Michel Desmurget, neurocientífico: «El uso excesivo de pantallas recreativas, las más usadas por los niños, deteriora el desarrollo cognitivo»

Michel Desmurget, autor de `La fábrica de cretinos digitales'Michel Desmurget, doctor en Neurociencia, acaba de publicar en España un libro de título guerrero: ‘La fábrica de cretinos digitales. Los peligros de las pantallas para nuestros hijos’.

Es un volumen para agitar conciencias. Y por eso no se anda con rodeos. En Francia, su país natal, ha dado mucho que hablar. En él advierte de los efectos nocivos de los videojuegos o las redes sociales para el rendimiento escolar, la salud o el desarrollo intelectual de los más pequeños. 

Además, el autor, que ha colaborado con centros como el MIT o la Universidad de California, arremete contra los estudios poco rigurosos que dicen, por ejemplo, que los videojuegos mejoran los resultados académicos o que los niños de ahora tienen un cerebro diferente. Y también contra los periodistas y divulgadores interesados que pregonan los beneficios de la tecnología sin preguntarse seriamente por sus implicaciones. Desmurget no deja títere con cabeza. Por último, da recetas a las familias para lidiar con el problema. 

– Usted nos recuerda que los gurús de Silicon Valley prohíben a sus hijos el uso de pantallas o lo limitan mucho. ¿Qué saben ellos que los demás desconocemos o no queremos saber?

Hace algunas décadas, sucedió exactamente lo mismo con el máximo ejecutivo de la industria tabacalera. Mientras defendían tenazmente la seguridad de sus productos en los medios de comunicación, protegían cuidadosamente a sus hijos en privado. Chris Anderson, ex editor de ‘Wired’ y ahora director ejecutivo de una empresa de drones, lo resumió perfectamente en una entrevista en ‘The New York Times’: «Mis hijos nos acusan a mí y a mi esposa de ser fascistas y estar demasiado preocupados por la tecnología, y dicen que ninguno de sus amigos tiene las mismas reglas. Eso es porque hemos visto los peligros de la tecnología de primera mano. Lo he visto en mí mismo y no quiero que eso les pase a mis hijos».

Más recientemente, en un artículo titulado ‘Un consenso oscuro sobre las pantallas y los niños comienza a surgir en Silicon Valley’, Anderson agregó: «En la escala entre el caramelo y el crack, está más cerca del crack«. Y esto no solo es cierto para las pantallas domésticas. Esto también sucede en las escuelas. Mientras que los niños desfavorecidos se someten cada vez más al aprendizaje digital, los más ricos se colocan en clases que prohíben las pantallas por completo.

– Afirma que el mensaje de que las nuevas tecnologías son estupendas para el desarrollo personal e intelectual está apoyado por una camarilla de investigadores poco rigurosos, gurús interesados y periodistas poco atentos. ¿Qué nos cuentan que no debamos creer?

Estamos ante una especie de tsunami de manipulación y desinformación. Pasé casi la mitad del libro depurando algunas de las fábulas más engañosas propagadas por los grupos de presión tecnológicos. Como que los videojuegos mejoran las calificaciones escolares, la concentración o la creatividad. O que nuestros hijos tienen un cerebro diferente y son la generación más inteligente de todos los tiempos, son genios digitales y multitarea. O también lo de que enseñar conocimientos es inútil porque todo está en Google.

«Estamos ante una especie de tsunami de manipulación y desinformación. Pasé casi la mitad del libro depurando algunas de las fábulas más engañosas»

Por no hablar de que la enseñanza online (eteaching) es un avance didáctico que disminuye las desigualdades sociales. Pero esta batalla contra la propaganda no es fácil de ganar. Consume muchísimo tiempo. Se necesitan cinco segundos para formular una tontería y varias páginas de una demostración detallada para refutarla.

– Entonces, lo de los nativos digitales es una hermosa leyenda. ¿Qué les diría a los padres que se jactan del manejo que tienen sus hijos del iPhone o de las tabletas?

¡Oh, por favor! No hay nada de qué presumir cuando un niño puede utilizar algunas aplicaciones simplistas. Mi vecino de 80 años es tan experto en tecnología como cualquiera de estos llamados “nativos digitales”. Un ejecutivo de tecnología que eligió poner a sus hijos en una escuela sin ordenadores proporcionó una respuesta perfecta a su pregunta.

