Sí, la cosa es tan loca como suena, pero es que, ante el declive de las poblaciones de abejas, hay que plantearse soluciones. Si antes fueron diminutos robots, hoy son drones.
Desde hace años, los investigadores intentan frenar la reducción continuada del número de abejas, buscando la clave que provoca la muerte de estos insectos. En líneas generales, se apunta a varios factores, entre los que destacan causas ambientales y el uso de pesticidas agrícolas. Si bien es cierto que quizás sea exagerado decir que la desaparición de estos insectos provocaría la desaparición de la vida sobre la Tierra, el desaguisado medioambiental sería de aúpa.
El investigador japonés Eijiro Miyaro, del Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Japón, es el protagonista de esta historia. Preocupado por el futuro de un planeta sin abejas, hace años creó un insecto robótico, una especie de dron no tripulado de dos centímetros que liberaba el polen de manera artificial chocando contra los pétalos. Desde el punto de vista humano, la idea prometía; pero desde la perfectiva de las flores, la acción del robot era muy violenta y destruía los pétalos. Punto y juego para las abejas.
abejas y niños llorando
Lejos de desanimarse, Miyaro siguió dándole vueltas a la cabeza hasta que tuvo una epifanía de estilo newtoniano, cambiando la manzana por una pompa de jabón. Miyako visualizó una forma de solucionar ese problema mientras soplaba burbujas en un parque con su hijo de 3 años. El niño lloraba desconsoladamente cuando Miyako, para calmar a su hijo, compró una pistola de burbujas de juguete. Observando cómo las burbujas golpeaban suavemente la frente de su hijo, pensó que podría ser una forma de transportar el polen a las flores. Así nació la inspiración para su nueva técnica polinizadora de flores y que se publica ahora en la revista iScience.
Él y un colega probaron varios tensioactivos (detergentes que crean la película jabonosa que forma las burbujas) y, luego, en pruebas de laboratorio, bombardearon flores de peral con burbujas cargadas de polen. Después de 16 días, la fruta resultante era tan buena como la de las flores que habían sido polinizadas a mano.
El problema era que muchas burbujas no alcanzaban sus objetivos, desperdiciando polen. Miyako dice que su puntería mejoraría con un dron que pudiera identificar flores, por ejemplo. También está trabajando en una solución de burbujas de jabón ambientalmente segura que se biodegrade más rápido.
En fin, mientras el investigador japonés sigue con sus cosas, otros expertos medioambientales se preguntan si no sería más sencillo y eficaz para el planeta tomar medidas para proteger a la población de abejas, que sigue reduciéndose en todo el mundo y focalizar las investigaciones en ese empeño. Si nos pilla el apocalipsis, que sea comiéndonos un buen bocadillo de queso freso con miel de la Alcarria mientras revolotean a nuestro alrededor esos maravillosos insectos.
Sería magnífico salvar a las abejas pero, después de cuantos años? 20?, denunciando el problema y viendo como empeora cada año, más vale que al menos una persona esté desarrollando un plan B porque lo que estamos haciendo todos los demás siete mil y pico de millones no va por buen camino, la verdad.