¿Y si felicidad fuera un freno para la innovación en la empresa?

Quizás el anhelo de felicidad se nos haya ido de las manos y, si no, que les pregunten a los creativos que diseñan los mensajes de los productos de Mr. Wonderful.  “Hay un millón de razones para ser feliz, ¡sonríe!”, “Hoy es un buen día para sonreír”, “Melenas al viento y vivir el momento”…son ese tipo de frases que, supuestamente, nos ayudan a afrontar el día de mejor humor . Venezuela creó un Ministerio de la suprema felicidad y, en las empresas, se empieza a popularizar la figura del Director de la Felicidad.  El caso es que, en medio del intercambio de risas y miradas positivas se han plantado unos científicos que nos dicen que no, que la felicidad no es tan buena como la pintan y que, incluso, es un antídoto contra la creatividad y la innovación en la empresa.  Seguro que a Paulo Coelho le rechinan los dientes que exhibe en su perpetua sonrisa.

el sudor y la innovación en la empresa

La experta en computación Anna Jordanous, de la Universidad de Kent, y el lingüista Bill Keller, de la Universidad de Sussex, analizaron los términos asociados a la creatividad en documentos publicados sobre este asunto durante las seis últimas décadas. Este exhaustivo trabajo les llevó a aislar 14 componentes necesarios  para el proceso creativo y, malas noticias, ninguno de ellos era la felicidad.  Eso sí, el sudor –la persistencia-  ocupaba un lugar privilegiado de la lista confirmando aquella frase de Thomas Alva Edison: El genio es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de sudor.» Y esto no nos hace muy felices, dicho sea de paso.

felicidad. mr puterful

Según leemos en Quartz, Mark David, psicólogo de la Universidad del Norte de Texas también resulta un poco cenizo.  Para este experto, ser dichoso tiene poco que ver con la productividad y la innovación en la empresa, se ponga como se ponga el Director de Felicidad. La mejor manera de resolver problemas no es echarle alegría al asunto sino más bien actitudes relacionadas con la crítica, la experimentación, el fracaso y el estrés.  Vamos, algo más relacionada con Mr. Puterful que la marca que parodia, Mr. Wonderful. En otras palabras, las emociones negativas son realmente beneficiosas para el proceso creativo.  En este punto, cambiamos el lema de nuestra taza de desayuno favorita por: “No dejes para mañana a la persona que puedas mandar al carajo hoy”.

Apuñalamiento frontal

Y es que, señalar los problemas, aunque pueda molestar, puede ser la manera más directa de inspirar soluciones y mejoras y fomentar la innovación en la empresa. El “candor radical” es el nuevo concepto que hace fortuna en las corporaciones desde que Kim Scott lo empezara a utilizar en su canal de YouTube.  Este coach de Silicon Valley -¿cómo no?-, cree que hay que ser radicalmente sincero en el puesto de trabajo sin dejar de ser amable con los compañeros.

Un paso más allá es el que dio una agencia de publicidad de Nueva York al instaurar lo que ellos llaman el «apuñalamiento frontal». Lo que hay detrás de esa expresión es tan duro como parece: la estrategia consiste en sacar a la luz los trapos sucios de cada empleado a la cara, sin –siguiendo con la metáfora textil- paños calientes. Ante una situación así, seguro que es difícil mantener la sonrisa más allá de ese rictus nervioso que aparece en el rostro cuando queremos salir, sin posibilidad de hacerlo, de una situación embarazosa. La cosa puede acabar en lágrimas, o según los científicos citados al principio, en un chispazo de genio. Bueno, algo así hacía el sargento Foley de “Oficial y Caballero” y el joven soldado interpretado por Richard Gere salió del cuartel más contento que unas pascuas.

La felicidad y el flow

Quizás la revisión de estos estudios nos haga sentir atraídos por el lado oscuro. Para mitigar este efecto, quedémonos con este nombre : Mihaly Csikszentmihalyi. Sí, eso es imposible pero seguro que es más sencillo retener en la memoria su concepto estrella: el flow.

Mihaly…etc ha realizado, junto con su equipo, más de 8.000 entrevistas a personas de todo el mundo para descubrir qué es aquello que nos hace feliz. Y parece que el secreto es el flow. No, no se trata esa forma cansina de caminar por la calle, con la gorra ladeada mientras se escucha rap en el móvil sino de un estado mental operativo en el cual una persona está completamente inmersa en la actividad que ejecuta y que se caracteriza, según la Wikipedia, por un sentimiento de enfocar la energía, de total implicación con la tarea, y de éxito en la realización de la actividad.  Y parece que el buen flow, sentirse feliz con lo que uno hace, puede tener un papel relevante en la explosión de la creatividad.

Para este profesor de psicología, “la batalla por la felicidad es una batalla contra la entropía que desordena la conciencia. El estado opuesto a esa entropía es el de la experiencia óptima, que ocurre cuando la información que llega a la conciencia es congruente con las metas de la personalidad y entonces la energía psíquica puede fluir sin ningún esfuerzo”.

ante la duda, buen rollo

Buen rollo le llamaría a eso Elsa Punset, esa gran promotora de la alegría. Según ella, un trabajador feliz es un trabajador creativo y, por ello, las empresas deberían dar mucha más importancia al entorno que han generado para sus trabajadores, tanto físico como emocional. “La felicidad ayuda mucho a la innovación”, afirma Punset que está convencida de que, para que una relación (sea del tipo que sea, sentimental, amistosa, de compañeros de trabajo o jefe empleado), funcione, el ratio entre las palabras y gestos positivos y los negativos, tiene que ser de uno a cinco.

Bueno, estudios y conclusiones parece que hay para todos los gustos. Como tantas cosas en esta vida y como decía Ramón de Campoamor, en este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira». Así que, ante la duda, quizás mejor apostar por la felicidad y, si nos equivocamos pues que el error, por lo menos, nos pille con una sonrisa en los labios. Y la creatividad ya llegará.

Nobbot | Marca personal en internet: ¿Un freno a la innovación?

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