¿Cuándo tendremos drones de reparto en España?

El comercio online no ha parado de crecer en los últimos años. Aquel temor a comprar fuera de tiendas físicas se ha disipado completamente, como demostró el aumento de facturación en los últimos años —un 27,6% en 2015, pasando de los 16.259 millones de euros a 20.754 millones—. Y en España tampoco nos hemos quedado atrás. Según el Observatorio Cetelem, las compras móviles crecieron un 68% durante el 2015 (a falta de los datos consolidados de 2016).

En cabeza va el consumidor andaluz, la comunidad donde, del 59% de los internautas que realiza compras online, las hace desde algún tipo de dispositivo móvil. Y así un 46% de los vascos o un 40% de los catalanes. Nos sentimos cómodos con las posibilidades que brinda el tiendeo online, tanto vendiendo como comprando.

Según un informe llevado a cabo por Osborne Clarke, hasta un 60% de los españoles encuestados considerarían la entrega con drones un avance positivo, identificándolo como tendencia de futuro. Y eso que el estudio, llevado a cabo sobre 7.000 encuestados en toda Europa, arrojó una media general algo más baja: 46%. Pero, pese a este apetito de cambio, ¿cuándo llegarán a España las nuevas “técnicas de reparto”? Coches autónomos, drones de reparto, almacenes automatizados… el abanico de posibilidades es enorme.

¿QUÉ DICE LA LEY?

Los drones no son juguetes, sino aeronaves, según la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), así que deben ajustarse a la legislación de aeronáutica vigente, además de depender de otro organismo que marca las normas de aviación civil, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA).

El Ministerio de Fomento dio un giro de guión a considerar, en julio de 2014, que los drones «podrán emplearse en trabajos de infraestructuras, filmación de películas deportivas, control o investigación de la vida salvaje o la búsqueda de bancos de pesca, así como en la lucha contra incendios y salvamento marítimo». Es decir, ya cuentan con más uso comercial y profesional específico.

En cuanto a cifras, la altura máxima permitida para volar es de 120 metros, superando los 100 metros marcados por el anterior Real Decreto. Eso sí, en la actualidad un dron no se puede alejar más de 500 metros de su dueño, del punto receptor, ya sea quien lo controle con el mando, o si es autónomo y funciona a batería, pudiendo demostrar que cuenta con carga suficiente.

Si el dron cuenta con menos de dos kilogramos, esta normativa no se aplica, entendiendo que puede usarse hasta el máximo de radio de recepción permitido, ya que no provocaría desperfectos sobre ningún tejado o superficie. Pero esta normativa aún no desvela el uso en tareas de reparto que pueden desarrollar compañías como Amazon.

AMAZON, A LA VANGUARDIA

Tanto Amazon como otras majors del sector (Walmart, Intel, Kespry, etcétera) forman parte de la Small UAV Coalition, la cual promueve y fomenta el uso de drones en diferentes disciplinas, allanando el camino frente a las administraciones competentes, con el fin de agilizar su uso en el futuro.

Desde Amazon Prime Air, el equipo de Jeff Bezos empezó a realizar pruebas en Reino Unido hace apenas seis meses, con el beneplácito de la CAA (Autoridad de Aviación Civil). Sus medidas son: paquetes de menos de tres kilos, respetando la normativa de los 120 metros y con un peso total del vehículo inferior a 25 kilogramos. El sistema de seguridad del dron percibe los accidentes gracias a sus sensores, evitando chocar contra cualquier artefacto —una antena, por ejemplo—. Las distancias, eso sí, son más generosas: hasta 15 kilómetros desde el punto base.

Su meta durante este año es marcar nuevos récords, pero España cuenta con un problema añadido: nuestro tipo de viviendas. Bastante más de la mitad de los españoles viven en edificios de viviendas —un 66,5%, sobre la media europea, que se sitúa actualmente en un 40%—. La entrega en estas condiciones se hace especialmente complicada, ya que habría que contar, irremediablemente, con el factor humano para el reparto en comunidades.

Para este escollo, Amazon cuenta con dos proyectos: el primero, pasa por usar los drones sólo como elemento de apoyo, para acercar los artículos a los repartidores que se encuentren por la zona. El segundo forma parte de la patente que podéis ver en la imagen de abajo: almacenes aéreos —denominados AFC: Centros de Almacenamiento Voladores—. Un zepelín transporta los artículos, éstos desembarcan montados en drones y bajan hasta la ciudad o centro de acción y, después, vuelven a su punto de recepción, donde la nave los espera para retornar al almacén.

¿Y QUÉ HAY DE GOOGLE?

Google se ha encontrado con varios problemas durante sus test con el Project Wing. De hecho, van por su cuarto prototipo. Las últimas noticias públicas que tuvimos datan de agosto de 2014. Desde entonces se han enfrentado a diferentes problemas: el grosor del cable del cabrestante era demasiado inestable, las alas de los primeros modelos eran demasiado anchas —actualmente despegan y aterrizan verticalmente— y, por tanto, se han visto obligados a implementar un modelo de aterrizaje con ruedas, una especie de carro con bastidores que viajaría el último trayecto hasta su destino.

No es la primera vez que Google se estrella con drones. De hecho, su Proyecto Titán —en nombre a la empresa que adquirió, Titan Aerospace— ha sido recientemente cancelado por su nulo éxito. En este particular, los drones operaban con energía solar y tenían la meta de llevar Internet a cualquier rincón del planeta. Durante las pruebas, varios de estos drones acabaron estrellados en el desierto de Arizona.

El gobierno estadounidense, por su parte, tampoco va a rendirse y ve con buenos ojos estas iniciativas. La Fundación Nacional gastará 35 millones de dólares durante los próximos años en investigación sobre vuelo no tripulado, señalando desde el Departamento del Interior que usarán más drones en tareas de salvamento, alimentación, antiincendios, etcétera.

NECESITAMOS MÁS INVESTIGACIÓN

Otro países, como Nueva Zelanda, ya han empezado su propia industria con drones. Domino’s Pizza ofrece repartos mediante drones, estimando que en tres años ya realicen el 25% de sus entregas mediante éstos. Son cajas herméticas, ligeras, y fáciles de apilar: el modelo idóneo para comenzar. Eso sí, sin recordar el trayecto de ida y vuelta, para no vulnerar la seguridad de sus clientes, difundiendo información comprometida.

Respondiendo a la pregunta inicial, es imposible determinar una fecha concreta. El propio Ministerio de Fomento estima que a finales de 2017 se dé comienzo al periodo de pruebas en España, y algún momento sin determinar en 2018 el momento del pistoletazo de salida. Sabiendo, según geografías, entre un 7 y un 22% de todas las compras se realizan vía Internet, es cuestión de tiempo que un robot llame al timbre de nuestra casa y nos haga la entrega tal y como lo haría un repartidor habitual. 
Ahora el interrogante está sobre el componente humano, cada vez más desplazado tanto en almacenes como en reparto: ¿tendremos un servicio más ágil y personalizado a costa de miles de empleos en logística internacional?

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Imágenes | Pixabay, Google (Project Wing)

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