En 1917 Picasso conoció a Olga Khokhlova, una bailarina de ballet, y desde ese momento se convirtió en la modelo por excelencia de su periodo clásico.
Hija de un coronel de la armada imperial rusa, Olga Khokhlova se incorporó en 1911 a los Ballets Rusos y fue allí donde conoció a Pablo Picasso, cuando el artista realizaba los decorados y el vestuario del ballet Parade. La atracción surgió rápidamente entre ellos y un año más tarde contraían matrimonio. La figura de Olga resulta imprescindible para entender la obra de uno de los grandes pintores del siglo XX y por eso, Caixa Forum Madrid, ha organizado una muestra bautizada como «Olga Picasso» que permite al visitante conocer de cerca la figura de una de las mujeres que guiaron el pincel del malagueño.
Picasso y su «periodo Olga»
A partir de 335 obras, entre pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, películas o diferentes objetos personales de la pareja, la muestra se propone redescubrir el periodo Olga y la cambiante figura de la primera esposa de Picasso.
Un reflejo de la realidad
A menudo Olga es representada como melancólica, sentada, leyendo o escribiendo (sin duda aludiendo a la correspondencia que ella mantenía con su familia, que vivía un momento trágico en la historia del imperio ruso). Después del nacimiento de Paul, el primer hijo de la pareja, el 4 de febrero de 1921, Olga se convierte en la figura inspiradora de numerosas escenas de maternidad y composiciones que transmiten una ternura inédita.
Sin embargo, más adelante, en 1927, a raíz del encuentro de Picasso con una joven mujer, Marie-Thérèse Walter, que se convertiría en su amante, la representación de Olga se transformó: su imagen se rompió con expresión violenta, transmitiendo la naturaleza de la profunda crisis de la pareja. La figura de Olga se transformó en la de una mujer amenazante, monstruosa, con una nariz puntiaguda como un puñal, mostrando todos los dientes. La pareja se separó finalmente en el año 1935 pero fue la muerte de ella, en 1955, la que acabó con su matrimonio.
El recuerdo de Olga
Olga Khokhlova estuvo omnipresente en los retratos del periodo clásico y su rostro, que desapareció poco a poco de la pintura de Pablo Picasso, continuó estando presente en la obra de su marido después de 1925, época en la que comienza su crisis de pareja. El Beso de 1931, por ejemplo, que reúne una figura con los ojos cerrados, abandonada, y un personaje con una mirada que se desvía, es el símbolo del declive y de la ambigüedad de esta relación amorosa que canibalizaba los vínculos de la pareja.
La muestra es comisariada por Bernard Ruiz-Picasso, nieto de la pareja y copresidente de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte. Fue él quien encontró un baúl perteneciente a su abuela y repleto de objetos que, con el tiempo, inspirarían esta exposición. En esta ocasión, comparte comisariado con Emilia Philippot, conservadora de Pinturas y Dibujos del Musée National Picasso-Paris y Joachim Pissarro, profesor de Historia del Arte y director del Hunter College Art Galleries de la City University of New York.