Blindándose frente al apocalipsis: así son los ‘preppers’

Estar listo para el fin de la humanidad suena a oxímoron, a una especie de metáfora perversa sobre nuestra anticipación y planificación ante la hecatombe y la extinción. Claro, hay escenarios intermedios. Desastres naturales y enfermedades que, a través de una buena planificación y gestión de recursos, pueden sobrellevarse con mejor fortuna.

Los preparacionistas o preppers así lo creen, intuyen que en cualquier momento puede llegar la sexta extinción. Y se arman de recursos para hacerle frente.

Refugios acorazados aislados de núcleos urbanos, comida enlatada lista para precalentar, filtros de agua, medicinas, prismáticos… No hay mejor forma de encapsular la ansiedad ante lo desconocido que organizando recursos frente a esa medianoche, aunque dicho fin puede desencadenarse de cualquier forma: colapso financiero global, invasión extraterrestre, guerra nuclear o, incluso, alguna mutación letal del coronavirus.

DEFINICIÓN DE PREPPER

Olvídate de las excentricidades y los gorritos de papel de aluminio. La élite de Silicon Valley son los principales preparados para el fin del mundo. Y el país donde podría proteger a toda su población es Suiza, con más de 300.000 búnkeres para 8,57 millones de habitantes, muy lejos de los 65.000 refugios de Suecia, por ejemplo. Y no para lo que imaginas: ante un tsunami o tormenta de nieve, los más preparados cuentan con ventaja.

El ‘movimiento’ prepper aduce a la persona o grupo de personas que se preparan activamente para sobrevivir a ese caos, a esa alteración social, energética, geopolítica o ambiental. No nos falta literatura sobre el fin del mundo, ni series sobre una hipotética III Guerra Mundial, pelis de armagedones o podcasts survivalistas.

EN PLENO APOGEO DEL CORONAVIRUS

Con casi 150.000 personas infectadas por el COVID-19, la venta online de artículos para preppers se ha disparado entre un 150 y un 300%.

En este momento, cadenas de supermercados como Eroski o Mercadona luchan por reponer los distintos geles de manos hidroalcohólicos —fabricarlo casero es tan sencillo como mezclar jabón de manos con una proporción de isopropanol—. Y las dichosas mascarillas, agotadas o revendidas. En eBay se pusieron a la venta 12 cajas de 20 máscaras quirúrgicas por más de 4.500 euros.

Especulación ante el miedo. Es bueno estar listo pero el pánico innecesario solo engendra monstruos. Como apuntaban en Quartz, la clave está en la preparación para emergencias y escasez, no en crear una emergencia mediante escasez. La OMS alertó sobre este abuso de precios: solo pone en peligro la operatividad y seguridad de las cadenas de suministro.

Muchos de estos preppers se consideran personas audaces y visionarias, que aprovechan las oportunidades cuando se presentan y no aguardan al punto de no retorno. My Patriot Supply prefiere colgar un “out of stock” que disparar sus precios para lucrarse de este obsesivo aprovisionamiento.

MI VECINO ES UN PREPPER

Entonces, ¿quiénes son los preppers? Si la literatura zombi nos recuerda que nuestro vecino puede ser nuestro mayor enemigo, el prepper no parece creer en esto. Youtubers como el argentino Julián Godoy han erigido sus imperios aportando consejos que podría llevar a cabo casi cualquier persona —cómo guardar las legumbres para que no se pudran, cocinar pan que dure un siglo o incluso cómo potabilizar orina—.

Al fin y al cabo, si el saber no ocupa lugar, a nadie le cuesta aprender a reparar un corte de suministro eléctrico en su comunidad o una tubería rota. Otros, como Atlas Survival Shelters, van un poco más allá: necesitarás mucho dinero.

Estos colapsos serían la oportunidad clave para poner en práctica años de aprendizaje. Asimismo se ven como personas lógicas y prácticas, pero una línea crítica insiste en que este individualismo y pavor constante desemboca en alegatos proarmas y feroz criticismo ante las posturas más conservadoras de algunos gobiernos. «No quiero tener que depender de otra persona para proporcionarme comida, agua o electricidad», diría Edward O’Toole.

Pero también existe un generoso espíritu comunitario y un solvente aliento institucional para evitar un caos total. No es un sálvese quien pueda, es contrarrestar aquella sentencia del filósofo Thomas Hobbes en su ensayo De Cive: «En ausencia de instituciones políticas, la humanidad viviría en un perpetuo estado de guerra civil pues, siendo todos iguales, desean lo mismo y lucharían entre sí por conseguirlo».

VIVIENDO BAJO EL SOL

Está bien, supongamos que vamos a intentarlo y prepararnos ante un escenario “OTWAWKI”, siglas de «El fin del mundo tal como lo conocemos». Los preppers suelen estar ubicados en zonas rurales de Eslovenia, Islandia, Nueva Zelanda, Canadá e incluso Portugal.

¿Dónde viven? En refugios subterráneos en pueblos poco habitados, en cuevas naturales o incluso imitando la vida de un soldado en pleno conflicto: moviéndose sin parar con pequeños kits para 72 días de supervivencia. Otros son más extremos: Ark Two, por ejemplo, es un un búnker formado por 42 autobuses escolares enterrados bajo tierra. Lu Zhenghai diseñó su propio Arca de Noé.

La escasez de recursos humanos se solventaría con abundancia de reservas de agua, tierra fértil, rutas comerciales controladas y rutas de evacuación. En este punto reside el mayor impacto económico. El resto sería fácil de replicar: acumular, proteger y cultivar. Si al final no lo necesitas, vas gastando poco a poco por fecha de caducidad o donas a bancos de comida. Empresas como Emergency Food Storage llevan más de una década abasteciendo para carestías que van de los dos o tres días hasta los seis meses o un año completo.

Un ‘sueldo’ para ser prepper

Prepper Money

¿Es entonces una cuestión económica, cualquier persona que compre un extra de alimentos y suministros está preparado? ¿Hay que esperar a la muerte del dinero exprimiendo cada dólar?

Sí y no: los gobiernos suministran mantas y ayuda humanitaria básica, la comida liofilizada o los BOB (kit de supervivencia portátil) no son precisamente gratis. El australiano Robert Bast gastó más de 350.000 dólares para prepararse.

Un prepper auténtico se considera una persona proactiva y crítica. Alguien que construye un plan C por si el plan B falla, mantiene buena forma física, practica bushcrafting (habilidades para vida en el monte), entrena en un campo de tiro con arco y cuenta con víveres para seis u ocho meses. E incluso con red eléctrica independiente, a través de transformadores o energías alternativas, huertos, animales de granja, pozos, sistemas de filtrado y depuración de agua. Todo lo urgente para ser autosuficiente —en términos fisiológicos, al menos—.

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Imágenes | Unspash, (12, 3 y 4)

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