El 1 de septiembre entró en vigor en España, y en toda la Unión Europea, la prohibición de fabricar lámparas halógenas. Esto quiere decir que cuando se agote el stock que aún queda en las tiendas ya no habrá ninguna más. Pero lo que es más importante: se da otro impulso al uso de fuentes de energía más eficientes y respetuosas con el medioambiente.
Esta medida responde al compromiso adoptado por la UE de reducir las emisiones de CO2 y su huella de carbono. Y sigue la estela de otras luminarias que hemos visto desaparecer de manera gradual de los comercios en los últimos años. A las bombillas incandescentes y a los focos halógenos ya les tocó en 2016 y 2012, respectivamente.
Ya no habrá halógenos en las tiendas
A pesar de que este calendario está recogido en la Directiva ErP (EC) 244/2009 publicada en otoño de 2009, y actualizado en 2015, son muchos los consumidores a los que les ha pillado por sorpresa. Según un estudio de LEDVANCE, empresa proveedora de iluminación, uno de cada dos europeos desconocía esta prohibición.
De hecho, hasta un tercio de los encuestados todavía incluye en su lista de la compra lámparas halógenas (29%) o incandescentes (27%). Sin embargo, dentro de poco tiempo ya no las encontrarán en los estantes de las tiendas. Porque no solo están prohibidas las lámparas halógenas fabricadas en Europa después del 31 de agosto de 2018, también las procedentes de cualquier país no europeo.
La regulación que entró en vigor el 1 de septiembre afecta a las halógenas que emiten una luz omnidireccional. Generalmente son aquellas con casquillos E27 o E14 y que funcionan sin transformador. Así como algunos modelos con casquillo tipo G4 o GY6.35.
Mientras que quedan excluidas de esta medida aquellas de uso especial. Es el caso de las lámparas de horno que no pueden ser reemplazadas con tecnologías alternativas que ahorren energía. Otros productos a los cuales no se aplica la regulación son las lámparas halógenas con casquillo R7s o G9.
Las sustitutas de las halógenas son las lámparas LED. Actualmente existen varias modalidades en el mercado. Al principio el consumidor, sobre todo el de edad avanzada, puede sentirse apabullado por la variedad de la oferta. Sin embargo, solo necesitará fijarse en algunas características para no errar en su compra.
Cómo elegir una lámpara LED
Hay que tener en cuenta el tipo de casquillo (rosca o pin) y la forma (clásica o foco), así como la temperatura de color. Es decir, si se prefiere luz cálida o más fría. Para esto hay que fijarse en un valor que oscila entre los 2.700°K –más anaranjada– y los 5.000°K –más blanca–.
Tampoco hay que perder de vista la potencia para encontrar la equivalencia que se solía utilizar en las lámparas halógenas. Lo habitual es que tanto la temperatura del color como la potencia vengan especificadas en la caja. De manera orientativa, una bombilla LED de 7 Vatios (W) se parece a una incandescente tradicional de 60W.
Esta última magnitud es lo que indica el consumo. Así que es evidente que el uso de LED supone un ahorro. Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recuerdan que estas bombillas dan la misma cantidad de electricidad, pero consumiendo una décima parte de energía. Por esto, son hasta 10 veces más eficientes que las incandescentes.
En su contra está su precio, más elevado que el resto. Pero gracias a su mayor duración y eficiencia energética finalmente el gasto total es menor. Desde la OCU apuntan que se espera que el aumento de la oferta suponga una bajada de los precios.
En España, el cambio de las bombillas tradicionales a las LED se ha producido de manera gradual. En nuestro país, el alumbrado halógeno supone entre el 30% y el 40% del parque actual en el ámbito doméstico, según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación (ANFALUM). “Esto es debido a la progresiva implantación del LED en el mercado. Desde hace varios años consecutivos en España ya supera el 60% del mismo”, afirma Alfredo Berges, director general de la asociación.
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