Abrimos la mochila de 11 niños, ¿siguen llevando libros?

En septiembre arranca el curso escolar 2017-2018. Nervios, ganas de volver a ver a los compañeros de clase y tres trimestres por delante para aprender nuevos conceptos, ideas y hechos.

Desde 2016 está en marcha el Programa de Escuelas Conectadas, que pretende reducir la brecha digital e impulsar una educación innovadora y de calidad. Se espera que el programa (que tiene un presupuesto de 330 millones de euros) beneficie a 6,5 millones de alumnos de más de 16.500 centros, que podrán conectarse a Internet a una velocidad de 100 Mbps. También podrán mejorar las redes internas de comunicaciones en aulas y demás instalaciones, así como recibir equipamiento y recursos tecnológicos, y conectarse a la Red IRIS.

¿Hay libros o tablets en las mochilas?

Pero, ¿qué llevan los niños españoles en la mochila? ¿Siguen repletos de libros y cuadernos? ¿O basta un tablet o portátil para estudiar y repasar todas las tareas?

Desde Nobbot hemos pedido a diferentes padres y madres que compartan con nosotros las fotos de las mochilas abiertas de sus vástagos para saber qué llevan los alumnos españoles a sus clases. Y, ¡oh, sorpresa!, el papel sigue siendo dominante y las quejas por el peso y tamaño de las bolsas del colegio bastante frecuentes.

¿Es necesario tanto peso?

Algunos progenitores se lamentan del peso que tienen que soportar sus hijos al ir a la escuela. Viendo algunas fotos, no es para menos. Casi podría decirse que las mochilas soportan tanto peso como años tiene la criatura.

Por ejemplo, una madre nos cuenta que la cartera de su hija, de 9 años, pesa 6,7 kilos en un día en el que tiene dos horas de gimnasia y, por tanto, no debe llevar libros para esta asignatura sin libros. En su interior, dos libros, tres cuadernos tamaño A4, un estuche con todo lo que le piden y la tartera con la fruta que le ponen sus padres.

Su hermana, de 12 años, lleva una mochila que pesa unos 5 kg: tres libros y tres cuadernos, más estuche con lo necesario y tupper con fruta son los culpables. Pero, además, debe llevar la bolsa de gimnasia, con equipamiento completo con zapatillas y artículos de aseo.

Otro padre nos cuenta que su hija va a tercero de primaria (9 años).  La mochila, según su padre, pesa un quintal por sí sola. “Llena de libros ya es exagerado”, se lamenta. Y aunque tiene las cada vez más frecuentes ruedas para aligerar su transporte, no sirven de mucho para subir hasta la clase, que está en una tercera planta.

Cuanto más mayor, más peso

Hemos podido abrir también la mochila de una niña que cursa 5 de primaria. La foto habla por sí sola. Y su padre nos dice que pesa 5 kilos. Libros, cuadernos, folios, neceseres…

Otra niña en este mismo curso nos muestra cómo se sigue llevando un cuaderno y un libro para cada materia que se imparte en el colegio.

Un reparto menos pesado

Otros padres nos cuentan que se hace un goteo en lo que al transporte de libros se refiere. “Algunas cosas las hacen con fotocopias y cuadernos así pesa menos y gastamos menos en libros”.

Incluso los más afortunados aseguran que sus hijos (2º y 4º de infantil) solo llevan la agenda, comida de media mañana, agua y gorra si hay natación.

¿Y los más pequeños?

En cuanto a los niños que están en infantil, hay un poco de todo. Los hay que solo llevan agenda y “dinosaurios, bellotas, conchas del mar y todas las cosas que va acumulando”.

Babi, agenda y desayuno/botella de agua suele ser lo más normal entre los niños que aún no han empezado primaria.

Sí, también hay mochilas sin libros

Como veíamos al principio, los esfuerzos del gobierno por dotar de nuevas tecnologías a las aulas son constantes y recurrentes. Y aunque la mayoría de los niños que nos han mandado las fotos de sus mochilas siguen teniendo libros como base de la enseñanza, también hemos hablado con dos madres cuyos hijos no tienen libros de texto.

«Yo he sido la primera en renegar de ello», asegura Sandra Cobaleda, «pero cuando les veo trabajar me doy cuenta que es una herramienta muy buena para ellos y que les permite avanzar mucho». Estar en contacto con compañeros para hacer trabajos, tener una relación más directa con los profesores cuando salen del colegio son algunas ventajas. «Creo que les viene bien para que aprendan a utilizarlo de otra forma distinta a las redes sociales, y sepan sacarle mayor rendimiento», añade.

