5G: la revolución que ya está aquí y cambiará nuestras vidas

El número de líneas móviles existentes en el mun­do superó por primera vez a la población mundial a finales de 2017, tal como revelan los datos del informe anual Mobile Economy de la GSMA. Los 7.800 millones de tarjetas SIM utilizadas por humanos (sin incluir las cone­xiones entre máquinas) supone el 103% de los habitantes de la Tierra. Y en esa misma fecha el número de usuarios únicos de telefonía móvil superó los 5.000 millones de personas, lo que representa un grado de penetración del 66%.

La tecnología móvil ya supera los cuarenta años de vida y tras cuatro sucesivas generaciones de tecnología inalámbricas asistimos a llegada de la tecnología 5G, cuyo despliegue se anuncia para 2020. La industria inalámbri­ca –que ha transitado por cuatro anteriores– se prepara ya para una nueva generación llamada a revolucionar no solo el mundo de las comunica­ciones móviles sino el de la economía e industria en general.

una revolución tecnológica

Cuadernos de tecnología Evoca. El impacto del 5G

Pero frente a las generaciones anteriores, la tec­nología 5G constituye una evolución con un ma­yor grado de disrupción, ya que no solo evolucio­na el paradigma de conexión existente sino que será el desencadenante e impulsor definitivo de la transformación digital de la sociedad y de la economía en los países más avanzados durante la próxima década. A diferencia de lo que supuso la sustitución del estándar 3G por 4G, la implan­tación del 5G tendrá un impacto más allá de un cambio tecnológico en las redes de telefonía móvil y constituye el sustrato tecnológico bási­co para desarrollar la transformación digital, un proceso sobre el que existe un consenso global de su importancia e impacto en la economía y en el conjunto de la sociedad.

»Lo primero que, creo, podemos decir es que no es una nueva tecnología como, en el pasado, hemos venido hablando de 2G, 3G o más recientemente 4G, sino que 5G será un nuevo ecosistema tecnológico que cambiará las reglas del juego. En realidad implica abordar un cambio del paradigma en las redes móviles y, por extensión, en la forma de ofrecer servicios al público general y, por primera vez, también de forma masiva en muchos sectores de la industria. De hecho, en el futuro, el uso principal de la red no solo será el acceso a internet, sino que aparecerán múltiples usos derivados de la multiconexión de todo con todo, la »conectividad ambiente», según explica Tomás Alonso, director de ingeniería de producto de Orange España.

Porque la tecnología 5G va mucho más allá de los teléfonos inteligentes ya que impactara decisivamente en las soluciones vinculadas al Internet de las co­sas y el big data, la robótica, la realidad virtual o la ultra alta definición, alcanzarán su despliegue e implantación sobre redes 5G. En 2025 se es­pera que el número de dispositivos conectados alcancen en todo el mundo los 100.000 millones, incluyendo sensores, termostatos, vehículos, electrodomésticos, robots y todo otro tipo de dispositivos, según el primer número de Cuadernos de Tecnología publicado por Evoca Comunicación e Imagen realizado por Julio Cerezo y Pepe Cerezo, con la colaboración de Eugenio Fontán (Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación), Marimar Jiménez (CincoDías) e Ignacio del Castillo, de Expansión.

5g: más rápida y más inteligente

También la tecnología 5G será más rápida, más inteli­gente y consumirá menos energía, lo que permi­tirá su aplicación a una gran cantidad de nuevos dispositivos inalámbricos –sensores, termos­tatos, electrodomésticos, herramientas, vehí­culos–. Se prevé que gracias a la conjunción de una nueva arquitectura unida a nuevos modelos de computación y estándares tecnológicos se puedan ofrecer velocidades hasta 40 veces más rápidas que 4G, lo suficientemente »veloz» para transmitir video ‘8K’ en 3D o descargar una pe­lícula 3-D en aproximadamente 6 segundos (en 4G, tomaría 6 minutos).

Siendo muy importantes aspectos como la mejo­ra en la velocidad de transmisión y la disminución de latencia, es probable que la mayor revolución se materialice en las nuevas capacidades para ofrecer una conectividad inteligente ilimitada, mejorando servicios que disponíamos hasta la fecha y, lo que es más relevante, fomentando la transformación de los procesos industriales e impulsando la creación de nuevos sectores como la IoT, las »smart cities» o la industria 4.0.

Por ejemplo, durante la pasada edición de Mobile World Congress (MWC 2018), Orange en combinación con Huawei mostró un ejemplo de uso de 5G en un escenario de realidad virtual. En el teleférico de Barcelona, en una cabina, se instaló una cámara 360 conectada a un equipo 5G de Huawei, que, a su vez, se conectaba a una estación base 5G a la cual se conectaba también el equipo receptor en el stand de Orange donde se recibía el streaming de vídeo 360 para verlo en unas gafas Oculus.

