¿Por qué nuestro GPS nos va a engañar para que lleguemos antes?

El GPS suele tener razón en tanto a la situación de la carretera. No solo conoce de antemano todas las posibles rutas, sino que cruza sus datos con la ocupación segundo a segundo de las mismas, usando técnicas predictivas basadas en Big Data, algoritmos e inteligencia artificial para indicarnos la mejor ruta a seguir. Como consecuencia, le hacemos caso.

Pero, si el GPS manda a todo el mundo por la ruta más corta, dejará de ser la más rápida porque se producirán atascos. Lo suyo es que mande a la gente por rutas diferentes para prevenirlos, aunque esta no sea la más corta. ¿Nos engañará nuestro GPS inteligente para que lleguemos antes?

¿Por qué confiamos en el GPS?

¿Qué conductor no ha pensado (equivocándose bastante) que era mejor opción seguir su instinto en lugar de hacer caso al GPS? El navegador es una herramienta maravillosa, pero en algunos casos nos ofrece una ruta que hace que levantemos la ceja y pensemos «Por ahí no se va» o, como poco, «Por ahí se tarda más».

De modo que seguimos nuestra brújula interna, hacemos uso de nuestra pericia en navegación, aceleramos y… nos metemos de lleno en un atasco de varias horas. Porque, como hemos dicho al principio, el GPS suele tener razón (y nosotros no).

El hecho de que no veamos la escena completa (por ejemplo, desde un helicóptero) basta para muchos para confiar en el navegador ciegamente. A otros les vale saber que es la última tecnología y que está basado en estadísticas y Big Data. Y a un tercer grupo le vale tener pruebas de primera mano cuando ven desde la vía de servicio o desde la carretera secundaria que el navegador le acaba de evitar un atasco de más de una hora.

¿Cómo funciona el sistema GPS de navegación básico?

En esencia, y de un modo resumido casi hasta la negligencia, el navegador es una máquina que lee probabilidades. Si acudes a Google Maps y tecleas dos puntos cualesquiera de tu ciudad, te dará una o más posibilidades de viaje. Y estas pueden tener resultados contraintuitivos, como pasa en la captura de abajo:

ruta mas corta GPS

En el ejemplo se tardan 17 minutos en recorrer 4,2 km pero tan solo 14 en hacer 5,3 km. Cualquier alumno de primaria sabría calcular a qué velocidad media avanza cada coche, y que la segunda ruta (aunque algo más larga) es la mejor si vamos con prisa.

El navegador, en ciudad, calcula las posibilidades en base a la estadística previa de que se te pongan los semáforos en rojo o que los peatones crucen por un paso de cebra a la hora a la que se espera que vayamos a pasar nosotros. También en ciudad, así como en carretera, lo que calcula es el caudal de vehículos.

salir a las GPS navegador

De ahí que el botón Salir a las… tenga tanta importancia, especialmente en hora punta. Porque si salimos 10 minutos después podemos encontrarnos el mismo trayecto salpicado de posibles atascos, que aparecen marcados en rojo sobre el mapa y como un intervalo en los bocadillos sobre la ruta:

atascos GPS

Pese a la incertidumbre (harían falta infinitos datos para predecir al 100% el tiempo estimado) los usuarios confían en sus navegadores porque les ahorran tiempo. Pero, sobre todo, porque aciertan más a menudo que ellos, como dice Yuval Noah Harari:

«Si un sistema predice mejor que yo, me fiaré más de él que de mí mismo»

Y eso hace que los conductores seamos vulnerables al engaño por parte del GPS.

¿Por qué nos engañará nuestro GPS?

Imaginemos un ejemplo simplificado. Para ir de una a otra ciudad en la imagen tenemos tres posibles carreteras. Cada una con su distancia y su velocidad máxima:

opciones GPS de ruta

Haciendo una división nos damos cuenta de que recorrer la Ruta A nos llevará 50 minutos; una hora la B, y una hora y doce minutos la C. Resulta evidente que tantos conductores como puedan elegirán la Ruta A si les es posible, porque llegarán antes. Ahora bien, si todos vamos por la misma carretera, habrá un atasco y esta dejará de ser la más rápida.

Si tenemos en mente la Ruta A pero oímos en las noticias que está colapsada, entonces iremos a por la Ruta B (más rápida que la C), cometiendo el mismo error y, probablemente, volviendo a generar un atasco en la Ruta B. Mientras disfrutamos del atasco, quien haya tomado la Ruta C estará llegando al destino, aunque en principio fuese a tardar más.

Nosotros, como simples conductores, no tenemos ni idea de estos flujos. Pero los algoritmos en los que se basa el GPS saben esto. Y no solo lo saben, sino también tratan de evitar que ocurra.

Y así te engañará tu GPS para que llegues antes

Es viernes, acabamos de llegar al trabajo y ya tenemos pensada la hora a la que saldremos. Sonreímos, es la mejor de todas. A las tres de la tarde, que es cuando otro millón de personas también saldrá para hacer el mismo recorrido.

Si buscamos por la ruta que nos llevará menos tiempo, rara vez localizamos la que menos kilómetros tiene o la que mayor velocidad admite en la vía. En su lugar, nos devuelve la opción de vías de peaje, horas de salida intempestivas o carreteras secundarias. ¿Por qué?

Porque sabe que, aunque (pongamos como ejemplo) la A-3 en el trayecto Madrid-Valencia no tenga un atasco todavía, dentro de una hora (cuando vayamos por Tarancón) nos encontraremos con un 100, 200 o 500% más de conductores que se han ido incorporando a la carretera mientras nosotros circulábamos aparentemente tranquilos.

el gps maneja flujos de coches, no unidades

Para que esto no ocurra, nuestro GPS nos engañará. En lugar de decirnos a todos que la Ruta A es la más rápida, hará un cálculo de cuántos vehículos caben sin problema por la Ruta A, y los mandará en esa dirección. Al resto los mandará por la B y, si hiciese falta para descongestionar, también abrirá la Ruta C.

Por supuesto, teniendo en cuenta dos datos más:

  • Cuántos conductores le harán caso en base a la estadística previa y el perfil de cada conductor
  • Cuántos conductores usan un navegador integrado en el mismo cálculo.

Mientras que los humanos estamos condicionados a una perspectiva en los viajes bastante limitada (apenas sí vemos diez o doce vehículos por delante, y la conducción autónoma pronto nos relegará a pasajeros), los algoritmos visualizan flujos de millones de vehículos al instante.

No es de extrañar que se equivoquen mucho menos. O que les hagamos caso debido a ello. Ni, por supuesto, que nos engañen para que todos lleguemos antes (y más seguros) a nuestro destino.

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Imágenes | iStock/alexeyrumyantsev, iStock/shansekala

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