La ciencia lo confirma: los paracaídas no salvan vidas al saltar de un avión

¿Es verdad que el paracaídas no salva vidas?

La ciencia lo ha vuelto a hacer. Nos ha vuelto a regalar un titular impensable. Tenemos que saltar de un avión y no hay paracaídas. ¿Podremos sobrevivir? Según el último estudio de investigadores de la Harvard Medical School y la Universidad de California, entre otros, el paracaídas no marca la diferencia. Sus datos confirman lo que científicos de la Universidad de Cambridge ya habían descrito en 2003.

Pero ¿cómo es posible? La mayoría de los lectores que hayan entrado en este artículo se han dejado atrapar por lo que hoy se conoce como un titular clickbait. Es decir, un titular que induce a hacer clic. Pero el contenido enlazado no se corresponde exactamente con lo que se anuncia. Eso sí, esta vez, va con buenas intenciones.

¿En serio EL PARACAÍDAS NO SALVA VIDAS?

La mayoría de nosotros lo da por supuesto. Lo hemos visto en películas y series. Lo hemos leído en novelas de ficción y nos han dicho que así sucede en realidad. Si llega el momento de saltar de un avión, mejor agarrar el paracaídas más cercano. Pero quizá nos hayan estado mintiendo toda nuestra vida.

En realidad, el paper ‘Parachute use to prevent death and major trauma when jumping from aircraft: randomized controlled trial’ no pone en duda la eficacia de un paracaídas. Ni nos habla de todos los casos en los que se cumple la peor pesadilla del saltador y el dispositivo no se abre. Tampoco cuenta la historia de héroes de Guinness como Luke Aikins. El artículo, publicado en diciembre en ‘The BMJ’, nos habla en realidad de algo mucho más serio que la supervivencia. Nos habla del poder de los datos y de la importancia de analizar bien los detalles antes de emitir un juicio.

¿Es verdad que el paracaídas no salva vidas?

Los detalles del polémico paper

El objetivo de la investigación, llevada a cabo durante 12 meses, entre septiembre de 2017 y agosto de 2018, era medir si usar un paracaídas podía evitar traumatismos graves o incluso la muerte de la gente que salta de un avión. Para ello, se seleccionaron 92 pasajeros reales mayores de edad. 23 de ellos decidieron participar voluntariamente en el arriesgado experimento. Los 69 restantes rechazaron la prueba (y ahora veremos por qué).

La mitad de los 23 participantes estaba equipada con un paracaídas real. La otra llevaba una mochila vacía sin saberlo. Todos saltaron del mismo avión y todos sobrevivieron. Además, señala el paper, los 23 participantes se encontraban a menor velocidad y menor altitud que los otros 69 pasajeros preseleccionados que decidieron no participar en el estudio.

Y es que el pequeño aeroplano en el que se encontraban los 23 intrépidos sujetos de estudio estaba quieto y en el suelo. Así, los participantes saltaron al suelo desde una altura inferior a dos metros. Una información que el artículo no explica hasta los detalles metodológicos y que los investigadores señalan como “detalle menor”.

¿Es verdad que el paracaídas no salva vidas?

Las lecciones de un salto sin peligro

Los autores de esta investigación llevaron a cabo un ensayo controlado aleatorio. Es decir, seleccionaron los sujetos del experimento de forma aleatoria. Esto no impidió que todos los sujetos seleccionados se encontrasen en un avión en tierra, lo que sesgó, desde el inicio, el resultado final del experimento. Sin este sesgo, las conclusiones del estudio habrían sido muy distintas. Si alguno de los pasajeros en vuelo hubiese saltado sin paracaídas, todos sabemos cuál habría sido el final.

“El estudio sobre el paracaídas resalta satíricamente algunas de las limitaciones de los ensayos controlados aleatorios. Aun así, creemos que este tipo de ensayos siguen siendo el estándar para la evaluación de la mayoría de los tratamientos médicos nuevos. El artículo del paracaídas sugiere, sin embargo, que la interpretación precisa de estos estudios requiere más que una breve lectura del abstract. Es más, la interpretación requiere una evaluación completa y crítica del estudio”, señalan los autores del estudio en sus conclusiones.

La marihuana tiene genes alienígenas

Otra de las lecciones que se puede extraer de este artículo tiene que ver con nuestros hábitos de lectura y algunos malos vicios del periodismo. Titulares como el de esta pieza llevan a engaño en muchas ocasiones. Y no lo hacen tanto por ser sesgados en sí mismos, que también, sino porque son pocos los usuarios que entran a leer y muchos menos los que llegan hasta el final del artículo.

Experimentos de este tipo hay muchos en la red. Uno de los más recurrentes se publica, de vez en cuando, desde la web IFL Science. Mediante un titular llamativo aseguran en redes sociales que la marihuana contiene material genético extraterrestre. La noticia ha sido compartida miles de veces y los debates que se montan en la red son épicos. Y eso que en la segunda línea del artículo se dice que todo es mentira.

Clica, comparte, tuitea, etiqueta, comenta, fórmate una opinión en cinco segundos a partir de un titular. El comportamiento que mostramos dentro y fuera de internet nos aleja cada vez más de la reflexión y del sano ejercicio de contrastar. Si no comprobamos un titular de fake news, cómo vamos a leer un estudio científico en profundidad. ¿En qué momento decidimos saltar a la piscina sin paracaídas?

En Nobbot | Relájate y disfruta que, aunque lo anuncien medios y redes, hoy tampoco caerá el meteorito

Imágenes | Unsplash/Quino Al, Jakob Owens, Ben White

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