Cuando veo a mis hijos cómo trabajan en equipo, cómo exponen sin complejos y lo comparo a cómo estudiábamos nosotros… están a años luz

Por eso, y ante la pregunta de si los libros deben seguir utilizándose en la escuela, su respuesta es tajante: No. «Todo cada vez es más digital, ellos pertenecen a otra era, y les enseña a utilizar todo tipo de herramientas y a ser responsables de sus ordenadores, cargas y organización cuidado del material, etc.».

La decisión de abandonar los libros la tomó el colegio y, aunque a sus hijos «les costó adaptarse», cree que está siendo una buena experiencia para ellos. «Les ha enseñado a ser más organizados en sus tareas, a utilizar herramientas que desconocían». Sin embargo, esta madre cree que lo peor de la imposición de la tecnología en las aulas es que los niños pasan demasiadas horas delante de una pantalla. «Debemos de enseñarles a hacer pausas«.

Por último, Sandra Cobaleda está convencida de que algún día desaparecerán los libros como herramienta de enseñanza. «Les permite trabajar en equipo de forma online, y hoy en día es complicado reunirse para trabajar en equipo. Al final, tienen que hacer muchas búsquedas de información en Internet para hacer tareas».

Ángel y Sergio Hidalgo Hernández, de 12 y 14 años, hace varios años que abandonaron los libros y que van únicamente con la tableta a su colegio. Para ellos, «lo mejor es que puedas almacenar muchos libros sin que ocupen nada de espacio y que puedas hacer otras actividades y ver vídeos, así que es más interactivo que un libro tradicional«. A continuación, cuando se les pregunta por lo peor de estudiar con un dispositivo digital, señalan que «a veces la aplicación falla«.

Su madre, Alicia Hernández, ve más ventajas que inconvenientes en su uso. «Para empezar, cómo se descarga la mochila. No llevan más que el Ipad y algún cuaderno. Se acabaron los mochilones quiebra-espaldas. Para continuar, la forma de estudiar. Mucho más amena, no se limitan al texto del libro tradicional; los temas están llenos de links donde ampliar conocimientos, ver vídeos, hacer actividades…mucho más interactivo. A los niños esa forma de trabajar les motiva y les divierte. Por no hablar del dominio que tienen del aparato».

De hecho, en su opinión, este puede ser un handicap para algunos padres que quieren estar encima de lo que hacen o estudian sus hijos. «Los padres no dominamos la herramienta como ellos y pierdes la visión global que te da el papel del temario».

Pero ni aun así volvería a los libros. «Los libros desaparecerán. Cambiará la manera de aprender y estudiar. ¿Por qué? Porque es una realidad que vivimos. El iPad permite usar nuevas metodologías de aprendizaje que favorecen y aumentan la creatividad, la innovación, las habilidades de comunicación… Cuando veo a mis hijos cómo trabajan en equipo, cómo exponen sin complejos y lo comparo a cómo estudiábamos nosotros… están a años luz», nos cuenta Alicia Hernández.

Lo que el profesor opina de la tecnología en el aula

Si para padres y alumnos la desaparición de los libros en el aula puede ser novedoso, para los maestros implica también un cambio en la metodología a la hora de instruir en las materias. ¿Cómo es, desde el punto de vista del profesor, la llegada de las nuevas tecnologías a las aulas?

Hemos tenido la oportunidad de preguntar a un profesor de Ciencias Sociales de un colegio de Madrid, donde da clases de 5º y 6º de primaria. Para él, la tecnología tiene, al menos potencialmente, muchas ventajas y recursos interactivos que pueden hacer la clase más dinámica. «Lo malo es que muchas editoriales todavía no han desarrollado demasiado bien sus plataformas digitales y tienen bastantes fallos. También algunos libros requieren de conexión a Internet para acceder a ellos, lo cual a veces puede fallar, quedándote, por tanto, sin acceso al libro de texto en ese momento».

En cualquier caso, la tecnología convive con herramientas analógicas. «Los alumnos siguen teniendo cuadernos, lápices, bolígrafos y colores. La tecnología es una herramienta de apoyo muy versátil, y realmente no sabemos hasta dónde puede llegar todavía».

Además, advierte que el dejar un tablet en manos de los chavales puede hacer que sea una gran distracción para el alumno si no se gestiona bien su uso. «A los alumnos obviamente parece encantarles, pero no siempre por las razones apropiadas», asegura.

En cuanto a padres y profesores, este maestro cree que «hay más resistencia ante la novedad, lo que por otra parte es normal. La transición no está siendo tan fácil para profesores de más antigüedad. En este sentido, los más jóvenes son más receptivos y están más dispuestos al cambio».

Por tanto, este profesor concluye que la tecnología «tiene ventajas y desventajas, pero es una herramienta que tiene potencial en las aulas».

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