Así se busca la vacuna contra el coronavirus dentro del CNB-CSIC

La vacuna de la COVID-19

¿Cuándo se logrará frenar la pandemia de COVID-19? Cuando hayamos alcanzado la inmunidad de grupo. Es decir, cuando una parte importante de la población sea inmune al virus que provoca la enfermedad y así se genere un escudo de protección indirecta para los que no lo son.

Hasta entonces, todo lo que podemos hacer es ralentizar el ritmo de los contagios y combatir la COVID-19 desde centros de salud, hospitales y unidades de cuidados intensivos. Reducir los números y las duras historias personales que esconden. Aplanar la ya famosa curva.

Para adquirir la llamada inmunidad de ‘rebaño’ hay dos estrategias principales: dejar que la naturaleza actúe y nuestro cuerpo aprenda a reconocer el virus una vez contagiado y desarrollar una vacuna. Este segundo camino es más corto y más seguro; lo hemos recorrido en otras ocasiones. Desde el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) trabajan a pleno rendimiento para preparar una vacuna viable contra el coronavirus.

“Un plazo optimista para completar el desarrollo de una vacuna sería entre 12 y 18 meses”. Isabel Sola, viróloga y directora del laboratorio de coronavirus del CNB, advierte así sobre los tiempos. “Estamos trabajando en circunstancias excepcionales para dar una respuesta rápida a esta pandemia. Pero, a pesar de la urgencia, no debe renunciarse a los requisitos de eficacia y seguridad exigibles a cualquier nuevo producto, vacuna o antiviral”.

Isabel Sola dirige uno de los grupos que buscan la vacuna de la COVID-19

Así trabaja el CNB-CSIC

Hasta hace poco, el CNB era solo un centro más de investigación en el campus de Cantoblanco de la Universidad Autónoma de Madrid. Un edificio blanco y verde que escondía en sus entrañas uno de los laboratorios con mayor nivel de bioseguridad de España. Hoy, sin embargo, su nombre está en boca de todos. Allí se libra una de las muchas batallas de la ciencia contra el SARS-CoV-2.

Estas últimas semanas, los pasillos del CNB están más desiertos de lo habitual. Dada la situación de alerta sanitaria, la presencia de investigadores en el centro se ha reducido bastante. Pero no todos están en casa.

El confinamiento no aplica para aquellos que trabajan en el desarrollo de estrategias de protección, candidatos de vacunas o posibles tratamientos para el nuevo coronavirus. Además de los servicios del centro que son necesarios para mantener el funcionamiento de los laboratorios. El ritmo es frenético.

“Estas últimas semanas estamos trabajando prácticamente sin horario, tanto en el laboratorio como en casa. Es tanto el trabajo directo en torno a la investigación, así como indirecto en la comunicación con colaboradores y con los medios, que resulta imposible desconectar”, explica Sola.

“Ya estamos terminando la reconstrucción del virus mediante ingeniería genética. Esto nos permitirá obtener el prototipo de la vacuna en unas semanas”

La crisis provocada por el nuevo coronavirus ha significado también una importante inyección de fondos para la investigación en el CNB. El Ministerio de Ciencia e Innovación ha asignado 4,5 millones de euros para impulsar el desarrollo de estrategias de protección frente al SARS-CoV2.

El grupo que dirige Sola junto con Luis Enjuanes también ha recibido financiación urgente de la Unión Europea. En este caso, por su participación en el proyecto Manco (Monoclonal Antibodies for Novel Coronavirus). Además, varias fundaciones y organizaciones privadas han aportado fondos extraordinarios para investigación en las últimas semanas.

El CNB-CSIC lleva más de 30 años trabajando con coronavirus. En este momento, hay 10 grupos ubicados en diferentes líneas de investigación y dos de ellos buscan el desarrollo de vacunas efectivas contra el SARS-CoV-2. Uno es el grupo que dirige Isabel Sola, cuya estrategia pasa por reconstruir el virus mediante ingeniería genética. El otro es el grupo de Mariano Esteban, que basa su investigación en el virus usado para erradicar la viruela.

laboratorio del CNB-CSIC en Madrid

La búsqueda de la vacuna de la COVID-19

Las dos estrategias han sido exitosas en el pasado. La reconstrucción genética de los virus y de variantes atenuadas permitió desarrollar vacunas frente al SARS-CoV de 2003 y el MERS-CoV de 2012. El uso del virus Vaccinia o virus vacuna ha hecho posible obtener vacunas frente al VIH, el ébola, el zika o el chikungunya.

