Que no te engañen: el Blue Monday no es el día más triste del año

Cada tercer lunes de enero llega el famoso y catastrófico Blue Monday, el día más deprimente del año. Después de leer los cientos y cientos de mensajes que carga la red durante esas 24 horas sobre la tristeza que camina entre nosotros, es casi imposible no deprimirse. Teniendo en cuenta, además, que es lunes, que hace más frío que en el cumpleaños de un pingüino, que las vacaciones de Navidad han acabado y aún queda mucho para las de verano, la mezcla es explosiva. Pero, ¿qué diferencia hay entre el tercer lunes de enero y el cuarto? ¿Y entre el tercero y el segundo? ¿Es el Blue Monday el día más triste de los 365 que tiene el año? La realidad es que no. Esta, en cierto modo, absurda teoría, nació para una campaña publicitaria y quedó grabada a fuego en nuestro subconsciente. Parece que, a veces, somos un pelín dramáticos.

Having the blues

El nombre de Blue Monday proviene de la expresión popular inglesa having the blues que significa, simplemente, estar triste. Esta pesimista idea nació para dar forma a una campaña publicitaria de la ya desaparecida agencia de viajes Sky Travel. Corría el año 2005 cuando las ideas de sus creativos brillaban por su ausencia y, a alguna mente prodigiosa, se le ocurrió calcular cuál sería el mejor día del año para reservar las vacaciones de verano. Hasta aquí puede parecer que esta teoría no tiene nada que ver con la depresión y el tono grisáceo que caracteriza al Blue Monday, pero en publicidad todo tiene un doble sentido.

La empresa le pidió a Cliff Arnall, psicólogo y profesor adjunto en la Universidad de Cardiff, que encontrase la fórmula para desvelar el ansiado secreto y Arnall se puso manos a la obra. «Me pidieron que calculara cuál sería el mejor día para contratar las vacaciones de verano. Así que empecé a pensar en qué factores llevan a pensar en las vacaciones, y dí con los elementos que apuntaban a que el tercer lunes de enero era particularmente deprimente» relataba el artífice Arnall en 2010 a The Telegraph.

La fórmula es esta, al igual que podría ser cualquier otra: [W+(D-d)]xTQ/MxNA. No os preocupéis si os parece que está escrita en élfico porque a nosotros, hasta hace un segundo, nos ha pasado exactamente igual. Con esta fórmula delante el Blue Monday sigue siendo un absurdo y extraño misterio así que vamos a desvelar los componentes del asunto, a ver si vemos un poco la luz. La W hace referencia a la meteorología (el frío polar vamos); la D a la deuda (que nos hemos pasado comprando regalos en Navidad); la d al salario (si fuera más alto mejor); la T al tiempo transcurrido desde Navidad (parece que fue hace mil años); la Q el tiempo transcurrido hasta abandonar un propósito de año nuevo (que rápido nos cansamos ¿eh?); la M al índice de motivación y NA, la necesidad de hacer algo al respecto. Vamos, que cuando nos damos cuenta de que todo es un desastre y nos deprimimos nos entran ganas de gastar, por ejemplo, en vacaciones.


La empresa quería conseguir una especie de meta para sus clientes. Si estos estaban profundamente tristes por los factores que os hemos nombrado un poco más arriba, podrían sobrellevar su depresión con la idea de pegarse unas buenas vacaciones. Pensar que dentro de unos meses vas a estar tumbado en el Caribe, mojito en mano, anima a cualquiera ¿no?

¿El Blue Monday o el Bulo Monday?

Cliff Arnall compartió esta fórmula con los medios de comunicación. Estos no iban a molestarse en contrastar la fiabilidad de este experimento (total ¿para qué?) y fue ahí donde nació el mito del Blue Monday. Obviamente la comunidad científica se indignó en gordo y la Universidad de Cardiff se desligó totalmente de la figura profesional de Arnall. Mientras tanto, él pasaba de polémicas y se autodenominaba «gurú freelance de la felicidad». Un tiempo después, se embarcó en la misma misión pero al revés y trató de calcular el día más feliz del año para la campaña publicitaria de una marca de helados. Vamos, todo un genio.

Actualmente el Blue Monday es otra burda excusa para gastar. Las tiendas se preocupan mucho por nuestro estado de ánimo (¿verdad que sí?) y nos ofrecen alternativas para levantarlo. Viajes, ropa, experiencias… todo vale con tal de agrandar un poco la recaudación de la caja…uy, queríamos decir con tal de sacar una sonrisa a los clientes. La conclusión de todo esto es sencilla: el tercer lunes de enero no tiene por qué ser el más triste del año, de hecho, ¿quién nos dice que no pueden ser 24 horas de felicidad absoluta? Y eso sí, si queréis daros un capricho… ¡dejáos de excusas por favor!

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