En un artículo en ‘The New York Times’ explicó que “es superfácil, es como aprender a usar la pasta de dientes”. Un informe de la Unión Europea explica, por ejemplo, que la competencia digital real de la nueva generación es tan baja que dificulta la adopción de tecnologías educativas en las escuelas.

“No hay nada de qué presumir cuando un niño puede utilizar algunas aplicaciones simplistas” 

Además, muchos estudios académicos muestran que más allá de algunas competencias muy simples, no son muy buenos para dominar ni siquiera las habilidades digitales básicas (seguridad, privacidad de datos o uso de software común como Word o Excel). 

Además, una investigación reciente de Stanford indicó que estos «nativos digitales» tienen problemas para comprender, procesar y evaluar incluso la información más simple que encuentran en internet. Para los autores de la investigación, el problema es tan profundo que representa nada menos que “una amenaza para la democracia”.

– Asegura también que los rendimientos escolares, el desarrollo intelectual y la salud de los jóvenes están condenados por las pantallas. Incluso llega a sugerir que el incremento de TDAH que se diagnostica hoy en día tiene que ver con el exceso de estímulos digitales. 

Una gran cantidad de literatura científica muestra que las pantallas recreativas, que son las más usadas por los niños, deterioran el desarrollo cognitivo. Todos los pilares centrales de la inteligencia humana se ven afectados: lenguaje, concentración, memoria o cultura (definida como un corpus de conocimiento que nos ayuda a organizar y comprender el mundo). Y, por supuesto, el rendimiento escolar.

Las causas detrás de estos déficits están claramente identificadas. Hay una disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, que son fundamentales para el desarrollo del lenguaje y las emociones. Hay una disminución del tiempo dedicado a actividades importantes como el deporte, la música o la lectura. 

También existe una interrupción del sueño, que controla nuestro funcionamiento intelectual y emocional. Y hay una sobreestimulación de la atención exógena, lo que causa trastornos de concentración e impulsividad. Eso se une a una pobre estimulación intelectual, que evita que el cerebro despliegue todo su potencial. Por no hablar del estilo de vida sedentario. ¡No es un impacto pequeño!

– Pero estamos rodeados de pantallas y los jóvenes se dejan seducir por las redes sociales, los videojuegos o YouTube. ¿Cuándo debe empezar una familia a preocuparse por sus hijos? 

Una cosa: nadie es tan estúpido como para argumentar que todo es malo y perverso en las pantallas. Paso mi jornada laboral con herramientas digitales. Tan pronto como ingresó en la escuela primaria, me aseguré de que mi hija se familiarizara con un procesador de textos o una hora de cálculo. Que programara con Scratch o que aprendiera a buscar información en internet. 

Sin embargo, esto no es lo que hacen la mayoría de los niños. Cuando se ponen delante de una pantalla (especialmente la del móvil), casi siempre prevalecen los usos recreativos más debilitantes. En otras palabras, los consumos nocivos (televisión, videojuegos, redes sociales…) casi siempre superan a los usos positivos. Se han identificado efectos negativos sobre el funcionamiento cognitivo con solo 30 minutos de exposición diaria.

“Antes de llegar a la edad adulta, nuestros hijos habrán pasado el equivalente a 30 años escolares con pantallas recreativas”

A veces me pregunto si la gente realmente se da cuenta de cuánto tiempo pasan las nuevas generaciones con estas herramientas recreativas. En promedio, los niños de dos años pasan casi tres horas al día. Mientras que los de ocho años llegan casi a las cinco horas. Y los adolescentes, a las siete. En otras palabras, antes de llegar a la edad adulta, nuestros hijos habrán pasado el equivalente a 30 años escolares con pantallas recreativas. Es una locura.

– En el libro pone en duda los beneficios de la tecnología con fines académicos, eso que se llama el aula virtual o la docencia digital. ¿Por qué? 

Todos estamos de acuerdo en que los estudiantes deben aprender algunas habilidades digitales fundamentales, como programación, uso de software de oficina, seguridad, privacidad de datos, etc. También podemos estar de acuerdo en que las tecnologías digitales pueden ser una herramienta educativa relevante cuando las usa un profesor competente y se hace dentro de un proyecto educativo bien estructurado.

Pero, la mayoría de las veces, esto no es de lo que hablan los fanáticos del elearning. Para ellos, la cuestión es si podemos ahorrar dinero reemplazando el tiempo humano cualificado por el tiempo de una máquina. En casi todos los países occidentales, la escasez de profesores cualificados es brutal. Y la enseñanza digital es una solución perfecta para abordar este problema económico.