La capacidad para manejar grandes volúmenes de datos con baja latencia en tiempo real des­plegará toda una suerte de servicios basados en la nube, transacciones de próxima generación como las aplicaciones basadas en blockchain, que requiere grandes recursos de computación en un corto espacio de tiempo, la realidad au­mentada (AR), la inteligencia artificial (IA) o el In­ternet de las cosas (IoT). Un ecosistema que pre­visiblemente en el año 2025 estará constituido por 100.000 millones de dispositivos: sensores, alarmas, wearables, móviles, electrodomésticos, lectores de códigos, etc. Según estimaciones de la firma china Huawei, en esta fecha sólo el 10% de las conexiones totales serán entre humanos, el resto será entre máquinas y dispositivos de forma independiente.

el papel de las administraciones públicas

Las administraciones públicas, por su parte, pueden ser un agente catalizador no solo en el impulso de los nuevos servicios sino en su papel de regulador en el despliegue de infraestructu­ras. Hay que tener en cuenta que actualmente existe una gran variedad de tecnologías de largo y corto alcance vinculadas a las smart cities que, en muchos casos, se superponen unas a otras. Por ejemplo, redes inalámbricas Wi-Fi, RF-Mesh, ZigBee y Z-wave que pueden representar un po­tencial impedimento para la correcta integración de los servicios que demandan las ciudades inte­ligentes. En este sentido, el 5G representa una buena oportunidad para ofrecer un entorno uni­ficado y escalable que requiere de una gestión coordinada entre la industria y las administra­ciones públicas tanto a nivel nacional como local con las tecnologías y desarrollar los ecosistemas correspondientes”.

Las previsiones del impacto del 5G vislumbran como factible un escenario que hace una década parecía pura ciencia ficción: redes que dirigen de forma remota factorías de producción con esca­sa intervención humana, coches y autobuses au­tónomos y una suerte de sensores que controlan todos y cada uno de los eslabones de la cadena de valor de infinidad de sectores e industrias, desde la logística a la agricultura. Las posibilida­des que aportarían las tecnologías 5G, junto con la robótica, la IA o el aprendizaje inteligente de las máquinas, pueden alcanzar tal magnitud que parte de la industria está convencida de que pue­de suponer a medio plazo una transformación del actual modelo productivo con su consiguien­te impacto económico

Entre los años 2020 y 2035, la contribución total estimada del 5G al PIB mundial será equivalente al de una economía del tamaño actual de la India, séptima economía más grande del mundo. No obstante, el efecto en las ventas y la actividad a lo largo de la cadena de valor, si bien es extremadamente grande y positi­va, puede tener efectos compensatorios debido a las inversiones y gastos que de otro modo po­drían haberse dado en otros sectores de la eco­nomía global.

los operadores se preparan para el despliegue del 5g

Aunque los operadores sigan siendo los princi­pales propietarios y administradores de la in­fraestructura de la red y se mantenga el grado de competencia, los proveedores de nuevos servi­cios serán de vital importancia. En el caso de los operadores es importante reseñar que el des­pliegue de las redes 5G requiere, como ha suce­dió hasta la fecha, importantes desembolsos en inversiones. Pero frente a modelos anteriores en el nuevo ecosistema es la industria quien promo­cionará el uso compartido de redes. El uso com­partido de redes, por tanto, se intensificará en la era 5G, dado el nivel de inversión necesario para gestionar la densificación de las redes a la que se enfrentarán las ciudades, superior al millón de elementos conectados por kilómetro cuadrado.

En este sentido aparecerán también nuevas re­des formadas por drones, globos y satélites que fomentarán una conectividad ubicua y de alta calidad. Con todo ello habrá más modelos inno­vadores de compartición de infraestructura y espectro sujetos a posibles acuerdos comercia­les. Como ya se percibía y anticipaba con el 4G, la nueva generación mobile puede representar para los operadores de telefonía móvil un paso más en su evolución estratégica al pasar de proveedores de conectividad de alta velocidad a convertirse en facilitadores de los ecosistemas de próxima generación y proveedores de servi­cios de valor añadido.

Los proveedores de servicios de red (NSP) se orientaran a ofrecer nuevas variantes de for­matos ‘as a Services’ tales como Infraestructura como servicio (IaaS), Plataforma como servicio (PaaS) o Red como servicio (NaaS).

En cuanto al camino que aún falta por recorrer en nuestro país para que el 5G sea una realidad, el Ministerio de Energía, Turismo y Agencia Digital presentó en diciembre de 2017 el plan nacional de 5G, que supone la hoja de ruta para situar a España entre los países más avanzados en el desarrollo de esta nueva tecnología. El Plan in­cluye un paquete de medidas para favorecer el desarrollo de la tecnología 5G en España, entre las que se encuentra la convocatoria de ayudas públicas para fomentar la puesta en marcha de proyectos piloto y soluciones tecnológicas inno­vadoras basadas en 5G.

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