El ecologismo a contracorriente de Michael Shellenberger

El ecologista estadounidense Michael Shellenberger.

El currículum como ecologista de Michael Shellenberger es impecable. Sin embargo, ahora este experto estadounidense ha publicado un libro donde pide abordar el desafío climático con menos dramatismo y ansiedad. Advierte que hay mucho por hacer y un exceso de alarmismo nos puede paralizar.

Shellenberger fue fundador de la organización de investigación independiente Environmental Progress, con sede en Berkeley (Estados Unidos), y ha colaborado en temas de energía y medio ambiente en ‘The New York Times’ y ‘The Washington Post’ durante más de dos décadas. 

Ayudó a salvar las últimas secuoyas del mundo y sacó adelante una iniciativa en Estados Unidos que luego derivó en el Green New Deal, el programa del partido demócrata para descarbonizar la economía estadounidense en 10 años. Y lideró otra iniciativa para mantener en funcionamiento las plantas de energía nuclear y así evitar picos de emisiones. 

Sin embargo, con el paso de los años, Shellenberger empezó a huir de una visión catastrofista sobre el futuro del planeta. Y, en su lugar, empezó a promover un ambientalismo moderado. O, como lo ha definido el prestigioso psicólogo cognitivo canadiense Steven Pinker, “más constructivo”

Shellenberger no se ha convertido en un negacionista del cambio climático, ni mucho menos. Él asume los enormes retos que tiene el planeta en cuestión de sostenibilidad. Sin embargo, se ha propuesto desdramatizar el debate que ha llevado a algunos gurús a anunciar el apocalipsis y a afirmar que “miles de millones de personas van a morir”, lo que ha generado una enorme ansiedad entre la población. En su opinión, seguir por ese camino sería paralizante y deprimente, y no hay energías que malgastar. Estamos, claramente, ante un ecologista a contracorriente.   

La mejor manera de proteger el planeta

 “Debemos proteger el planeta, pero, ¿cómo hacerlo? Algunas ramas del movimiento ambientalista se han recluido en una narrativa del pecado y la fatalidad que es contraproducente, antihumana y no demasiado científica”, se pregunta Pinker. Y Shellenberger le da respuesta con su libro ‘No hay apocalipsis. Por qué el alarmismo medioambiental nos perjudica a todos’. Un volumen de 500 páginas cargado de reflexiones y datos para la esperanza, y que ahora aparece en España. 

“Gran parte de lo que se les dice a las personas sobre el medio ambiente, incluido el clima, es erróneo y necesitamos desesperadamente hacerlo bien. Decidí escribir ‘No hay apocalipsis’ después de hartarme de la exageración, el alarmismo y el extremismo, que son enemigos de un ecologismo positivo, humanista y racional”, proclama Michael Shellenberger. 

Un medio ambiente que genera ansiedad y depresión

En el libro, el ambientalista estadounidense llama la atención sobre el aumento de los cuadros de ansiedad y depresión que está dejando el alarmismo climático, sobre todo entre los niños. “En 2017, la Asociación Estadounidense de Psicología diagnosticó el aumento de la ansiedad ecológica y lo calificó como ‘un miedo crónico a la fatalidad ambiental’. Los psicólogos británicos alertaron del impacto de las discusiones apocalípticas acerca del cambio climático en los niños en septiembre de 2019. En 2020, una gran encuesta nacional descubrió que uno de cada cinco niños británicos tenía pesadillas sobre el cambio climático”. 

Shellenberger muestra su enfado con políticos y gurús de toda condición que se han convertido en los últimos años en verdaderos ‘jinetes del Apocalipsis’ y la simplificación. Y que han seguido ese camino para ganar adeptos y destacar en un mundo mediático de mucho ruido (y pocas nueces). Como Alexandria Ocasio-Cortez, una de las líderes del partido demócrata, que en 2019, en una entrevista a ‘The Atlantic’, afirmó sin rubor que el mundo se acabará en 12 años “si no abordamos el cambio climático”.  

No estamos ante el fin del mundo, ni morirá una buena parte de la humanidad, proclama una y otra vez en su libro Shellenberger, que también recurre a los datos de los organismos científicos que siguen la evolución del clima para respaldar su moderado optimismo. “Cualquiera que crea que el cambio climático podría matar a miles de millones de personas y provocar el colapso de la civilización podría sorprenderse al descubrir que ninguno de los informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) contiene un solo escenario apocalíptico. En ninguna parte el IPCC describe que las naciones desarrolladas, como Estados Unidos, se convertirán en un ‘infierno climático’ que se parezca al Congo”. 

El catastrofismo complica el futuro de la Amazonia

También pone en duda Michael Shellenberger las supuestas consecuencias de los llamados “puntos de inflexión” que marcarán la deriva climática, como la pérdida rápida de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida Occidental o la desecación de la Amazonia. No dice que estas catástrofes sean un ‘cuento’, sino que no hay evidencia científica de que estos episodios sean más probables que otros también potencialmente muy dañinos, como el impacto de un asteroide, la explosión de un supervolcán o la propagación de un virus mortal. 

Precisamente, denuncia que la determinación de los periodistas de pintar un escenario catastrófico en la Amazonia es un obstáculo para que en Brasil agricultores y ambientalistas lleguen a un acuerdo. Y recuerda que, mientras se odia a los agricultores brasileños, se mima a los franceses o a los alemanes. De hecho, el aumento de la deforestación en la cuenca del Amazonas se debe en parte a la radicalización de unos agricultores atenazados por la agenda ambiental y que han encontrado en el presidente Jair Bolsonaro a su salvador.  

Las buenas noticias de Michael Shellenberger 

En su libro, Michael Shellenberger ve buenas noticias donde otros solo encuentran motivos para el pesimismo. Así, recuerda que las emisiones de carbono han disminuido en las naciones desarrolladas en las últimas décadas. En Europa, por ejemplo, fueron en 2018 un 23% inferiores a las de 1990, mientras que en Estados Unidos cayeron un 15% entre 2005 y 2016. 

Y pronostica que esa tendencia a la baja se impondrá en algún momento en los países en desarrollo, donde desafortunadamente las emisiones siguen al alza. Y será una vez estos territorios alcancen un nivel similar de prosperidad al de las naciones ricas. “La Agencia Internacional de Energía (AIE) pronostica que las emisiones de carbono para 2040 serán más bajas que en casi todos los escenarios del IPCC”, recuerda.  

Temas espinosos e incorrección política 

Shellenberger aborda en su libro temas espinosos, como la discutible eficiencia de los sistemas de reciclado del plástico. Y adopta un punto de vista políticamente incorrecto entre los fanáticos del ecologismo y los detractores de la globalización cuando toca hablar, por ejemplo, del mercado internacional de la moda. 

“Los ecologistas y los medios de comunicación deberían dejar de sugerir que las marcas de moda rápida y barata como H&M se están comportando de manera poco ética al establecer fábricas en países pobres”. El autor de ‘No hay apocalipsis’ pide una mejora de las condiciones de los trabajadores en esas factorías, pero, sobre todo, que se dé una oportunidad a esos países de sumarse al comercio mundial. También resta importancia al veganismo como vía para reducir emisiones: “Un estudio descubrió que si todos los estadounidenses se volvieran veganos, las emisiones se reducirían solo en un 2,6%”. 

Más contundente si cabe es su opinión sobre la energía nuclear. Shellenberger es un defensor de este tipo de energía por su alta eficiencia y su capacidad para descarbonizar. Y duda de los beneficios de las renovables, que son ineficientes, caras y “poco confiables”. “La densidad de la energía determina el impacto ambiental. Así, el carbón es bueno cuando reemplaza a la madera y malo cuando reemplaza al gas natural o la energía nuclear. El gas natural es bueno cuando reemplaza al carbón y malo cuando reemplaza al uranio. Solo la energía nuclear puede impulsar nuestra civilización humana de alto consumo energético al mismo tiempo que reduce la huella ambiental de la humanidad”, explica.

La nueva religión de las élites occidentales

En definitiva, Shellenberger denuncia que detrás del ambientalismo apocalíptico se esconden muchos clichés y malentendidos, pero también poderosos intereses financieros. Elon Musk y el fundador de la CNN Ted Turner están entre los favorecidos.

Y considera el ecologismo la nueva religión secular dominante de las élites occidentales. “Proporciona una nueva historia sobre nuestro propósito colectivo e individual. Designa buenos y malos, héroes y villanos. Y lo hace mediante un lenguaje científico, lo que le otorga legitimidad”. A falta de Dios y de salvación del alma, más salvación del planeta. Es lo que nos viene a decir. 

El gran problema, sin embargo, es que esta religión de nuevo cuño se ha vuelto “apocalíptica, destructiva y derrotista”. Y eso nos hace infelices y, sobre todo, nos paraliza. Michael Shellenberger nos invita a abandonar tristezas y a lanzarnos a cambiar el mundo. Porque queda mucho CO2 por eliminar. 

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Imágenes | Ediciones Deusto, iStock.com/luoman

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