“Clic”, así suena el gatillo que dispara al periodismo balas de irrelevancia

Son tiempos turbulentos para el periodismo, que se enfrenta a la disyuntiva de apostarlo todo al clic o generar un valor informativo al que pueda poner precio. Los periodistas viven sometidos a una presión asfixiante para conseguir elevar las cifras de audiencia de sus medios, al tiempo que tratan de hallar hueco para la información en webs salpicadas de consejos de belleza, recetas perfectas para mejorar el rendimiento sexual o artículos escritos a remolque del último meme.

Contenidos que, dependiendo del número de clics, retuits o «me gusta», incluso pueden encontrar su espacio en el periódico de papel del día siguiente, o en la televisión.

A los que vivimos el ascenso y declive de la burbuja 2.0 a comienzos de este siglo nos debería causar cierta sorpresa esta revalorización del término “páginas vistas” que tan buena fortuna hizo entonces y que llevó al desastre a muchos proyectos empresariales que, una vez alcanzada su “masa crítica”, fueron incapaces de alcanzar la rentabilidad.

mi madre e internet

Recuerdo que mi madre me preguntaba entonces de qué vivían los portales de internet y yo contestaba recitando cifras de audiencias millonarias y hablando de futuro, de innovación, de una sociedad conectada, de conocimiento compartido, de Estados Unidos, de…”¿pero todos esos os pagan?”, decía ella, pobre ignorante digital. Y entonces yo le plantaba dos besos y daba por finalizada la visita al hogar paterno con gesto enfurruñado.

Pues bien, años después vemos al periodismo repitiendo formas y fondos añejos en pos del ansiado clic, esa cosa etérea de valor nunca desvelado -¿quién dijo que en Internet todo es medible?-. Un valor dudoso que, sin embargo, pone precio a la cabeza de ese periodismo huérfano de modelo de negocio. Medios que se alían -nos aliamos- con redes sociales y que, quizás por eso de que el roce hace el cariño, cada vez se parecen más a ellas, aunque en versión mutilada y menesterosa. 

pagar por buen periodismo

Frente a eso, queridos medios de información, este humilde ciudadano agradecería menos actualidad y más información, más silencio y menos fake news, más reflexiones y menos flexiones de cuerpos esculturales a orillas de una playa paradisiaca. También una publicidad menos molesta en internet, que cualquiera diría que se trata de tapar con el tamaño y vistosidad de los anuncios los dedos que se elevan en la red pidiendo turno para preguntar por su eficacia.

A cambio, este humilde lector se compromete a pagar por la información de valor, la que ayuda a comprender este loco mundo en el que vivimos, la que impulsa los cambios que pueden hacer de esta roca errante un lugar mejor para vivir. Y, sobre todo, estoy dispuesto a pagar por algo de silencio como el que sigue a este punto y final.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *