La seducción del libro: cubiertas de vanguardia en España 1915-1936

Trotsky, León. La revolución desfigurada. Madrid, Cenit, 1931. Cubierta de Ramón Puyol. BNE 3/99421

El libro siempre ha sido un vehículo esencial de información y difusión de la cultura. En las primeras décadas del pasado siglo XX, y gracias a los progresos técnicos en el campo de la impresión, el precio del libro se abarata y llega de esta forma a un mayor número de potenciales lectores. Las ediciones se enriquecen con cubiertas de atractivo diseño que logran así llamar la atención y convertirse en un reclamo seductor en las librerías.

Gracias al esfuerzo editorial realizado en España a comienzos del siglo XX, disponemos en la actualidad de un patrimonio bibliográfico de excepcional valor para entender la historia y la cultura de la España de aquellos años del que ahora podemos disfrutar hasta el 5 de mayo en la Biblioteca Nacional.

Cubiertas de vanguardia

Es un tiempo convulso en toda Europa en el que se producen importantes acontecimientos históricos, políticos, científicos y sociales que cambiarán el orden hasta entonces establecido. Esa etapa coincide con un momento de efervescencia artística a nivel internacional por el surgimiento de los diferentes movimientos de vanguardia. Estos movimientos revolucionan la concepción del arte en una apuesta decidida por nuevos lenguajes que rompen con los moldes del pasado.

Trigo, Felipe. En los andamios. Madrid, Renacimiento, 193-. Cubierta de Ramón Puyol.

A ellos se adhieren los artistas que trabajan en España y esta renovación del lenguaje plástico queda reflejada en las cubiertas de los libros que se encargan de ilustrar. De esta forma, las cubiertas se convierten en un recurso más de extraordinaria importancia para la difusión de las nuevas concepciones artísticas. El libro es igualmente un ejemplo perfecto del compromiso de intelectuales y artistas con la modernidad y de su valentía a la hora de defender posiciones de vanguardia en la sociedad de su tiempo.

Con esta exposición, que se presenta en la Sala de las Musas del Museo de la Biblioteca Nacional de España, se pretende reivindicar y poner en valor, por un lado, el trabajo de tantos y tan excelentes artistas españoles volcados en abanderar la renovación cultural en España y por otro, el esfuerzo realizado por los editores que comparten con ellos el mismo propósito.

Espina, Concha. La esfinge maragata. 7ª Edición, Madrid, Renacimiento, 1931. Cubierta de Alfonso Ponce de León.

La exposición muestra una amplia representación de las cubiertas de vanguardia del siglo XX.  No están todos los artistas que deberían estar pero sí una muestra representativa de ellos.

Este renacimiento cultural denominado por el historiador José Carlos Mainer como “La Edad de Plata”, queda tristemente truncado por el estallido en 1936 de la Guerra Civil. Artistas y editores constituyen los dos grandes ejes sobre los que pilota el conjunto de la exposición y sobre los que se articulan los diferentes apartados que la componen. Están presentes los acontecimientos históricos más notables que jalonan esta época, desde la lucha obrera al surgimiento del nazismo pasando por la situación política en España.

Quedan reflejados los fuertes vínculos que se establecen entre España y el continente americano, el triunfo de la aviación, el nacimiento de las nuevas urbes y el desarrollo de la arquitectura racionalista que lleva aparejado, así como el cambio del papel de la mujer en la sociedad y su lucha por conquistar derechos y libertades.

Cabrera, Ángel. Mamíferos marinos. Madrid, Espasa Calpe, 1931. Cubierta de Luis Bagaría. BNE 2/82423

Se destacan también, junto a la renovación tipográfica que utiliza sencillas formas geométricas y modelos inspirados en los principios de la Bauhaus, la técnica del fotomontaje en su vertiente crítica más ácida y el cine como nuevo arte experimental. Todo ello es interpretado por los artistas según sus lenguajes propios vinculados a los diferentes movimientos de vanguardia. Esta exposición  nos demuestra que el arte está plasmado en prácticamente cualquier lugar y que los libros, además de hacernos viajar e inyectarnos de conocimiento, pueden convertirse en auténticas obras de vanguardia.

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