de “sutilezas” y detalles sobre los magnates de la zona.

Más allá de las escapadas, en este apartado tienen cabida también los cursos de fotografía y similares online, la elaboración de una cuidada ruta en hoverboard, una visita al museo del robot, e incluso una partida en realidad virtual. Porque “matar a zombies en VR”, paradójicamente, también puede ser empleado para crear nuevos vínculos en una relación. En la capital acaba de inaugurarse un lugar habilitado para ello: Zero Latency.

Sexnología, lo techie al servicio del sexo

Al margen de lo comentado, la tecnología también ha brindado su ayuda al campo del sexo, una parte imprescindible de la pareja que se ha visto beneficiada por webs en las que podemos diseñar nuestro consolador a medida, teledildonics –que funcionan por control remoto– y hasta por sofisticados juguetes como Klic-klic, que reproducen los órganos sexuales y transmiten impulsos sensitivos que avivan la vida en el dormitorio.

Sistemas como Thumbkiss, asimismo, cuentan con retroalimentación táctil y permiten intercambiar “besos” entre amantes a pesar de los kilómetros de por medio. En esta misma dirección apunta la ropa interior con vibradores y app para smartphones creada por Durex, un simulador de contacto físico más picante.

De IA y amores “imposibles”

Para terminar, el cine y la ciencia ficción se han encargado de pronosticar –o al menos lo han intentado- qué ocurrirá en este ámbito en el futuro; una realidad no tan lejana en la que la IA parece contar con un importante papel. Y es que, según producciones como Ex Machina, corremos el riesgo de que llegue a enamorarnos.

Su actor principal -Domhnall Gleeson-, curiosamente, encarna a un humanoide dotado de inteligencia en la serie de ficción Black Mirror; una suerte de robot que recrea al recientemente fallecido novio de la protagonista, en apariencia y mente. La historia de Her también merece unas líneas; una historia de amor entre una inteligencia artificial y un usuario que queda prendido de su voz.

El hecho de que ya en 2013 una investigación publicada por el Huffington Post revelara que hasta uno de cada diez estadounidenses dormiría con un androide nos hace plantearnos que podrían no ir demasiado desencaminadas.

Imágenes | iStock: Siphotography, Tijana87 y peterotoole

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