Esos maravillosos pictogramas del pasado que seguimos usando a diario

Cuando hablamos de pictogramas vienen a nuestra mente imágenes del pasado. La palabra pictograma, la «expresión de un concepto haciendo uso de una imagen», nos traslada a las pinturas rupestres de la prehistoria, a la civilización sumeria, al Antiguo Egipto, a la China del 4000 a.C. Sin embargo, vivimos rodeados de pictogramas.

Las figuras de los semáforos que simbolizan a los peatones son pictogramas, así como una gran parte de las señales de tráfico (no todas). Los símbolos en las etiquetas de la ropa o los carteles de Salida de emergencia, también. No obstante, también vivimos rodeados de pictogramas cuyos objetos hace tiempo perdieron el significado que hoy les atribuimos, heredados del milenio pasado. Te hablamos de algunos de ellos.

Pulsar el disquete para guardar información

Con la llegada de los primeros ordenadores, muy limitados en memoria, pronto fueron necesarios sistemas de almacenamiento de archivos en unidades externas. Durante un tiempo, estas fueron tarjetas perforadas o cintas magnéticas. Pero de entre todos los estándares el que triunfó fue el clásico disquete.

El disquete marcó un antes y un después en nuestra concepción de la memoria y el guardado de archivos. Y, aunque después el CD lo sustituyese, y el DVD se hiciese cargo del legado de ambos, su forma sigue con nosotros. No importa que los pendrives y el almacenamiento en la nube sean hoy día una realidad: no hemos olvidado al disquete, a quienes los más jóvenes miran como un símbolo extraño, de otra época. Porque, bueno, es de otra época.

El calderón que nos ayuda a maquetar textos

Es posible que muchos de los lectores hayan pulsado en su editor de textos el signo de la izquierda y se hayan encontrado con textos repletos de notas tipográficas. El calderón, esa «p» invertida a la que también se llama antígrafo, viene nada menos que de la Edad Media, y en realidad es una «c». De capitulum.

En su momento se usó para separar conceptos dentro de los textos, pero a principios del siglo pasado, con una estructura un tanto modificada, empezó a usarse para marcas tipográficas. Hoy día lo pulsamos alegremente sin darnos cuenta de que realmente ya no representa una letra (ni una «c» ni una «p») cuando maquetamos nuestros textos.

calderón

El clip con el que adjuntamos documentos

¿Os acordáis del icónico clip que hoy usamos para resetear el router? Fue un invento sencillo, apenas un alambre de modo que pinza dos o más folios y los mantiene unidos. En su día, una oficina sin cientos de ellos carecía de sentido. Incluso dio lugar a una de esas molestas «mascotas» de Microsoft Word. Hoy, si queremos alguno, rebuscamos en los cajones de nuestro pasado. ¿Dónde se habrán metido todos?

O bien abrimos un nuevo email, o el WhatsApp. En ambos programas, así como en muchos otros, veremos la imagen de un clip relacionada con el envío de archivos junto al texto. Las próximas generaciones verán normal que una espiral deformada simbolice el envío de documentos, pero si no han trabajado con papel les resultará difícil descubrir su origen. Un misterio para Iker.

La papelera de reciclaje

Otro elemento de oficina que saltó a nuestros escritorios y se ha popularizado en las apps es la papelera de reciclaje, que simboliza el cesto donde uno se permitía lanzar las bolas arrugadas de documentos que ya no valían.

Hoy día esta papelera no existe en algunas oficinas en las que ya no se trabaja con papel. Sin embargo, el concepto todavía está vigente: el pictograma de la papelera simboliza un área de almacenamiento de archivos que ya no quiero.

En ocasiones, estos pictogramas se cuelan junto con otros signos, símbolos y letras, como aquí.

adjuntar un email pictogramas

El sobre del email

Algo similar ocurre con el sobre del email. Todavía hay sobres en el mundo, es la envoltura en la que tu banco de confianza te saluda con buenas nuevas todos los meses. Sin embargo, prácticamente nadie envía correos postales físicos.

Hemos de afrontar la realidad de que ya no hay carta o mail. No como tal. Ni sobre. Y, sin embargo, todavía conservamos el formato del mismo cuando queremos ponernos en contacto con alguien. Pulsamos en el sobre, ese símbolo heredado del milenio pasado, y dejamos que la carta virtual se despliegue para poder escribir.

A la impresora (2D) le falta poco para perder sentido

Para toda una generación, la impresión 3D tiene más sentido que la impresora de toda la vida, la de papel A4. Esa máquina física por la que entra un folio y este sale repleto de grafías y color que, aunque se sigue vendiendo, da sus últimos coletazos de la mano del mundo virtual.

Y es que para muchos el pictograma de la impresora ya no quiere decir «imprimir». Al menos no en un sentido clásico. Simboliza el guardado de la información en un formato visualmente agradable, como un JPEG o un PDF. Pocos esperan descubrir un folio escapando del ordenador cuando pulsan este símbolo.

Ojo, pese a que los objetos que representan puedan resultar algo anticuados, los pictogramas no forman parte del pasado. En un futuro en que el que el área de pantalla está tan cotizado, una imagen vale más que mil palabras. Especialmente si es pequeña y concisa, como los pictogramas que nos ayudan a comunicarnos con personas con autismo o los que aparecen en nuestra aplicación de banca web.

Dicho esto, está habiendo una migración de pictogramas heredados de otro tiempo, de modo que la imagen o el objeto que representa ha desaparecido o está en vías de hacerlo. Teniendo en cuenta que fue modificando pictogramas como inventamos las letras hace milenios, quién sabe a dónde llegarán esta nueva familia de iconos.

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Imágenes | iStock/Giulio Fornasar, Villanova

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