Aplicaciones que controlan la diabetes y detectan cáncer, ¿pesadillas o aliadas de los médicos?

No hay campo que no padezca la revolución móvil y conectada. Sin vacuna para hacerles frente, los smartphones e Internet también están cambiando la forma de hacer medicina. Más allá de llamativos titulares sobre aplicaciones que analizan el semen o pueden llegar a curar el cáncer, el cambio es real y ya camina por los pasillos de los hospitales.

Cada vez más médicos apuestan por la tecnología para potenciar su conocimiento y los pacientes aumentan el control sobre sus enfermedades gracias a la red de redes y la inteligencia colectiva. “Es imposible acordarse de todo. Antes teníamos que llevar siempre un libro en bolsillo. Ahora, cada vez más médicos consultan aplicaciones móviles”, señala Laura Francisco, pediatra.

Así, el rápido acceso al conocimiento facilita el trabajo e incluso mejora el resultado. Dicho conocimiento está disponible también para el paciente quien, sin embargo, sigue dando más importancia a la opinión del médico que a lo que lee por Internet.

“Sí que es cierto que la gente se informa más, pero no vienen con el diagnóstico hecho. A veces presionan para hacerse una prueba o que se les recete una medicación, pero, en general, prevalece la opinión del médico”, explica Laura Francisco.

Debates al margen, estas son algunas de las últimas aplicaciones que están cambiando la forma de entender la medicina, independientemente del extremo del fonendoscopio en el que te encuentres.

El smartphone en el bolsillo de la bata

Navegar entre miles de síntomas, enfermedades y posibles soluciones nunca ha sido fácil para los profesionales médicos. A los libros, artículos científicos y segundas opiniones de compañeros se les ha sumado en los últimos años el smartphone. “El vademécum móvil es muy útil para conocer la posología de las medicaciones, las dosis… Ya casi nadie usa el libro, el smartphone es mucho más rápido y seguro”, dice Eline Bandín, ginecóloga.

Así, aplicaciones como Vademécum Mobile, Interacciones Farmacológicas (de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria) o plataformas más específicas como Pediamecum, creada y mantenida por el Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría, están a la orden del día en los smartphones de los profesionales de la salud.

Otras, como iDoctus buscan también que el conocimiento médico siga en manos más exclusivas. Para acceder a sus servicios – como una plataforma de actualización clínica, un buscador de medicamentos, herramientas de cálculo o un buscador por patologías – es necesario aportar el número de colegiado.

“Las apps sanitarias tienen ventajas claras, como el mayor acceso a la información y la inmediatez, tanto por parte tanto del usuario como del profesional”, explica Catalina Campos, matrona. “Las principales desventajas son la despersonalización del paciente y que muchas veces pueden llevar a error en el diagnóstico y el tratamiento”.

Las apps no curan, ayudan a entender

Aunque con reservas, Internet y la tecnología móvil son vistos como herramientas importantes para sacar el conocimiento científico de su torre de marfil. También en medicina. Sin menoscabar la opinión del experto, cada vez más apps ayudan a la gente a entender mejor qué les pasa y a tomar el control de su salud.

Las aplicaciones médicas más utilizadas son aquellas que sirven para registrar síntomas y procesos, sobre todo ante enfermedades crónicas y situaciones que se repiten periódicamente. Por ejemplo, apps como Our Hurt o Catch My Pain almacenan los datos más relevantes relacionados con un proceso de dolor crónico, como frecuencia, intensidad, zonas afectadas. Incluso cuentan con la posibilidad de generar un informe para su posterior valoración clínica.

El mismo tipo de plataforma de almacenamiento de datos es muy utilizado por enfermos de diabetes – Glucose Buddy y Social Diabetes – o pacientes con problemas de tensión, aunque muchas necesitan la conexión del smartphone con un tensiómetro, como iHealth o Smart Blood. Pero, sin duda, si las aplicaciones de salud cuentan con un público favorito, este es todo aquel interesado en temas de ginecología, embarazo y recién nacidos.

“En ginecología, las apps para hacer seguimiento de la menstruación o que te avisan de cuándo cambiarte el anillo o tomarte la píldora son muy útiles”, señala la ginecóloga Eline Bandín. Apps como Calendario Menstrual, Flo o Clue suman millones de descargas y cientos de miles de opiniones positivas entre los usuarios de iOS y Android.

Las aplicaciones móviles también son muy utilizadas para el seguimiento del embarazo y la lactancia. “Hay plataformas como Lactapp y Lactation que se usan mucho entre las madres y los profesionales sanitarios para consultar compatibilidad medicamentosa y lactancia materna. Hay infinidad de apps para el seguimiento de embarazo, el contador de contracciones, la que controla cuál fue el último pecho que le diste al bebé…”, explica Catalina Campos que, como matrona, conoce bien este campo. Una simple búsqueda del término lactancia en Google Play arroja más de 300 resultados.

Ante semejante oferta de servicios, el problema deriva en saber cuál utilizar. “El único riesgo puede derivar de la fuente en la que se basen estas aplicaciones, siempre es mejor contrastar”, puntualiza la pediatra Laura Francisco. “A nivel médico, sobre todo si es algo grave, se suelen consultar varias fuentes, recurriendo a algún libro o artículo que esté actualizado”.

Herramientas de futuro

En un campo en plena evolución y ante el aumento exponencial del volumen de información, la receta es siempre la misma, ya hablemos medicina, periodismo o política: consultar varias fuentes y reflexionar antes de tomar una decisión. Aunque creamos que no tenemos tiempo. No en vano, la sobreinformación también tiene sus riesgos.

“Las aplicaciones son útiles porque son concretas, están dirigidas a algo. Google es demasiado amplio, hay demasiada información y los pacientes buscan sin base científica. El riesgo es confundir síntomas ya que hay muchas cosas que se parecen, y que esto te lleve a creer que se necesitan pruebas o tratamientos que en realidad no son necesarios”, señala Eline Bandín.

Al margen de problemas que no parecen exclusivos de las nuevas tecnologías, otros desafíos aparecen ya en el horizonte. La preparación de las nuevas generaciones de médicos para navegar en el universo digital (en España, por ejemplo, la Universidad de Granada ya incluye en su programa asignaturas de medicina virtual) o la protección de los datos privados (y delicados) de los pacientes son temas de los que se hablará con fuerza en los próximos años. Al menos mientras la vacuna contra el smartphone siga en fase de desarrollo.

Imágenes | iStock

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