«El confinamiento ha afectado de forma distinta a los jóvenes dependiendo de su talón de Aquiles»

¿Por qué pasa tanto tiempo en su habitación? ¿Con quién hablará por las redes sociales?¿ Le pasará algo que no sepamos?. Estas son algunas de preguntas que se hacen muchos padres cuando sus hijos se encuentran en la complicada etapa de la adolescencia.

Para responder a estos interrogantes y guiar a los padres en esta etapa fundamental para el desarrollo de sus hijos, Lola Álvarez, licenciada en Pedagogía por la Universidad de Barcelona, máster de Estudios de Observación Psicoanalítica, nos ofrece su libro ¿Pero ¿qué te pasa?, diez claves para entender la adolescencia en positivos (Planeta).

En este libro, la autora pone sobre la mesa algunos de los problemas más comunes a los que se enfrentan los padres ante el paso de sus hijos por la adolescencia y revela las claves que les permiten vivir esta experiencia en positivo.

-¿Por qué ha elegido tratar este tema en tu libro? ¿Qué objetivo busca a través de esta guía?

La idea nació a raíz de las conversaciones con mi amiga y agente Silvia Bastos. Durante nuestras charlas sobre mi trabajo con adolescentes y sus familias, surgió la noción de que un libro de enfoque psicoanalítico podría hacer una aportación valiosa a la manera de entender a los adolescentes y ver qué está en juego durante este periodo del desarrollo, algo que puede ser útil tanto para padres como para educadores.  Con esta obra, espero poder ayudarles a gestionar cualquier situación en la que se encuentren con un adolescente, afrontando los desafíos sin miedo, con curiosidad y con honestidad.

– ¿Qué tiene en especial esta obra en comparación con otras de la misma temática?

El libro es el producto de muchos años de experiencia trabajando con adolescentes y sus familias. Tiene una abundancia de casos prácticos que tienen un fin didáctico y sirven para ilustrar situaciones muy diversas en las que la familia ha acudido a un profesional buscando ayuda. Aunque el libro explora a fondo la mentalidad adolescente, también hace hincapié en cuáles son las experiencias de los padres en el entorno familiar, y cómo todo ello puede estar influyendo en la dinámica familiar y en su manera de gestionar los conflictos que pueden surgir en la educación de sus hijos.

El libro busca transmitir un mensaje esperanzador, ya que el vínculo entre padres e hijos es muy fuerte, dura muchos años y, por lo tanto, no hay que desanimarse frente a los desafíos.

adolescencia y «padres frontón»

– ¿Cómo definiría la adolescencia?

La adolescencia es la etapa del desarrollo físico y psicológico que cronológicamente sigue a la pubertad y anuncia la llegada de un proceso sin retorno. Para el joven es el primer paso hacia la consolidación de su propia identidad y marca un gradual alejamiento del entorno familiar, facilitándole así la exploración de la realidad que les rodea. Hay un deseo de dejar atrás el mundo de la infancia, adentrarse en lo desconocido y descubrir cosas nuevas.

De hecho, es como el abrirse de una flor, el joven se muestra al mundo en todo su esplendor y durante esta etapa se empieza a vislumbrar el adulto que va a ser. Están llenos de ímpetu y de vida y, a pesar de los tropiezos, hay que seguir apoyándoles en esta fase de su trayectoria.

– ¿Por qué esta etapa es la más temida por los padres?

Lo que ocurre es que la adolescencia conlleva un cambio físico muy repentino, por un lado, externo y visible pero también interno, a nivel hormonal y cerebral. Ello hace que ni siquiera el adolescente esté muy en control de su propio cuerpo ni entienda del todo lo que le está ocurriendo. Los padres, por su parte, están siguiendo su propio proceso, han perdido a su hijito dócil y en su lugar hay un individuo con el que les cuesta comunicarse. Esta situación crea sorpresa y ansiedad por ambas partes y entonces es muy fácil que se produzca un desencuentro, o tal vez un conflicto.

– ¿Qué consejos les darías a los padres?

Les diría que se armen de serenidad e intenten mantener el sentido del humor. Me gusta usar la metáfora de una pared de frontón. Los padres deben ser como esa pared inamovible, que es una estructura firme que está allí para recibir todo lo que le echen, miles de pelotazos, alterándose lo menos posible. Por otro lado, les aconsejaría que eligieran las batallas con cuidado, porque con frecuencia muchos de los conflictos entre padres e hijos son por nimiedades o diferencias de opinión sin mayor importancia, simplemente porque el adolescente quiere manifestar su punto de vista con vehemencia, lo cual en ocasiones puede ser visto por sus padres como una provocación. Es muy importante aprender a dialogar con ellos, a discernir y a economizar las energías, porque las discusiones desgastan y agotan la paciencia de todos.

«Es muy importante aprender a dialogar con nuestros hijos, a discernir y a economizar las energías, porque las discusiones desgastan y agotan la paciencia de todos».

– ¿Qué impacto tiene las redes sociales en el núcleo familiar?

No cabe duda de que la actividad en redes sí ha agudizado muchos de los problemas a los que se enfrentan hoy en día los adolescentes y no sólo en su modo de relacionarse. Aspectos como la auto estima; vemos que el culto a la imagen está causando estragos entre los jóvenes, sobre todo entre las chicas. Otro problema es el acceso a contenido virtual poco recomendable como la pornografía, la práctica de perversiones de todo tipo, la radicalización política y muchas otras cosas. Si no comparten estas “aficiones” con nadie de su entorno real y se relacionan con esos mundos en la soledad de su habitación sin tener con quién contrastar esa visión, las consecuencias para su desarrollo pueden ser muy nocivas. Por ello, es importante que haya supervisión parental en el uso de las redes sociales, algo que, se hace mucho más fácil cuando hay buena comunicación entre padres e hijos.

– ¿De qué manera pueden controlar las redes sociales de sus hijos sin que esto desencadene conflictos familiares?

Unas de las cosas más importantes en la crianza de los hijos es crear una buena comunicación entre padres e hijos, estar al día de lo que les ocurre, de lo que opinan, de lo que te quieren contar sobre su vida diaria. Si los canales de comunicación se mantienen abiertos será mucho más fácil tratar esos temas más delicados y hacerles entender cuáles son las preocupaciones que los padres pueden tener al respecto.

La educación consiste en transmitir valores que guíen la conducta de los hijos y en sentar límites que ellos han de respetar y dentro de los cuales se pueden mover de forma segura. Estas dos cosas son fundamentales y aplicables también al uso de redes.

– ¿Cómo pueden detectar los padres que su hijo o hija sufre un trastorno alimenticio? ¿Cuál es la forma más adecuada de actuar frente estas situaciones?

Los padres siempre deberían estar atentos a cualquier cambio de conducta que perciban en sus hijos o hijas, no solo en la adolescencia sino a cualquier edad, ya que puede ser una indicación de que algo no está bien. El consumo de comida, tanto si es excesivo como si es restrictivo, siempre tiene como propósito acallar un malestar emocional y va mucho más allá de lo puramente alimenticio. Las causas son complejas y resolverlas puede llevar tiempo, por lo que el mensaje claro y contundente que quiero dar a todos los padres que perciban trastornos de este tipo es que actúen con rapidez y busquen ayuda de un profesional.

el confinamiento en los jóvenes

– ¿Cómo ha afectado psicológicamente el confinamiento a los adolescentes?

El confinamiento ha afectado de forma distinta a todos los jóvenes según cual fuera su talón de Aquiles; si tenían una tendencia depresiva, veían la situación con una perspectiva más pesimista, y ello podía hacer que les diera más miedo salir o que se preocuparan en exceso por los abuelos o por mantener normas de higiene obsesivas. