No te imaginas toda la historia que nos queda por descubrir gracias a la tecnología

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Se descubre una megalópolis maya con 60.000 edificio en la jungla de Petén (Guatemala) usando LiDAR. Descubiertos 143 nuevos glifos de Nazca (Perú) debido a una inteligencia artificial. Se descubre un monolito de 2500 a.C. en el Bosque de Dean (Inglaterra) usando un escáner aéreo. Las nuevas herramientas tecnológicas nos están permitiendo redescubrir la historia.

Los libros de texto sobre la historia se tambalean. Las nobles conquistas se tornan expolios y algunas civilizaciones importantísimas en la época ni siquiera estaban registradas, lo que hace difícil su inclusión en la línea argumental. Es lo que tiene haber mirado la historia a través del ojo de una cerradura, estudiando únicamente la superficie, a veces en sentido literal.

Como la civilización harappa, de la que presuponemos su pacifismo durante siete siglos porque no hemos encontrado ningún registro de guerra. Claro, que tampoco sabíamos nada de un muro de 115 km de largo y cuatro de ancho que cruza Irán e Irak, y eso que está en plena superficie y cuesta no verlo. Es más, cuesta no tropezarse con él. Y, aún así, es un descubrimiento reciente.

El muro de Gawri, perfectamente visible

Buena parte de los descubrimientos actuales ya eran conocidos hace tiempo. Como cuando Colón llegó a América unos cinco siglos después del primer vikingo. Y algo similar ocurría con el muro de Gawri, del que la población local era perfectamente consciente desde hacía milenios. Como para no verlo.

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Construido hacia el tercer milenio antes de Cristo, hizo falta que un equipo de arqueólogos pasease por Sarpol-e Zahab para que alguien se dignase en registrarlo. Y su mera consideración podría cambiar la percepción histórica de las gentes de la época.

El muro de Gawri, además de ser enorme y cubrir incluso varias montañas, necesitó de complejas técnicas de construcción para su alzado. Su complejidad arquitectónica, con puestos de guardia cada cierto número de kilómetros, ha trastocado más de una tesis doctoral sobre cómo vivían los pueblos de Sarpol-e Zahab, en Irán. Eran más avanzados de lo que se pensaba.

El caso es que el muro es visible a lo largo de sus más de 100 kilómetros, y cuesta entender cómo los arqueólogos han pasado esta megaconstrucción por alto. Es como si alguien hubiese perdido la Gran Muralla China o el templo de Chichén Itzá. Pero lo cierto es es que este tipo de redescubrimientos se dan constantemente, especialmente cuando hacen uso de tecnología.

60.000 edificios mayas perdidos en la jungla

Mucho más difícil de visualizar fue el descubrimiento en 2018 de un conjunto de ciudades interconectadas en plena jungla de Petén. Parte de lo que hoy día es Guatemala estuvo ocupada durante tiempo por la población maya, de la que también recientemente se ha descubierto que incluso llegó a cambiar el clima de América y Europa debido al uso intensivo de la agricultura.

Cada vez que buceamos en las profundidades del subsuelo encontramos nuevas noticias de aquellas sociedades que no eran tan primitivas como habíamos considerado. Después de todo, uno ha de tener cierta pericia tecnológica para construir los 60.000 edificios descubiertos mediante técnicas LiDAR (la misma que hace de ojos al vehículo autónomo) o cambiar el clima.

Pero es que este tipo de estructuras no dejan de aparecer. A finales de 2019, un equipo de investigadores trabajando en Yucatán confirmó el descubrimiento de un palacio enorme. Basta ver el vídeo para darse cuenta de que, en realidad, el palacio ya era perfectamente visible. Probablemente ha estado ahí mismo, a la vista durante los últimos milenios, sin que nadie le prestara atención.

En 2016 se hizo famoso el descubrimiento de una primera pirámide sobre la que se construyó el templo de Kukulkán, a 200 kilómetros escasos del palacio de 2019, también haciendo uso de tecnología. Esta costó mucho más tecnológicamente hablando, y unos años antes, en 2013, se descubrió un enorme friso maya de hace 1400 años no lejos de la megaciudad descubierta recientemente.

Ya en 2007 se publicó un estudio sobre esta zona, con el descubrimiento de decenas de edificios, frisos y otros objetos de importancia. Da la impresión de que, cavemos donde cavemos, vamos a encontrar una pieza histórica que nos hará cuestionar el conocimiento que creíamos tener.

Una inteligencia artificial limpia nuevas líneas de Nazca

Durante años las líneas de Nazca han ido apareciendo a cuentagotas. Pero en 2019, haciendo uso de técnicas de inteligencia artificial de IBM (Watson), han sido descubiertas 143 de una vez. En esencia, lo que ha hecho esta IA ha sido especializarse en determinar contornos en base a fotografías satelitales. Una suerte de ‘limpieza de imagen’ que ha dado con decenas de nuevos glifos.

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A diferencia de otros, descubiertos previamente, casi toda esta generación se caracteriza por no estar tan bien contorneada como otros trazados de Nazca. La misma tecnología que se usa en detección de tumores con una tasa de acierto muy superior a la humana ahora se usa para descubrir el pasado de la humanidad.

Un anillo de 25 metros de diámetro en Inglaterra

También durante 2019 se realizó un descubrimiento que combinaba imágenes LiDAR y satelitales: un anillo de 25 metros de diámetro en el Bosque de Dean (Inglaterra). Este monumento de la Edad de Bronce lleva ahí entre 3.500 y 4.500 años, y lo cierto es que nadie sabe para qué se usaba.

El bosque lo había cubierto durante milenios y solo la tecnología nos ha permitido visualizarlo. Aunque en una primera instancia se pensó que podría ser un búnker de la Segunda Guerra Mundial, lo cierto es que se trata de algo mucho más antiguo.

Durante los últimos años se han realizado tantos descubrimientos que resulta imposible atenderlos a todos: la ciudad de Mahendraparvata, en Camboya; decenas de barcos hundidos en el Egeo, Grecia; túneles ocultos en el Templo de los Caballeros, Israel, y un largo etcétera. No cabe duda de que, haciendo uso de la última tecnología, seguirán apareciendo más y más.

La historia es más rica de lo que creíamos. Es probable que tal o cual invento en realidad pertenezca a otra parte del mundo y otro tiempo, como cuando atribuimos a la Grecia Clásica la democracia sin tener en cuenta que en la India ya llevaban unos siglos probando aquello de las repúblicas democráticas.

A medida que cavamos, en ocasiones usando ojos láser o complejos satélites lanzados en principio para mapear el mundo, descubrimos que la historia no es como nos la habían contado, y que queda mucho por descubrir.

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Imágenes | Alex Azabache, O. Sorkhabi, F. Fatahi, S. Alibaigi, Yamagata University

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