El ‘enviado especial’ a Ifema, Jonan Basterra: «Desde un móvil he hecho cosas que nunca hubiera soñado»

Hace apenas un mes, en la Avenida del Partenón 5, en Madrid, artistas de más de 30 países exponían sus obras en una de las mayores ferias de arte contemporáneo del mundo. Después de ARCO, ahora en Ifema se expone una realidad bien distinta

El recinto, convertido en hospital de campaña ante la crisis del coronavirus, sirve para descargar de pacientes los saturados hospitales madrileños. Igual que desde el Partenón Atenea protegía Atenas, desde Ifema cientos de profesionales sanitarios protegen la salud de muchos afectados por la COVID-19.

Entre ellos, ha destacado estos días un paciente que ha hecho de la adversidad oportunidad: ha sacado la fuerza de un dios griego no solo para curarse, sino para contar en primera persona su experiencia contra el coronavirus. Él es Jonan Basterra, y así es como ha hecho de Twitter una ventana a la esperanza y un ejemplo de cómo contar lo que está pasando al pie de la noticia gracias a la tecnología.

Ifema pabellón 9, cuaderno de bitácora

Basterra no olvidará nunca dos días del año 2020: el 28 de marzo, cuando le ingresaron en Ifema a causa del coronavirus; y el 6 de abril, cuando salió por la puerta del hospital de campaña entre aplausos. Entre ambas fechas, este periodista pamplonés ha ido dejando un reguero de tuits contando su historia y el día a día del improvisado hospital.

“Yo suelo venir a Ifema a ferias de tecnología y videojuegos, y esto ya no es ese lugar; esto es un hospital en toda regla y no nos ha faltado de nada”, indica Basterra. Después de luchar contra la COVID-19 en casa, la enfermedad se agravó y le ingresaron con una neumonía en el Hospital Universitario Ramón y Cajal. Al día siguiente le mandaron a Ifema y empezó a narrar su medicación, los avances, la logística, los aplausos y las anécdotas a través de Twitter.

“Un día me desperté y había una estantería con autodefinidos, revistas, libros, novelas… Una pequeña biblioteca que nos montó una enfermera. Es una biblioteca especial, donde hay que tener cuidado con el virus: si coges un libro, te lo quedas, ¡no se admiten devoluciones!”, cuenta entre risas el navarro. La iniciativa ha crecido hasta ser ahora la Biblioteca Resistiré.

Y es que una de las cosas que Basterra ha destacado es la calidad humana y la complicidad del personal sanitario. “Son realmente amables y nos lo dan todo. Por ejemplo, nos pusieron a todos una cajita de cartón haciendo las veces de mesilla de noche. Son detalles que se notan”, añade. También ha tenido una original historia de amor con el equipo de cocinas que alimenta a los enfermos en Ifema y su tortilla de patatas.

Su testimonio optimista choca con las noticias más oscuras que llegaban al principio desde Ifema. “Puede que algunas cosas fallaran al principio y se transmitió mucho caos, parecía que te mandaban allí y era el infierno. Es lo contrario: desde Ifema solo hay una dirección salida y es hacia tu casa”, asegura Basterra. Por eso, su historia empezó en seguida a querer ser escuchada.

‘Enviado especial’ a la guerra con un móvil y un cargador

Crecieron los seguidores de Twitter y crecieron las llamadas de los medios de comunicación, que se habían disparado en los últimos días. “He atendido a todo tipo de medios, he hablado con todas las cadenas de televisión nacionales, con autonómicas e incluso un par internacionales. He trasladado una información que creo que no se estaba contando, porque se insiste más en los fallecidos que en la gente que se cura”, señala.

«Incluso en el peor escenario posible, con medios muy precarios pero con esfuerzo, se puede hacer todo»

Porque Jonan Basterra, paciente pero también periodista de profesión, estaba en el foco de la noticia, donde los periodistas no pueden entrar. Esto le convirtió en un reportero de guerra del siglo XXI, provisto esencialmente con dos armas: un móvil y un cargador. 

“Ha sido absolutamente apasionante: desde un teléfono inteligente he hecho cosas que nunca hubiera soñado mientras estudié la carrera de Periodismo”, subraya Basterra. En Ifema, asegura, todo el mundo tiene un enchufe al lado de la cama. Con eso y su internet móvil, ha demostrado que “incluso en el peor escenario posible, con medios muy precarios pero con esfuerzo, se puede hacer todo”.

