Retorno a la belleza como refugio en tiempos convulsos

En la Italia de la primera y segunda década del siglo XX, los ecos de la gran tradición mediterránea fluían de forma leve, pero constante, para intentar acallar años de vanguardias. Después de la desolación de la Gran Guerra, un grupo numeroso de artistas se sumergió en algunos de los episodios memorables de su pasado histórico para desarrollar el tema de la belleza como eje central, unido a otras cualidades necesarias y entonces ausentes: el equilibrio, el sosiego y la eternidad. La exposición «Retorno a la belleza», organizada por Fundación MAPFRE y el Mart. Museo di arte moderna e contemporánea di Trento e Roverto da cuenta de este movimiento que nos ofrece un sosegante retorno al clasicismo en nuestro tiempo, también convulso.

Los artistas italianos sintieron que ese regreso a la tradición, conocido internacionalmente como Vuelta al Orden, sería el bálsamo infalible para atemperar la devastación sufrida y la ausencia de esperanza. Por fortuna, la admiración de estos artistas por el pasado no fue una simple mímesis, al contrario, pintores como De Chirico, Carrá, Morandi, Casorati, Donghi y otros coetáneos supieron extraer del clasicismo una figuración renovada e imaginativa con altas dosis de modernidad.

retorno a la belleza del pasado

Estos artistas, agrupados en la exposicion Retorno a la belleza, se inspiraron en las épocas y en las temáticas más admiradas de la historia del arte italiano: la estatuaria grecorromana y los siglos XIV y XV. Giotto, Masaccio, Mantegna y della Francesca fueron los autores más decisivos. El Picasso neoclásico de los primeros años veinte también influyó en la obra de algunos autores.

Buscaban todos ellos la belleza intemporal, el lenguaje de los valores sólidos y la poesía de una serena meditación fueron propósitos constantes en sus obras. El fin era confortar el espíritu humano por la tragedia bélica.

La pintura metafísica, a través de la revista romana Valori Plastici, junto al grupo Novecento y lo que Franz Roh denominará en 1925 «realismo mágico» serán en Italia las corrientes fundamentales del período y la expresión más clara de este clima europeo. Artistas como Giorgio de Chirico, Giorgio Morandi o Felice Casorati dirigieron su mirada hacia la tradición que volvió al arte italiano con una fisonomía nueva. Sin olvidar, además, que estas corrientes discurren en clara sintonía con la trayectoria de otros artistas que, en Europa y en América —entre ellos, Picasso, Derain o Hopper—, retomaron el realismo en un sentido moderno. Pues, tras la Gran Guerra, e identificando la vanguardia más radical con la experiencia de desorden histórico, moral y cultural, el arte se propuso, en términos generales, una «vuelta al orden», un retorno a la seguridad y la serenidad asociados a la belleza y el canon clásicos.

tradición y oficio

Tal como podemos contemplar en Retorno a la belleza, con la tradición volvió también el oficio, y los géneros, que parecían definitivamente abandonados, reconquistaron su lugar: retrato, paisaje -rural y urbano-, naturaleza muerta, desnudo…, junto a motivos de claro valor simbólico y alegórico -como la maternidad, la infancia o las edades de la vida- se interpretaron con un lenguaje moderno siempre atento a la lección de los maestros del pasado y con la belleza como horizonte.

Felice Casorati Concerto
Felice Casorati. Concerto [Concierto], 1924. Temple sobre tablero de contrachapado,
RAI. Direzione Generale, Turín. ©Felice Casorati, VEGAP, Madrid, 2017
Recorriendo este escenario, la exposición reúne más de un centenar de obras representativas tanto de los autores clave de la pintura metafísica -Giorgio de Chirico y su hermano, Alberto Savinio, Carlo Carrà, Filippo de Pisis o Giorgio Morandi-, como de los artistas del grupo Novecento Mario Sironi, Leonardo Dudreville, Achille Funi, Anselmo Bucci, Ubaldo Oppi, Piero Marussig o Gian Emilio Malerba– y de aquellos que no dudaron en caminar hacia lo que conocemos como realismo mágico —entre los que destacan Felice Casorati, Antonio Donghi, Ubaldo Oppi y Cagnaccio di San Pietro—, cuyos frutos se unen en parte a la nueva objetividad alemana. Junto a sus obras se presentan las de otros artistas -como Pompeo Borra, Massimo Campigli, Gisberto Ceracchini o Marino Marini- que, si bien no se adscriben a ninguno de estos movimientos en concreto, se mueven en el ámbito de la misma poética.La muestra ha sido organizada en colaboración con el Mart, Museo di Arte Moderna e Contemporanea di Trento e Rovereto, y cuenta con préstamos de numerosas colecciones particulares e instituciones internacionales, entre las que cabe destacar la Pinacoteca di Brera, el Museo del Novecento de Milán, el Musée d’Art Moderne de la Ville de París, la National Gallery de Praga o el Museo Morandi, entre otros. 

 

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