Un bebé robot sin rostro para transitar, entre risas y lloros, por el “valle inquietante”

El desarrollo antropomórfico de los robots se enfrenta a obstáculos como el llamado valle inquietante, planteado por Masahiro Mori en 1970 y, por ello, Hiro-Chan no tiene rostro.

Mori señaló que la afinidad de las personas con los robots va creciendo a medida que estos parecen cada vez más reales pero, cuando llegan a cierto nivel de semejanza, la respuesta emocional positiva se convierte en negativa. Pasan de ser adorables autómatas a sobrecogedoras réplicas de seres vivos que en realidad no lo están. Cuando esto ocurre, se entraría en ese “valle” descrito por el investigador nipón.

Para evitar este efecto, el nuevo robot Hiro-chan, desarrollado por la compañía japonesa Vstone, especializada en robótica educativa, no tiene rostro. Parece extraño, pues este ingenio está concebido para comunicar sus emociones a sus usuarios, pero la idea tiene sentido. Como dice la experta en robótica Laurence Devillers, investigadora en el CNRS, “somos seres muy complejos y, por tanto, nuestra replicación también lo es”.

abrazos en el valle inquietante

Hiro-chan está dirigido a personas de la tercera edad, aunque su funcionamiento es lo suficientemente simple que despierte el interés en otros segmentos de población, que buscarán en este pequeño robot la satisfacción de cuidarlo para hacer que se sienta mejor.

Y es que toda la existencia de Hiro-chan parece estar basada en la transición de triste a feliz en respuesta a los abrazos. Si lo dejas solo, el humor de Hiro-chan empeorará gradualmente y comenzará a llorar. Si lo levantas y lo abrazas, un acelerómetro detectará el movimiento, y el estado de ánimo de Hiro-chan mejorará hasta que comience a reír.

Vstone cree que porporcionarle una cara al robot (y una expresión fija) lo haría mucho menos convincente y emocionalmente insatisfactorio: el robot tendría la expresión «incorrecta» la mitad del tiempo. En cambio, el usuario puede escuchar las señales de audio de Hiro-chan (más de 100) e imaginar una cara. Así se evita el efecto valle inquietante y el coste del robot se reduce, pues no hay necesidad de pantallas en rostros simulados.

Vstone dice que la falta de una cara mejorará el apego del usuario al robot, y que las pruebas durante el desarrollo del producto «demostraron que los diseños sin caras eran tan populares como los diseños con caras». Los usuarios también pueden mejorar el apego cosiendo ropa para el robot, según patrones que Vstone proporcionará a través de su web.

Parece raro y lo es, pero quizás sea menos raro que observar el rostro de un robot…humano pero no lo suficiente.

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