¿Es compatible la Universidad con los e-sports?

Si eres o has sido jugador de videojuegos seguramente has oído la mágica frase: «¡deja de perder el tiempo!». Jugar, hasta hace bien poco, ha sido considerado socialmente un problema.

Pero si algo han demostrado los e-sports es su capacidad de profesionalización. Desde hace algunos años, instituciones educativas de países como Corea del Sur o China han incorporado programas relacionados con los videojuegos en su oferta habitual de másteres y grados, ofreciendo incluso becas para los alumnos más sobresalientes.

EMPEZANDO DESDE ABAJO

Hace algunos años, los medios se hicieron eco de una noticia bastante llamativa: en Suecia tres centros educativos de Estocolmo, Karlstad y Ovanåker iban a impartir una asignatura de e-sports. Los fundamentos básicos de Counter-Strike o DotA II, el lore de League of Legends, los rasgos de los diferentes puestos dentro de una formación, vocabulario, etcétera. Todo ello complementado con visitas puntuales de estrellas de los e-sports que han logrado el éxito fuera de su país.

El canal de televisión TV6 y el periódico Aftonbladet dieron buena cuenta de esta arriesgada propuesta, que no contó con el apoyo de todo el mundo: ¿Jugar en horario escolar? ¿Temario que implique de deberes practicar a League of Legends en casa?

Claro, esto no dejaba de ser un experimento educativo a baja escala, una prueba de que, si se quiere, se puede.

LA LIGA DE LAS (PEQUEÑAS) ESTRELLAS

Si el tenis, baloncesto o fútbol americano están presentes dentro de la jerarquía de muchas universidades, ¿por qué no iban a estarlo los e-sports? Comparten la pasión de miles de seguidores y se arraigan dentro del ámbito competitivo como cualquier otro deporte. Es una industria en pleno crecimiento, conformada mayormente por gente joven.

El precio de algunas carreras universitarias en EE UU es tan elevado que las familias pagan créditos durante décadas para que sus hijos puedan estudiar. El sistema de becas por méritos es la única solución para muchos atletas de élite. Y las academias lo saben: saben que miles de pujantes se disputan los pocos puestos y las becas en disputa.

La Universidad de California Irvine cuenta con un amplio proyecto que existe desde 2010, y que fomenta la diversidad, la vida sana y equilibrada. La Universidad Robert Morris, en Chicago, creó su equipo Eagles a partir de sus mejores jugadores en la facultad, o la de Pikeville, en Kentucky, es otro ejemplo, al apostar por becas de 18.000 dólares para sus mejores deportistas.

¿Y EN EUROPA?

El sistema educativo universitario europeo ha sido influido por el anglosajón, de eso no hay duda. No sólo en la contrapartida de ofrecer formaciones multidisciplinares, sino en el uso de centros de alto rendimiento. Ellos han creado uno de los modelos más exitosos: Heroes of the Dorm, la competición nacional donde casi 500 universidades se baten en duelo para lograr una beca de más de medio millón de dólares para los vencedores.

Existen unas 300 universidades europeas implicadas en la UE Masters, la liga que reúne a más de 10.000 jugadores, de los que se clasifican 6 clubes por cada país: la National University eSports League de Reino Unido, la Student Gaming Network de Francia, la University eSports Series de Italia, la e-University League de Portugal, la OG Series University de España y la University Sports Germany de Alemania.

En España contamos con un buen bagaje: en 2013, a rebufo del Dreamhack de Valencia, nació la Academia eStar, creado por Encom Games como centro de alto rendimiento. En Cataluña se sitúa el Elite Gaming Center, que colabora directamente con los Campionats de Catalunya Universitaris. Contamos con masters como el de Gestión de Proyectos eSports de la Universidad Internacional de Valencia o cátedras como la que puso en marcha la UCAM (Universidad Católica San Antonio de Murcia) el año pasado, que fundaron incluso su propio club, Arkangels.

Y las principales universidades del país disponen de sus propias escuderías: los Knights URJC de la Universidad Rey Juan Carlos, los Blue Devils UAH de la Universidad de Alcalá, Wolves UC3M en la Universidad Carlos III Madrid, los Falcons de Granada o los Spartans de la Universidad Politécnica de Barcelona.

UN CAMINO HACIA LA ÉLITE de los e-sports

¿Existirán carreras completas de e-sports en el futuro? La respuesta corta es sí. Algunas academias y universidades privadas han movido ficha hacia esta dirección, como el caso del Xilingol Vocational College. Existe un sustrato y un interés real.

Pero el verdadero debate es otro, lejos de los créditos, bonos y tarjetas especiales como visa P —visados concedidos a ciertos atletas y artistas que desean trabajar en Estados Unidos—. ¿Cómo afectan los e-sports al rendimiento académico?

Es bien sabido que muchos jugadores toman el camino “fácil”: si tienen éxito dentro de los e-sports, no volverán a pisar una facultad durante los mejores años de su corta carrera deportiva, para retomarla tiempo después, en el mejor de los casos. Esto se debe, en parte, a que no están bien integradas las dos disciplinas.

En UK es fácil ver a un niño de 10 años salir de clase y pasar buena parte de la tarde en la academia de fútbol, pero no es así con los e-sports. En cambio, este deporte lo ven todo tipo de público: los grandes partidos logran los mayores picos de audiencia y las grandes cadenas privadas rivalizan por comprar los derechos de emisión.

Cabe destacar que gran parte del éxito de los e-sports universitarios en EE UU viene precedido por el apoyo que la ESPN y sus diferentes canales públicos vienen ofreciendo desde hace algunos años, al darles cobertura en horarios de máxima audiencia. Es decir, es necesaria una normalización y un apoyo extraordinario para que los jugadores encuentren las menores barreras posibles, y así desarrollar tanto sus estudios obligatorios como esa afición que podría acabar convirtiéndose en oficio profesional.

No sólo se trata de lograr un régimen académico como el de los atletas tradicionales —matrícula, alojamiento y gastos de transporte—, sino de diseñar una estructura socialmente estable: mesas redondas donde tratar los informes de toxicidad, programas de reinserción al mundo académico para atletas retirados, etcétera. Centros como la WME-IMG Academy, donde se formaron Andre Agassi o Maria Sharapova, así lo llevan haciendo más de tres décadas.

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