A finales de marzo, el CNB recibió la autorización de la Comisión Nacional de Bioseguridad para trabajar con el SARS-CoV-2 completo en laboratorio. “Ya estamos terminando la reconstrucción del virus mediante ingeniería genética. Calculamos que tardaremos una o dos semanas en tenerlo listo para trabajar con él”, explica Isabel Sola.

De forma paralela, su equipo está construyendo variantes con las modificaciones necesarias para obtener los virus atenuados. “Esto nos permitirá obtener el prototipo de la vacuna en unas semanas”, añade. De hecho, están trabajando con una molécula que consideran muy segura para el desarrollo de una vacuna, una solución que se está protegiendo mediante una patente.

El trabajo con Vaccinia que dirige Mariano Esteban no requiere la reconstrucción completa del SARS-CoV-2, por lo que se desarrolla en condiciones de menor nivel de seguridad biológica y complejidad experimental. En este caso, el equipo trabaja en usar virus Vaccinia modificados que contengan una proteína de la superficie del SARS-CoV-2. De esta manera, se lograría generar una respuesta inmune de nuestro organismo sin causar la enfermedad COVID-19.

“Una vez que se tiene un prototipo candidato para la vacuna, lo que más tiempo requiere son las fases de evaluación preclínica en modelos animales y los ensayos en humanos”

Ambos candidatos a vacuna podrían estar listos en las próximas semanas; y no son los únicos. De hecho, en un borrador del pasado 20 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) cifraba en 44 el número de candidatos a vacuna existentes ya en todo el mundo, aunque solo dos de ellos habían empezado la primera fase de evaluación clínica.

“Una vez que se tiene un prototipo candidato para la vacuna, lo que más tiempo requiere son las fases de evaluación preclínica en modelos animales y los ensayos en humanos”, señala Sola. “Son esenciales para conocer la seguridad y eficacia de la vacuna antes de administrarla a la población. Eso requiere muchos meses de trabajo”.

De las pruebas en ratones a la comercialización masiva, cada paso que se da debe asegurar que la vacuna sigue siendo segura y que no tiene efectos secundarios adversos. “Nuestra contribución llega hasta demostrar que se produce protección frente al virus en animales modelo de pequeño tamaño”, añade la viróloga del CNB-CSIC.

“Los ensayos en otros modelos y en humanos requieren fuertes medidas regulatorias y de coordinación entre distintos centros sanitarios. Esa parte se hace en colaboración con empresas de la industria farmacéutica y especializadas en la realización de ensayos clínicos”.

investigación en el CNB-CSIC

Sigamos lavándonos las manos

Además de los proyectos de desarrollo de vacunas, dentro del CNB se trabaja en otras líneas de investigación de tratamientos antivirales, como es el caso del fármaco Aplidin o del proyecto europeo Manco, antes mencionado, que busca evaluar la eficacia de anticuerpos monoclonales generados por un grupo de investigación holandés.

Las líneas de investigación se multiplican en el resto del país y se vuelven incontables más allá de nuestras fronteras. Biólogos, epidemiólogos, matemáticos, farmacólogos… Equipos de las disciplinas científicas más diversas trabajan para tratar de frenar los contagios y los peores efectos de la enfermedad provocada por el nuevo coronavirus. Pero, de momento, el escenario sigue siendo el mismo.

“Es importante que todos sigamos aplicando medidas preventivas sencillas y muy eficaces como la higiene respiratoria, el lavado frecuente de las manos y la distancia social”

“Mientras no alcancemos la inmunidad, seguiremos siendo susceptibles a la infección. De todas las personas infectadas, una gran mayoría, alrededor del 80%, serán asintomáticas o solo tendrán síntomas leves. Sin embargo, un 20% de la población, formado por personas de más de 65 años y con ciertas patologías previas, es mucho más vulnerable y puede desarrollar una enfermedad severa que incluso puede resultar mortal”, detalla Isabel Sola.

Así que para proteger a este sector de la población y evitar el colapso del sistema sanitario, los mandamientos de la lucha contra la pandemia no han cambiado. “Es importante que todos sigamos aplicando medidas preventivas sencillas y muy eficaces como la higiene respiratoria, el lavado frecuente de las manos y la distancia social”, concluye la viróloga.

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Imágenes | SINC/Álvaro Muñoz Guzmán

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