Si en el periodismo gonzo, el periodista se convierte en un actor más de la historia, como le ha sucedido sin pretenderlo a Basterra, cabe preguntarse si Twitter es la mejor ventana donde abordarlo y los 280 caracteres son ya un nuevo género periodístico.

“Ha habido gente que me decía, me encanta leer tus crónicas en Twitter. Y yo me preguntaba, ¿qué crónicas? No sentía estar haciendo un trabajo especialmente periodístico, pero me encanta contar lo que sucede y estaba en el ojo del huracán”, explica.

La pandemia que ha blanqueado internet

Además de un altavoz y testimonio en los medios de comunicación y una suerte de cronista en Twitter, Basterra también ha sido un enlace entre pacientes y sus familias. “Tenía muchos mensajes de gente que me decía que su padre, su madre o sus abuelos estaban allí, y gracias a mí sabían que estaban bien. Pude dar una visibilidad positiva”.

Otros le escribían a través de mensajes privados para que intentara hacer de nexo digital entre ellos y sus familiares. “Una chica me pidió que la pusiera en contacto con su padre, sordo y que solo disponía de un teléfono convencional. Hicimos una llamada y por fin pudo verle”, relata emocionado.

Acostumbrados a que las redes sociales a menudo se llenen de odio y, en el caso del coronavirus, de miedo y rumores, este es un caso diametralmente opuesto. “He recibido mensajes absolutamente maravillosos de gente que no conozco, y ninguna gracieta despectiva ni malintencionada. Todo ha sido muy blanco y eso me animaba a seguir, como persona y como periodista”.

Un escenario donde la percepción humana cambia

Basterra no ha sido solo voz, sino también mirada. Con su teléfono móvil ha tomado fotografías a diestro y siniestro (“planos generales, con sentido común y respeto”), y ha dado forma a lo desconocido de puertas para afuera. Desde el techo que ven los enfermos, hasta el apagado de luces. La tecnología hace posible esa conexión inmediata al escenario de la batalla con nuestros propios ojos.

Precisamente, si hay algo que destaca en sus selfis y en las imágenes que ha tomado a sus compañeros de trinchera es la mirada. “Allí todos somos ojos. Con las mascarillas, viseras, tubos… no hay otra forma de reconocerse. A veces me costaba hasta identificar a mi médico”, relata.

Con la vista puesta en el futuro, dice que ya tiene muchas quedadas pendientes para “conocer, también de nariz para abajo, a la gente maravillosa con la que he entablado amistad estos días”.

Crónica con final feliz. ¿Quién contará las demás?

Ayer, cuando salió del hospital de Ifema dirección a su casa, a Basterra le estaban esperando las televisiones. Hasta aquí llegaba su misión como corresponsal al pie de la noticia, pero el ya recuperado periodista reconoce que le había picado mucho el gusanillo y había llegado a “fantasear con seguir siendo el enlace con los medios”.

«Aquí hay mil historias impresionantes que nadie está contando y que seguramente nunca se contarán»

“Yo ya he pasado la enfermedad y tengo un escudo de madera para estar donde los periodistas no pueden. Me gustaría poder seguir contando lo que está pasando y transmitir tranquilidad a la gente”, asegura.

En un símil con el plasma inmune que se está usando para tratar enfermos, una voz como la de Basterra podría curar el miedo. Porque, según el periodista, “aquí hay mil historias impresionantes que nadie está contando y que seguramente nunca se contarán”.

Entre esas historias, destaca las maravillas que ha visto de parte del personal sanitario, y sale de esta experiencia con un optimismo renovado. “Si nos quedara un 10% de la solidaridad que estamos viendo y la aplicáramos a los problemas que teníamos antes, como el paro, la vivienda y el cambio climático, nos iría realmente bien. Ifema y toda la lucha contra el coronavirus están demostrando que, si en este país trabajamos juntos, somos capaces de cosas increíbles”.

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Imágenes | Jonan Basterra

Una respuesta a “El ‘enviado especial’ a Ifema, Jonan Basterra: «Desde un móvil he hecho cosas que nunca hubiera soñado»

  1. Me llamo Mónica, soy celadora en Ifema ( de echo la q sale en la foto primera) y estoy de acuerdo totalmente con Jonan, aqui hay y se generan miles de historias increibles q mereceria la pena escribirlaspara que quedasem en la memoria.
    De momemto, ha seguir luchando con optimismo.

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