¿Por qué deja estupefactos a sus oyentes José Luis Cordeiro, el profeta de la inmortalidad?

José Luis Cordeiro es un venezolano de mundo. Se formó en el prestigioso MIT de Boston y hoy es profesor de la Singularity University, un proyecto creado por la NASA y Google en Silicon Valley encargado de divulgar el poder benefactor de la tecnología. Además, da clases en países como Corea del Sur y charlas inspiracionales en todo el planeta. Cordeiro habla alto y claro, y no muestra sombra de duda cuando presenta ante élites y entusiastas su visión idílica de lo que será el futuro inmediato de la Humanidad. 

Además, avanza lo que está por venir como si se tratara de un cuento de Walt Disney. Y no es metáfora. En un encuentro en la Fundación Rafael del Pino, en 2016 en Madrid, frente a una audiencia llena de jóvenes emprendedores, se subió a un escenario con una indefectible corbata de Mickey Mouse y, en un momento dado, se puso incluso unas orejas negras para recordar al ratón más famoso de la cultura popular. Cordeiro es una buena mezcla de ingeniero y predicador.

Cordeiro lanza sus polémicas predicciones con desenfado, como como si fueran lo más normal del mundo y no hubiera que fundamentarlas, como muchos de los nuevos “intelectuales” que dan charlas en TED. Pero al que le escucha, lo menos que puede provocarle su visión idílica del futuro es estupefacción.

En 20 o 30 años se curará el envejecimiento y veremos la muerte de la muerte. Eso será en 2045

La muerte de la muerte

Aquí van unas cuantas joyas que suele dejar este científico, divulgador y entertainer cuando coge carrerilla, y que le sirven para meter un buen chute de optimismo y adrenalina a las élites empresariales que se congregan para escucharle. “En 20 o 30 años se curará el envejecimiento y veremos la muerte de la muerte. Eso será en 2045, comentó a Iñaki Gabilondo en el programa Cuando ya no esté.

Cordeiro ve en lontananza un tsunami tecnológico de proporciones gigantescas que cambiará las religiones, la cultura y todos los sectores económicos. “En 30 años la muerte será opcional y también llegará la muerte de las religiones, porque las religiones nacieron para explicar la muerte”, asegura con una economía verbal y una seguridad en sí mismo sobrecogedoras.

“Las células cancerígenas no se mueren. El cáncer es la prueba de que podemos vencer a la muerte”, explica en un inesperado giro. “Podremos controlar la edad de las células y de los órganos. Vamos a tener por primera vez la oportunidad científica de vivir casi indefinidamente”, recalca. Cordeiro vaticina que la inmortalidad está a la vuelta de la esquina, por más que sigamos viendo a la gente muriendo en los hospitales, como siempre, o pereciendo en sitios en guerra o en lugares donde los médicos no existen o no tienen los mínimos recursos para tratar una fiebre o una diarrea.

De la conquista de Marte a comunicarnos por telepatía

A Cordeiro no le preocupa la sobrepoblación a la que esta inmortalidad puede dar lugar. Y asegura, con su perenne optimismo antropológico y científico, que en caso de colapso, siempre podremos recurrir al viaje interplanetario. “En 20 años iniciaremos la colonización de Marte, asegura.

Más cosas: Cordeiro, que no tiene reparo en dar fechas y plazos exactos para la materialización de ese mundo idílico que pregona, y pronostica que en 2025 secuenciar todo nuestro genoma será cuestión de un minuto, y que podremos llevar toda esa información con la que prevenir enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson en un chip que nos costará 10 dólares.

En 2045 será evidente la superioridad de las máquinas. En ese momento dará comienzo “la edad poshumana”

De la comunicación humana por excelencia, el habla, dice que es una cosa “primitiva” y “de banda estrecha”, y que en el futuro transmitiremos de forma más perfecta y completa a través de la telepatía. Mal se presentan las cosas, pues, para los escritores o los actores de teatro. ¿Para qué ir a ver ‘Hamlet’ si nos vamos a dejar tantas cosas por el camino?

Tampoco tiene reparo Cordeiro en anunciarnos que en una o dos décadas la inteligencia artificial superará definitivamente a la humana, porque será capaz de procesar más y de establecer más relaciones. “En 2029 ya no sabremos si hablamos con una persona o con una máquina”, aventura Cordeiro.

Y en 2045 llegará el no va más: será el año de la “singularidad tecnológica” y el comienzo de “la edad poshumana”, el tiempo en que el hombre tendrá que reconocer la superioridad de las máquinas y aceptar que, para no quedarse atrás, deberá implantar la tecnología en su cuerpo, haciendo realidad del mito de los cyborgs.

“En 20 años el mundo será hermosamente avanzado y limpio”, resume Cordeiro. Esa utopía será posible gracias a los avances médicos, pero también a la nube (¿de Google?), la telepatía o la realidad virtual. El profesor de Silicon Valley sigue dando respuestas contundentes y rebosantes de seguridad a su interlocutor, bien sea un periodista que no acaba de asimilar todo lo que está escuchando o un grupo de emprendedores en busca de inspiración.

Su fe ciega en el avance científico y tecnológico está destinada a inyectar una buena dosis de optimismo a la audiencia que se acerca a escucharle en eventos como el último South Summit. Aunque es difícil que sea compartida por esos muchos científicos (y no científicos) que se enfrentan cada día a investigaciones que probablemente no den resultado porque están mal planteadas o porque no cuentan con recursos. Y es que cuesta creer que el camino del progreso sea un tren bala, con hora de salida y hora de llegada, como sugiere Cordeiro. Más bien habría que concebirlo como un sendero sinuoso y escarpado, y que se bifurca sin que nos digan qué dirección tomar.  

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