“Cuanto más invierten los sistemas educativos en tecnologías digitales, peor es el rendimiento académico de sus estudiantes”

Sin embargo, debemos ser honestos y reconocer que esta solución implica, como demuestran numerosos estudios a gran escala, una marcada caída en el rendimiento educativo y un aumento masivo de las desigualdades sociales. Como muestra el programa PISA, cuanto más invierten los sistemas educativos en tecnologías digitales, peor es el rendimiento académico de sus estudiantes en matemáticas, lenguaje y ciencias. Además, en Estados Unidos, en varias universidades pioneras, la generalización de los MOOC se ha convertido en un desastre pedagógico.

– En el libro propone que haya más tiempo para los libros. ¿Qué se pierden los niños y adolescentes que no leen en solitario?

Bueno, sería necesario un libro completo para responder a esta pregunta. En los estudios académicos, la lectura se ha relacionado con el lenguaje, la cultura, la capacidad de comprender a los demás, el rendimiento académico, etc. 

Por ejemplo, en promedio, hay más complejidad del lenguaje en los libros de preescolar que en los programas de televisión y conversaciones verbales comunes de adultos. Suele decirse que los nativos digitales son lectores pesados ??porque las redes sociales les hacen leer. Lamentablemente, los estudios informan de que cuanto más tiempo pasan allí, peor son sus habilidades lingüísticas. Porque el lenguaje generalmente es bastante pobre en las redes sociales y porque las nuevas redes incluso están reemplazando las palabras por imágenes y vídeos.

En los libros tienes descripciones largas de la psicología de la gente, de cómo se siente al estar asustada, triste o enamorada. He oído que estas descripciones ahora se consideran aburridas, desactualizadas, inútiles… Pero dan forma a nuestra capacidad para comprender a los demás y a nosotros mismos.

Michel Desmurget, autor de `La fábrica de cretinos digitales'

– En mi casa el uso de las pantallas es constante. Mis dos hijos adolescentes miran constantemente el móvil, la tablet, el ordenador o el televisor. Como yo, hay muchos padres preocupados por estos excesos. ¿Qué recomienda hacer a las familias para disminuir esta dependencia? 

Los niños y adolescentes necesitan escuchar que las pantallas recreativas dañan el desarrollo cerebral, perjudican el sueño, interfieren con la adquisición del lenguaje, debilitan el rendimiento académico, disminuyen la concentración, aumentan el riesgo de obesidad, etc.

Algunos estudios han demostrado que es más fácil para los niños y adolescentes seguir las reglas de pantalla cuando estas reglas se discuten de antemano. 

“Deben prohibirse las pantallas en la mañana antes de la escuela, y en la noche 90 minutos antes ir a la cama”

Entre las reglas más importantes, se pueden mencionar varias. Establecer un límite de tiempo diario y controlar los contenidos (deben adaptarse a la edad). Además, deben prohibirse las pantallas en la mañana antes de la escuela (afecta la concentración y la impulsividad) y en la noche 90 minutos antes ir a la cama (afecta el sueño). Y también en contextos sociales (cena, discusión, etc.), o cuando haces otra cosa (la multitarea es perjudicial para la atención y el rendimiento). Y sobre todo en el dormitorio. 

Los temporizadores que ahora se pueden instalar en dispositivos digitales son eficientes para ayudar a los niños a medir su consumo real. Es importante porque la mayoría de los usuarios subestiman este consumo. 

– Dando por hecho que por mucho que queramos las pantallas van a seguir con nosotros, ¿cómo podemos usarlas sin que nos conviertan en sus siervos? ¿Y durante cuánto tiempo? 

La idea general es simple: a cualquier edad, lo mínimo es lo mejor. Dicho esto, se puede considerar que una duración aceptable es una duración que no afecte al desarrollo. Dentro de este marco, la edad importa. Antes de los seis años, lo ideal es no tener pantallas. A partir de ese momento, si se adaptan los contenidos y se conserva el sueño, media hora al día está bien, o incluso una hora si no somos tan drásticos. Pero no olvide una cosa: estamos hablando de una hora ‘neuronal’, una que no daña el desarrollo. 

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Imágenes | Grupo Planeta, Benedicte Roscot, iStock.com/Love portrait and love the world

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