Documentales o cómo creernos Ironside y Perry Mason sin movernos del sillón

Nicole Kidman, Reese Witherspoon, Kevin Spacey, John Voight, Ewan McGregor,…. El número de actores y actrices que han dado el salto de la pantalla grande a sus versiones más pequeñas a lo largo de los últimos años no  ha dejado de crecer. Y es que, como ha dicho alguno de ellos en más de una ocasión, los formatos más innovadores y los argumentos más interesantes -ya sean series, películas documentales, etc.- se ven ahora en el salón de casa o en la pantalla del móvil o la tablet, como consecuencia directa del cambio en los hábitos de consumo audiovisual de esta nueva sociedad tan digital, conectada y movilizada.

No me interpretes mal, tú, romántico defensor de la experiencia que supone disfrutar de una buena trama en la íntima oscuridad de un cine de barrio. Yo también soy una devota seguidora de esa que parece que cada vez más pequeña secta. Sin embargo, la realidad es la que es y ni por asomo podríamos ver hoy en un formato único de largometraje historias como Big Little Lies o la extraña The Leftlovers, por citar un par de ejemplos.

Pero me estoy apartando del tema, porque mi intención no era hablar de las series ni de sus intérpretes, sino de personas como tú y como yo que, debido a una circunstancia especial –o no tanto-, ven cómo sus vidas terminan siendo objeto de atención y análisis gracias a los que hoy muchos consideran ya como las nuevas series: los documentales.

Y más concretamente, como variante del género, las docuseries, que incluyen el elemento de la telerrealidad al mismo tiempo que se sigue la historia del personaje o personajes a lo largo de varios capítulos a través de entrevistas, testimonios, etc.; de esta forma, el espectador se va enganchando, de la misma forma que ocurre con una serie de ficción, atrapándole en las distintas visiones y opiniones sobre un mismo acontecimiento. Pero con un elemento adicional de atracción: quiénes están en la pantalla son personas reales a las que les ocurren hechos que, por más improbable pueda parecer, bien podrían sucedernos a cualquiera de nosotros.

Las investigaciones criminales son los casos más paradigmáticos de estos documentales que ahora triunfan en la pequeña pantalla. Y es que seguir una investigación criminal, en la mayoría de los casos con preguntas aún por responder, genera morbo, ¿a que sí?

Además, hay otro punto fundamental que nos atrapa. Y es, simplemente, que, al ir juntando todas las piezas del tablero e ir reuniendo testimonios, pistas, huellas, etc., nos creemos poco menos que el detective Ironside y el famoso abogado Perry Mason. Los dos juntos y sin movernos del sillón. ¿Cómo es posible que, sabiendo todo esto, policías y fiscales no hayan llegado a la conclusión evidente de que el culpable fue…?, nos preguntamos. ¡Qué inconscientes! Ni tenemos todas las piezas ni los documentales son inocentes, porque también responden a la propia interpretación del caso que hace el documentalista. No somos tan listos, pero nos creemos que sí. Y, como dice un famoso bloguero de cine, eso es lo que le da la calidad a la película…

MAKING A MURDERER, EL DOCUMENTAL QUE LO CAMBIÓ TODO


Quizá uno de los más famosos ejemplos de esta nueva ola de documentales en serie, y responsable de que muchos nos hayamos enganchado a ellos, es Making a murderer, que se puede ver en la plataforma de Netflix. Sus realizadoras, Laura Ricciardi y Moira Demos, eran solo unas estudiantes de la Universidad de Columbia en 2005 cuando concibieron la idea de seguir la inusual historia de Steven Avery, un habitante cualquiera del desconocido condado de Manitowoc, en Wisconsin, cuya vida cambió en 1985 al ser considerado culpable de la agresión sexual e intento de asesinato de una vecina de su localidad.

Avery pasó 18 años en prisión hasta que una prueba de ADN demostró que era inocente de estos hechos. Hasta ahí ya era una historia digna de ser contada, pero aún hay más. Porque el paso por el purgatorio de Avery continuó al ser de nuevo detenido, esta vez por homicidio, apenas dos años después de su exoneración del primer crimen y mientras estaba en curso una demanda civil por mala praxis contra aquellos funcionarios que le llevaron a la cárcel por primera vez.

La historia de Avery, del supuesto conflicto de intereses, de los dos crímenes de los que fue acusado, de aquellos que hicieron las investigaciones,… supusieron diez años de trabajo para las creadoras del documental. Y su forma particular de seguir el caso, con giros en la historia a medida que iban juntando todas las piezas, lo que hace también que vayan cambiando las simpatías del espectador de uno u otro lado, crearon escuela y se han repetido en obras posteriores de telerrealidad.

THE KEEPERS: MÚLTIPLES HISTORIAS, UNA TRAMA


Esta forma de seguir una trama con distintos trasfondos a lo largo del tiempo hace también de The Keepers, también disponible en Netflix, un producto imprescindible para los fans de los documentales. En esta ocasión, y a lo largo de siete interesantes capítulos, se mezclan dos historias entrecruzadas: el crimen sin resolver de la hermana Cathy Cesnik, una joven monja que fue asesinada a finales de 1969 en Baltimore (Maryland), y los abusos sexuales a menores que en aquellos años se llevaron a cabo por parte de miembros del clero y otros miembros destacados de la comunidad en la que estaba ubicado el Instituto  Arzobispo Keough, en el que Cathy daba clases.

Quienes tiran del hilo argumental de esta historia son dos ex alumnas de Cesnik, Gemma Hoskins y Abbie Schaub, que, alentadas por la inspiración que para ellas supuso su entonces profesora de lengua, decidieron recuperar testimonios, expedientes e indicios que pudieran ayudarles a esclarecer, décadas después, un crimen que conmocionó a la ciudad de Baltymore.

Pero esta es una historia compleja, porque, de forma paralela al asesinato de la hermana Cathy, surge también toda una trama de abusos sexuales, supuestamente protagonizados por los religiosos Joseph Maskell y Neil Magnus, que también trabajaban en el instituto, y que fueron escondidos durante años por las autoridades eclesiásticas de su diócesis.

¿Tuvo algo que ver con su muerte que la hermana Cesnik descubriera lo que estaba ocurriendo en torno al centro escolar? ¿Pudo ser el asesinato de Cathy un caso de pura mala suerte, al estar en el lugar equivocado en el peor momento? ¿O pudo ser un crimen pasional? El documental plantea los interrogantes y los posibles escenarios y protagonistas. Queda en manos del espectador decidir cuál es la versión que mejor le encaja, si bien es posible que nunca sepamos lo que realmente ocurrió en aquel invierno de 1969.

THE JINx: ¿UN DOCUMENTAL SOBRE UN VILLANO O LA HISTORIA DE UN GAFE?


Los seguidores de HBO también pueden encontrar entre la amplia oferta de este servicio en streaming una joya del documental de sucesos. Se trata de The Jinx, una serie de siete episodios producida por Andrew Jarecki y Marc Smerling, que, por primera vez en 30 años ha logrado poner antes las cámaras al empresario Robert Durst, hijo del fundador del imperio inmobiliario National Debt Clock.

Este peculiar personaje de la élite neoyorkina ha sido objeto de rumores y sospechas desde el año 1982, momento en el que despareció en extrañas circunstancias su entonces esposa Kathleen McCormack. La investigación que entonces se llevó a cabo, y que sigue sin resultado, no logró demostrar la culpabilidad de Durst, si bien tampoco alejó la desconfianza sobre su persona. Dos asesinatos posteriores –de una amiga y posible testigo de la muerte de McCormack en el 2000 y de un vecino con el que Durst habría discutido en 2001 – han seguido alimentando la sospecha sobre la posible culpabilidad de este excéntrico millonario, que, sin embargo, siempre había permanecido en silencio hasta la realización de este documental, en el que clama por su inocencia.

