Más leña al fuego: ¿y si la agricultura ecológica tampoco fuese buena para el planeta?

La agricultura ecológica podría estar agravando el cambio climático

Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU está el de poner fin al hambre en 2030. A su vez, lograr un sistema de producción y consumo responsable y mitigar los efectos del cambio climático. Cada uno de estos objetivos está ligado a planes de acción para mejorar el planeta en que vivimos en los próximos 11 años. El problema está en que, en ocasiones, los pasos que se dan para avanzar hacia alguno de ellos parecen hacer retroceder los demás.

Un estudio de la Universidad Tecnológica de Chalmers (Suecia) señala que la producción de alimentos ecológicos puede impactar en el cambio climático. ¿La razón? Que su cultivo requiere de superficies de terreno más amplias. Lo cual lleva a más deforestación e implica un mayor gasto energético.

EL COSTE DE OPORTUNIDAD DEL CARBONO

Los investigadores de esta universidad sueca han desarrollado un nuevo método para evaluar el impacto climático del uso de la tierra. Este incluye una métrica que mide y compara las emisiones de carbono que provocan la producción de alimentos orgánicos y la producción de alimentos convencionales. La bautizaron como Carbon Opportunity Cost, que se podría traducir como coste de oportunidad del carbono.

Se basa en una premisa: el cultivo de alimentos ecológicos requiere extensiones de tierra mayores porque el rendimiento es más bajo. Explotar superficies más grandes implica un tipo de producción con el que se libera más dióxido de carbono.

La agricultura ecológica podría estar agravando el cambio climático

Se trata de los primeros estudios en tener en cuenta esta métrica. Hasta el momento, pocos habían tenido en cuenta que un mayor uso de la tierra conduce a un mayor impacto climático al realizar comparaciones entre alimentos orgánicos y convencionales. Lo cual, señalan desde la Universidad de Chalmers, es un gran descuido.

El peligro de cambiar árboles por cultivos

Un punto fundamental de esta métrica tiene que ver con las superficies arboladas que, en muchos casos, se talan y adaptan para servir a la agricultura. Analiza la cantidad de carbono que se almacena en los bosques y que se libera como dióxido de carbono como efecto de la deforestación. Y también el carbono que dejarán de fijar unos árboles que ya no existen.

Se suma al problema, además, el uso de energía en general que implica el cultivo extensivo. Como el consumo de combustible de los tractores y otras maquinarias agrarias, por ejemplo. Todo ello implica más emisiones que contribuyen al cambio climático.

”Nuestro estudio muestra que los guisantes orgánicos cultivados en Suecia tienen un impacto climático un 50% mayor que los guisantes de cultivo convencional”, señala Stefan Wirsenius, profesor asociado de Chalmers. “Para algunos alimentos hay una diferencia aún mayor. Por ejemplo, con el trigo orgánico de invierno en Suecia la diferencia es más cercana al 70%”.

Los responsables del estudio señalan, además, que esta métrica también podría aplicarse a la leche y los productos cárnicos, ya que su producción utiliza materia prima orgánica. Sin embargo, no han incluido estos alimentos en sus cálculos, por lo que no cuentan con datos o ejemplos concretos.

Los efectos de una economía global

Suecia es el cuarto país del mundo en el que más porcentaje de la cesta de la compra se dedica a alimentos ecológicos. Algo que, junto a su producción, tiene un impacto en lo que sucede en el resto del planeta.

“La producción mundial de alimentos se rige por el comercio internacional, por lo que la forma en que cultivamos en Suecia influye en la deforestación en los trópicos. Si usamos más tierras para la misma cantidad de alimentos, contribuimos indirectamente a una mayor deforestación en otras partes del mundo», señala Stefan Wirsenius.

Un nuevo enfoque

Lo que hace tan interesante este estudio no es que haga saltar de nuevo las alarmas sobre qué estamos haciendo mal frente al cambio climático. Ni que ponga en el punto de mira los alimentos ecológicos. De hecho, este no es el objetivo de los investigadores suecos: «Los alimentos ecológicos tienen varias ventajas en comparación con los producidos por métodos convencionales», señalan desde la universidad de Chalmers. “Por ejemplo, son mejores para el bienestar de los animales de granja”.

Lo que lo hace tan interesante es que incluye en el debate un nuevo punto de vista al señalar la importancia de que la propia tierra almacene carbono. Y el peligro que existe al dedicar más terreno a la agricultura. Sin embargo, no tiene en cuenta el impacto de fertilizantes y pesticidas de la agricultura convencional. Algo que también está teniendo consecuencias negativas en el planeta.

La conclusión que podríamos sacar de todo esto es que el desafío es mucho más grande del que se creía. Y que los planes de actuación frente al cambio climático deben tener en cuenta muchos frentes abiertos. La solución más simple podría pasar, quizá, por consumir solamente productos de proximidad y de temporada. Pero los suecos, claro, no tendrían guisantes en invierno.

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Imágenes | Unsplash/Markus Spiske, Chalmers University of Technology/News/Yen Strandqvist

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