¿Estamos preparados para la próxima tormenta solar que podría desconectar internet?

Una tormenta solar es un fenómeno raro e inusual, pero que no hay que descartar. Los científicos advierten de que hay que elaborar planes de contingencia para hacerle frente. La próxima tormenta podría estar a la vuelta de la esquina.


Hemos visto el mundo clausurado por una pandemia que casi nadie podía concebir. También empezamos a imaginarnos un planeta estresado por el cambio climático, con episodios cada vez más frecuentes de desastres naturales causados por el calentamiento global.

Por otro lado, los expertos nos avisan de que tendremos que buscar la forma de afrontar la escasez creciente de recursos energéticos, sobre todo los que provienen del tratamiento de combustibles fósiles. Y ahora se añade otro motivo de preocupación muy del gusto de los catastrofistas: quedarnos sin internet por culpa de las tormentas solares. La posibilidad es remota, pero está ahí. 

Durante décadas, los científicos han especulado sobre los efectos que tendría en las infraestructuras comunicaciones mundiales una fuerte tormenta solar. Este verano, la investigadora Sangeethe Abdu Jyothi, de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos), volvió a alzar la voz de alarma. Fue en un evento que reunió a expertos de telecomunicaciones. Su charla que llevaba un título bien significativo y no apto para aprensivos: ‘Supertormentas solares: planeando un apocalipsis de internet’. 

Una tormenta solar (o lo que los expertos llaman eyección de la masa coronal del Sol) crea una gran volumen de partículas imantadas que impactan con el campo magnético que protege la Tierra. Una de las infraestructuras que más sufriría serían los cables submarinos que conectan continentes, lo que provocaría una pérdida masiva de conectividad en todo el planeta y dejaría países enteros sin acceso a la red. También quedaría fuera de juego la red de satélites que hace posible la navegación GPS. 

Las infraestructuras locales se salvarían

La buena noticia, aunque insuficiente para garantizar la normalidad en las comunicaciones globales si una de estas tormentas se desata, es que las infraestructuras locales y regionales de internet no se verían afectadas. La razón, según las investigaciones de Sangeethe Abdu Jyothi, es que la fibra óptica no está tan expuesta a los cambios en el campo electromagnético

En el caso de los cables submarinos, el problema es que en su diseño se incluyen repetidores que se distribuyen cada 50 o 150 kilómetros, con el fin de amplificar la señal y evitar las pérdidas de información. Y son los componentes electrónicos de esos cables los que sí son vulnerables a las corrientes geomagnéticas. 

Además, los cálculos de los científicos apuntan a que las infraestructuras que más sufrirían una tormenta solar serían las próximas a los polos. Esto hace, por ejemplo, que Asia, donde muchos cables submarinos se concentran en Singapur, un emplazamiento muy próximo al ecuador, esté menos expuesta. 

En el caso del transporte aéreo, la actividad cercana a los polos también se vería muy afectada. Ya en 2012, Delta Air Lines desvió algunas rutas que conectaban Detroit (Estados Unidos) con Asia y que sobrevolaban los polos debido a la llamarada solar más potente en años.

Pérdidas astronómicas para la economía  

Hoy en día, casi todas las actividades dependen en mayor o menor medida de internet. Desde un cultivo que es monitorizado por drones y sensores a los servicios bancarios y las reservas de aviones y hoteles. Las pérdidas económicas de un colapso de la red serían gigantescas

Según la investigadora de la Universidad de California, estamos hablando de unos 7000 millones de dólares en pérdidas en un solo día, y solamente en Estados Unidos. Un informe de 2008 de las Academias de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos iba más allá. Cuantificaba los daños de una tormenta solar severa entre uno y dos billones de dólares solo en el primer año. Además, establecía en diez años el periodo de recuperación de un shock de esa naturaleza.  

“No hubo protocolo para enfrentarnos de manera efectiva a la pandemia de la COVID-19, y tampoco lo hay para garantizar la resiliencia de internet”, ha advertido Abdu Jyothi a la publicación ‘Wired’. “Nuestra infraestructura no está preparada para un evento solar a gran escala. Tenemos poca idea de los destrozos que podría provocar”, señaló. 

Una tormenta solar para el recuerdo

Las tormentas solares extremas han sido un evento muy poco usual. Por eso escasea la información sobre su alcance y sus efectos reales. No obstante, las de 1859 y 1921 ya fueron un aviso. En la de 1859, denominada ‘Carrington event, las agujas de las brújulas se descontrolaron. Entre el 1 y el 2 de septiembre de ese año, las líneas de telégrafo entre Europa y Estados Unidos quedaron inutilizadas. Y también provocó auroras boreales, ese fenómeno tan nórdico, nada menos que en Colombia.

Más recientemente, en 1989, una tormenta solar de carácter moderado tumbó la red hidroeléctrica de Quebec, en Canadá. La consecuencia fue un apagón de nueve horas en el área noreste del país. 

Los científicos ahora advierten de que habrá que abrir mucho los ojos para estar pendientes de las temidas tormentas solares porque las posibilidades de que ocurran están subiendo. Entramos ahora en un periodo de máxima actividad solar. Y el culmen de este ciclo se alcanzará a mediados de esta década, según el Instituto Astrofísico de Canarias.

En España, el Departamento de Seguridad Nacional, que asesora al presidente del Gobierno, publicó un documento donde mencionaba las tormentas solares como “una amenaza de potencial catastrófico” que tendría, entre otras consecuencias, el bloqueo de las radiocomunicaciones y daños en los componentes electrónicos de satélites y redes eléctricas. 

Las tormentas solares se producen cada 100 o 200 años

En ese texto no se hablaba de los cables oceánicos que mantienen internet operativa a nivel global. Sin embargo, los expertos calculan que aunque estos eventos extremos son bastante raros, se producen cada 100 o 200 años, y desde el evento Carrington ya han pasado 160. 

Además, la Universidad de Reading (Reino Unido) también ha advertido de que se aproxima un ciclo de enormes tormentas solares que se prolongará durante la segunda parte de esta década. Por eso, advertía la investigadora Sangeethe Abdu Jyothi, conviene que los gobiernos tengan protocolos de actuación para salvar en lo posible las comunicaciones a nivel global ante el caso de que se produzca una tormenta solar. Para que no nos pase lo mismo que con la COVID-19.

En Nobbot | Un mar de cables: el futuro de Internet está bajo el agua

Imágenes | iStock.com/Pitris, Freepik, Pexels

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *