¿Eres poco sociable? No eres tú, son tus bacterias

Te explicamos la relación que existe entre bacterias y personalidad.

Nuestros cuerpos están llenos de millones de organismos unicelulares, seres diminutos que nos acompañan desde que nacemos hasta que morimos. Las bacterias tienen la capacidad de influir en nuestra salud y, cada vez está más claro, en la personalidad.

Un estudio realizado por la Universidad de Oxford (Reino Unido) relaciona la composición y la diversidad de las bacterias intestinales con diferencias en la personalidad. Determinan, entre otras cosas, la posibilidad de ser más sociable o más neurótico.

Un ejército de bacterias

Se encuentran en casi todas las partes de la tierra, incluso en aquellas con condiciones de temperatura y presión extremas, y adoptan diferentes formas. Pueden ser alargadas, esféricas o enredarse en espirales. Las bacterias son microorganismos procariotas unicelulares que resultan fundamentales para la vida.

El cuerpo humano está lleno de bacterias. Aunque algunas pueden causar enfermedades, la gran mayoría resultan beneficiosas. En el intestino, por ejemplo, hay miles de tipos diferentes que resultan muy importantes para que nuestro organismo funcione bien.

Tal y como señalan desde la Universidad de Clarkson (Nueva York, Estados Unidos), la variedad de tipos de bacterias está determinado por muchos factores, como el estado de salud, los hábitos alimenticios y la actividad física. El microbioma intestinal se mantiene estable durante la vida adulta, salvo que existan problemas gastrointestinales o se tomen antibióticos.

Este ejército de bacterias que vive en nuestros intestinos tiene la capacidad de determinar nuestra salud física y, por consiguiente, nuestro estado de ánimo. Y, además, puede influir en rasgos más continuados en el tiempo, como son los del carácter y la personalidad.

Sociabilidad, estrés o ansiedad

De acuerdo con el estudio Gut microbiome composition and diversity are related to human personality traits, publicado en la revista científica ‘Human Microbiome’, existe una relación directa entre las bacterias que viven en nuestro intestino y nuestros patrones de comportamiento.

La principal conclusión de la investigación es que las personas con vidas y redes sociales más amplias tienden a tener un microbioma más diverso. Por otro lado, aquellas que sufren estrés y ansiedad presentan una menor variedad de estos organismos unicelulares en su intestino.

La comida determina en gran modo esta diversidad del microbioma. Las personas que viajan, prueban nuevos alimentos y tienen una alimentación variada tienen más diversidad, ya que se exponen a más bacterias. Lo mismo sucede con aquellas que consumen alimentos ricos en probióticos y prebióticos.

La alimentación contribuye a la diversidad de bacterias intestinales.

Por el contrario, aquellas con dietas poco variadas y que no consumen productos lácteos suelen presentar menos diversidad de bacterias en sus intestinos. De acuerdo con el estudio, los adultos que fueron alimentados con fórmula (en lugar de leche materna) durante su infancia suelen presentar también niveles más bajos de diversidad.

“Nuestra vida moderna puede proporcionar una ‘tormenta’ perfecta para la disbiosis intestinal [un desequilbio constante en la flora]”, señala la doctora Katerina Johnson, profesora del departamento de Psicología experimental de la Universidad de Oxford y autora principal del informe.

“Llevamos vidas estresantes con menos interacciones sociales y pasamos menos tiempo en la naturaleza. Nuestras dietas suelen ser deficientes en fibra, vivimos en ambientes excesivamente desinfectados y dependemos de tratamientos con antibióticos. Estos factores pueden influir en el microbioma intestinal y, por lo tanto, afectar nuestro comportamiento y bienestar psicológico de formas que desconocemos”.

Puerta abierta a la investigación

La publicación de este estudio en 2020 dio continuidad a otros que habían asociado el papel de las bacterias al autismo. La constatación de que estas contribuyen también a la variación del comportamiento de la población general deja la puerta abierta a que se sigan desarrollando terapias.

“Existe una creciente investigación que vincula el microbioma intestinal al cerebro y el comportamiento, conocido como el eje microbioma-intestino-cerebro. La mayoría de las investigaciones se han realizado en animales, y los estudios en humanos se han centrado en el papel del microbioma intestinal en las enfermedades neuropsiquiátricas”, señala Johnson.

“Por el contrario, mi principal interés era observar cómo la variación en los tipos de bacterias del intestino puede estar relacionada con la personalidad de la sociedad en general. El estudio de este efecto en el comportamiento puede contribuir al desarrollo de nuevas terapias para el autismo y la depresión”, añade.

El papel de las bacterias ya se había asociado al autismo.

Otra investigación más reciente tiene un objetivo muy distinto: averiguar si el microbioma intestinal puede estar relacionado con la energía y la fatiga mentales y físicas. El estudio, publicado bajo el título Trait Energy and Fatigue May Be Connected to Gut Bacteria among Young Physically Active Adults: An Exploratory Study, concluye que existen distintas bacterias asociadas a estos estados.

Lo cierto es que aún queda mucho por descubrir. «Dado que todavía estamos aprendiendo sobre el microbioma intestinal, no sabemos si podríamos ver un cambio en las bacterias al cambiar nuestros rasgos de personalidad. O si, por el contrario, podríamos cambiar nuestra personalidad al alterar las bacterias”, señala Ali Boolani, profesor asociado de Fisioterapia en la Universidad de Clarkson y autor principal del estudio.

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