El infierno del oeste de EE.UU, menos ardiente a través del filtro embellecedor del smartphone

Incendio San Francisco“En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según la cámara del smartphone con el que se mira”. Esta actualización de los versos clásicos podría explicar la naturaleza de las imágenes tomadas con smartphones y compartidas en redes sobre los incendios que están arrasando la costa oeste de EE.UU.

Las fotografías de tono rojizo que recuerdan a Marte o a la película Blade Runner están siendo compartidas con fruición pues ofrecen un espectacular aspecto muy propicio para obtener retuits y likes. «Buenos días, infierno». Fueron las palabras que escribió, en Twitter, Brian Wickman junto a una foto que mostraba un cielo rojizo desde las ventanas de su apartamento en San Francisco.

Como él, otras muchas personas han compartido en redes sociales sus fotografías del apocalipsis que se está viviendo en la costa oeste de Estados Unidos. Y muchas de ellas están saturadas con un intenso tono anaranjado cuando no directamente rojizo, el color que todos nosotros asociamos con las llamas del averno, que ha hallado acomodo terrenal en la costa oeste de EE.UU.

incendios en california para compartir en instagram

Sin embargo, otros usuarios de smartphones que, por desgracia, han vivido de cerca alguno de los 100 incendios forestales que han devastado la región, esparciendo partículas de ceniza y humo en el aire y obligando a cientos de miles de personas a evacuar sus hogares, no daban crédito a las imágenes que, del infierno, les ofrecía su teléfono móvil.

En ellas, el intenso tono rojizo se transformaba en un color más neutro, que difícilmente daba fe del horror que estaban viviendo sino que, más bien, transmitía cierta sensación de normalidad dentro del desastre. «No utilicé el filtro», tuiteó la periodista Sarah Frier, después de publicar fotos del inquietante cielo matutino de San Francisco. «De hecho, el color del iPhone corrigió el cielo para que pareciera menos aterrador, más naranja». Posteriormente tuiteó fotografías de ese mismo cielo, tras desactivar los filtros de su iPhone y, ciertamente, la imagen era mucho más espeluznante.

Se podría pensar que los smartphones forman parte de una una conspiración para silenciar el apocalipsis, pero no es para tanto. Se trata de esa misma manipulación de la realidad que tanto nos satisface cuando nos tomamos selfies con filtros de belleza o dirigimos la cámara a un paisaje no tan espectacular en la realidad como en la imagen que compartimos en las redes.

Una manipulación que depende del software de las propias cámaras de nuestros smartphones, tan poco acostumbradas como nosotros a presenciar el apocalipsis.

el apocalipsis, pero menos

Las imágenes más neutras fueron generadas por una de las características más básicas de las cámaras digitales, su capacidad para inferir qué color hay en una imagen en función de las condiciones de iluminación en las que se toma.

Tal como explica Ian Bogost en The Atlantic, «bajo el cielo rojo de San Francisco, el balance de blancos no tiene una referencia con la que calibrar con precisión. Debido a que todo estaba teñido de rojo, el software asumió que toda la escena era de un tono más neutral».

Como vemos, nada nuevo bajo el Sol, en este caso bajo las llamas. Desde que se inventó la fotografía, esta consiste más en una manipulación de la realidad -esta nunca ha sido en blanco y negro, por mucho que algunos la vean así – que un testimonio fiel de la misma. Nuestros propios ojos son solo intermediarios que interpretan una realidad comprensible para nuestro cerebro. O a veces incomprensible, como bien sabemos los miopes.

Este proceso de modificación de la realidad se ha intensificado en los últimos años debido, sobre todo, al crecimiento exponencial del uso de las redes sociales, no digamos ya de la extension de la utilización de algoritmos que generan deepfakes. Así pues, no es de extrañar que sensores, filtros y softwares se resistan a ofrecernos imágenes fidedignas del infierno. Al fin y al cabo, son creaciones nuestras y quizás nosotros no estemos preparados para enfrentarnos al apocalipsis cara a cara.

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