Nuevas etiquetas energéticas para fomentar la fabricación de electrodomésticos más eficientes

etiquetas energéticas

El Proyecto BELT (Boost Energy Label Take up) es una iniciativa europea cuyo objetivo es hacer más sencillo el cambio de las etiquetas energéticas de los electrodomésticos, previsto para los próximos meses. Con ella se pretende que los consumidores estén al tanto de esta transición y sepan qué datos proporcionan.

El nuevo etiquetado no solo informará del consumo eléctrico, también aportará datos sobre el agua utilizada por ciclo de lavado, la capacidad de almacenamiento o el ruido, entre otros. Además, incluirán un código QR que los usuarios podrán escanear para obtener información adicional sobre el producto.

En noviembre comienza la puesta en marcha de este plan que, si se cumple con la hoja de ruta establecida, finalizará en enero de 2022. Antes, en marzo de 2021, deberá estar visibles en los productos afectados disponibles en los comercios.

Más espacio para la eficiencia energética

Es posible que quienes compren una lavadora, frigorífico o televisor en los próximos meses vean que figuran dos tipos de etiquetas en el embalaje relacionadas con su eficiencia energética. Una de ellas es la que llevamos viendo desde hace unos años y que recoge una directiva europea del año 2010. Se trata de una escala que originalmente tenía siete clases, de A (más eficiente) a G (menos eficiente), pero que al mejorar la eficiencia de las lavadoras cambió y se introdujeron las nomenclaturas A+, A++ y la A+++.

La otra etiqueta es la que ha redefinido la Unión Europea en el Reglamento 2017/1369 y que deroga la anterior normativa. En el nuevo etiquetado hay un máximo de siete clases, de nuevo de A a G. En el momento de su lanzamiento no habrá ningún producto que cumpla las condiciones de máxima eficiencia. Es decir, la clasificación A se dejará vacía, liberando así ese espacio de mejora.

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Además de cambiar la letra, la nueva normativa también modifica el método de cálculo. Esto significa que no habrá una correspondencia directa entre las etiquetas antiguas y las nuevas. Por eso puede resultar extraño ver que algunos modelos pasan a tener un consumo anual diferente, siendo el mismo producto

¿Cómo afecta esta cambio a los electrodomésticos en comercialización? La etiqueta que se usaba hasta ahora debe ser ‘reescalada’. Por ejemplo, un producto que muestre una clase de eficiencia energética A +++, con el nuevo reglamento se convertirá en una clase B. Su consumo de energía, evidentemente, es el mismo que antes, pero se cambia su clasificación atendiendo al nuevo reglamento.

Iniciativa europea

El Proyecto BELT, del que forman parte 11 empresas y organismos europeos, pretende hacer más sencillo este cambio. “Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ya insistimos sobre la necesidad de simplificar la etiqueta energética de los electrodomésticos y solicitábamos la vuelta a la escala inicial de la A a la G. Consideramos que los consumidores ganarán en información con esta mejora”, explica desde la OCU uno de sus socios.

Un plan que han llevado a cabo con otras entidades como BEUC, la organización de consumidores europea, y ANEC, la voz de los consumidores en la normalización europea. “El proyecto europeo BELT tiene como objetivo apoyar en la transición evitando los errores de interpretación. Ayudando, por un lado, a los compradores para que sigan eligiendo productos de mejor rendimiento y, por otro, a los fabricantes para que investiguen y lancen electrodomésticos más eficientes”, resume.

Además, con la nueva normativa se ha puesto en marcha un registro de productos disponible desde enero de 2019. Su fin es facilitar el trabajo a las autoridades de supervisión de los Estados miembros, al mismo tiempo que se garantiza que los cálculos de eficiencia energética se correspondieran con los declarados por los fabricantes.

Los afectados por la ‘reescalada’ son cinco grupos de electrodomésticos: lavavajillas, lavadoras y lavadoras-secadoras, refrigeradores (incluidos los destinados al almacenamiento de vino), lámparas y pantallas electrónicas (también monitores de televisión y pantallas de señalización digital). A estos productos se añade ahora el grupo de aparatos frigoríficos con función de venta directa, conocidos como frigoríficos ‘comerciales’.

Cómo son las nuevas etiquetas

Desde la OCU ofrecen esta descripción del que aparecería en una lavadora para interpretarlas correctamente:

  • Clases: siete como máximo, de la A a la G. El verde oscuro indica un producto altamente eficiente y el rojo uno de baja eficiencia. Se basa en un índice de eficiencia energética (EEI) que tiene en cuenta el consumo anual de energía y en cada programa. El gasto energético se basa en 100 ciclos de lavado.
  • Pictogramas: destacan las características del programa “Eco 40-60”: capacidad de carga (kg); duración en minutos; consumo de agua, litros/ciclo; clase de eficiencia centrifugado (escala A a G); ruido del centrifugado dB(A) y la clase de emisión de ruido (escala de A a D).
  • Consumo anual de energía: muestra el consumo energético ponderado en kWh/100 ciclos de funcionamiento (en el programa “Eco 40-60”).
  • Código QR: escaneándolo se accede a más datos sobre el producto.
  • Clase asignada: señala el grupo en el que está encuadrado el producto etiquetado.
  • Límites más exigentes: los aparatos quedarán en una clase energética más baja que la actual, al ser los límites más estricto.

Para que este etiquetado siga siendo útil, y fomentar la mejora continua de la eficiencia, está previsto que se revise el sistema de etiquetado cuando el 30% de los productos en el mercado reciban la máxima clasificación (A) o cuando el 50% esté en las franjas A y B. De esta forma el sistema no quedará obsoleto, como ya ha ocurrido con el que se emplea actualmente, y se fomentará el desarrollo e innovación en este campo.

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Imágenes | OCU, iStock/GA161076, george tsartsianidis, Serghei Starus, nrd on Unsplash

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