Inteligencia artificial (y comprometida) para salvar el planeta y desarrollar vacunas

The Yield

“¿Y si construimos ordenadores que puedan ver, oír, hablar y comprender a las personas?”. Esta reflexión de Bill Gates es de 1991. Un preludio de lo que llegaría en los siguientes años y que ahora se está materializando gracias al desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA).

Aunque hace tiempo que existen funcionalidades inteligentes, parece que es ahora cuando confluyen todas las circunstancias para que se dé un salto más. El aumento de la capacidad de cálculo, el incremento de la cantidad de datos disponibles y una nueva generación de algoritmos lo hace posible.

La IA está alcanzando capacidades humanas”, afirma Jordi Ribas, vicepresidente corporativo de Inteligencia Artificial de Microsoft Corporation. “Con aciertos significativos en cuestiones como el reconocimiento de objetos, reconocimiento de voz, comprensión lectora y traducción automática”.

La utilización de todas estas variables ya está impulsando iniciativas interesantes orientadas a mejorar la vida de la personas. Y no necesariamente dentro del entorno de la productividad. Cuidar de la salud del planeta o mejorar la inclusión de personas con algún tipo de discapacidad también forman parte de esta nueva realidad.

IA: un soplo de aire fresco para el planeta

Casi sobra decir que si no protegemos nuestro planeta, es probable que se convierta en un enfermo crónico. Ribas considera que en su estado actual “la IA es un soplo de aire fresco” para la Tierra. Por eso ve necesario sacar rendimiento a la gran cantidad de datos que tenemos ahora (big data). Con ellos será posible impulsar iniciativas que le saquen de la zona crítica donde se encuentra.

En ello están en The Yield. Esta empresa, ubicada en Tasmania (Australia), se dedica a desarrollar soluciones para una agricultura sostenible. Utiliza sensores, datos e inteligencia artificial para ayudar a tomar decisiones relacionadas con el clima, el suelo y las condiciones de las plantas. Crean un pronóstico del tiempo de siete días. De esta forma, los agricultores saben cuándo plantar, regar o recoger la cosecha.

J-Ops

Con el objetivo de cuidar la biodiversidad de la Tierra, en Project Premonition analizan mosquitos para detectar nuevas enfermedades antes de que se propaguen. Para obtener una muestra lo suficientemente representativa, usan drones. Y para detectar posibles patógenos, utilizan algoritmos de machine learning –una de las ramas de la inteligencia artificial–. Con los datos obtenidos, es posible desarrollar vacunas con antelación.

J-Ops, por su parte, es un proyecto destinado a crear edificios eficientes y más sostenibles. Este sistema ha sido diseñado por la agencia gubernamental JTC, de Singapur, dedicada a planificar espacios para el desarrollo industrial del país. Con el uso de sensores y análisis de datos ya están reduciendo el uso de energía en sus edificios.

Una herramienta para favorecer la inclusión

Además de favorecer la creación de un entorno saludable, la inteligencia artificial también está ayudando a desenvolvernos en él con mayor soltura. Algo esencial para aquellas personas con carencias sensitivas o de movilidad.

Entre los proyectos ya disponibles está Seeing IA. Una aplicación para invidentes capaz de identificar a través de la cámara del teléfono lo que le rodea. Entre sus capacidades está leer textos, describir escenas, identificar objetos, expresiones o estados de ánimo. Aunque, de momento, solo está disponible para iOS.

El camino inverso sigue Helpicto. Esta app está dirigida a personas con trastornos del espectro autista o con dificultades para expresarse verbalmente, que suelen utilizar pictogramas para comunicarse. Lo que hace esta aplicación es convertir las frases de sus interlocutores en secuencias de imágenes que ellos interpretan fácilmente. Lo mejor es que, como está basada en IA, su aprendizaje es continuo.

Seeing AI

Otra experiencia ya en marcha es la que están llevando a cabo en el Rochester Institute of Technology (RIT). Aquí están utilizando modelos de voz y las capacidades de Microsoft Translator para facilitar la comprensión de las clases a las personas con problemas de audición. Algo que consiguen generando subtítulos en tiempo real que aparecen en una pantalla detrás del profesor. El sistema usa una forma avanzada de reconocimiento automático de voz para convertir el lenguaje hablado en bruto –con tartamudeos incluidos– en texto fluido y puntuado.

Todos estos ejemplos muestran el potencial de una tecnología que es capaz de aprender e interactuar. Y que ya venimos usando sin apenas darnos cuenta. “Solíamos tener que aprender a usar máquinas, pero ahora las máquinas pueden aprender de nosotros y adaptarse a cómo trabajamos”, explica Ribas. De esta forma serán capaces de potenciar las capacidades humanas.

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Imágenes | Microsoft

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