¿Un frío asesino o simplemente un “gafe” que atrae la desgracia a los que le rodean? Quizá pronto lo sepamos, porque la aparición de nuevos indicios ha llevado a reabrir la causa en contra de Durst, que se encuentra ahora a la espera de juicio.

CASO ASUNTA: UN EJEMPLO DEL BUEN HACER local en documentales

Documental Caso Asunta - Lo que la verdad esconde
Antena 3 – Atresplayer

Aunque a veces nos causan cierta envidia la industria audiovisual del otro lado del Atlántico, lo cierto es que esto de los documentales ya se están haciendo también productos muy interesantes dentro del territorio patrio.

Uno de los ejemplos más recientes lo hemos podido ver a lo largo de las últimas semanas en la parrilla de Antena 3. Bajo el título Lo que la verdad esconde: Caso Asunta, la productora Bambú analiza todo lo que se sabe de lo sucedido en la tarde-noche del 21 de septiembre de 2013, cuando la niña de 12 años Asunta Yong Fang Basterra Porto desapareció de su domicilio en Santiago de Compostela para ser encontrada muerta horas después en una pista forestal del municipio coruñés de Teo. Días más tarde se detuvo a sus padres, Rosario Porto y Alfonso Basterra, que fueron juzgados y encontrados culpables de homicidio por un jurado popular en 2015. Ambos cumplen, actualmente, una pena de 18 años de reclusión.

A lo largo de tres capítulos, esta intensa serie documental recoge las declaraciones, en el juicio y fuera de él, de los testigos que encontraron el cuerpo de la menor y se cruzaron en un momento u otro con ella y con sus padres en las horas anteriores a su desaparición. Y también nos acerca a la personalidad de Rosario, Alfonso y de la propia Asunta, a través de sus propios testimonios, así como de conocidos, profesores, etc.

Asimismo, y de forma excepcional respecto a otros documentos de telerrealidad, llega a recrear las jornadas más decisivas del caso con el juez y los investigadores que en aquel momento hicieron las pesquisas, e incluso hace sus propias pruebas con las evidencias que más influyeron en la sentencia. Más allá, el documental analiza también el papel que los medios tuvieron en el Caso Asunta y deja abierta la pregunta sobre si ese juicio mediático pudo o no influir en el resultado que llevó a Rosario y Alfonso a prisión por la muerte de su hija.

MUERTE EN LEÓN: CUATRO PROTAGONISTAS, CUATRO EPISODIOS

Finalmente, no podemos dejar de mencionar otro caso nacional, también muy mediático, que ha sido asimismo llevado a la pantalla en forma de serie de no ficción: Muerte el León, un análisis pormenorizado del asesinato en la primavera de 2014 de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León. Este documental ha sido dirigido por el director británico afincado en España Justin Webster.

Cuatro son los episodios que componen este documental como cuatro son las protagonistas de esta historia con fatal desenlace: la víctima y las tres mujeres que han sido declaradas culpables de su muerte. Y a todas ellas, como también a testigos, policías, periodistas familiares y amigos de todas ellas, da voz Webster en el relato de los hechos que llevaron al fatal desenlace de la controvertida dirigente política leonesa.

¿Hubo un trasfondo político en el asesinato de Carrasco? ¿En verdad participaron todas las declaradas culpables de su muerte? ¿Hubo más implicados? ¿Sucedieron los hechos en la forma en la que los contaron los testigos o los recuerdos de estos se vieron viciados durante la investigación? A todas estas incógnitas intenta, en la medida de lo posible, dar respuesta este documental, que sin duda genera debate entre los espectadores que ya lo han disfrutado.

Y de nuevo nos lleva a la pregunta inicial que nos hacíamos al inicio de este post en referencia al interés que generan los documentales y telerrealidad en la actualidad. ¿Se nos queda la corta la ficción o necesitamos creernos dioses capaces de ver y juzgar –y acertar- sin movernos desde nuestro salón?

En nobbot | Los mejores documentales de Netflix para refugiarse del tórrido calor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *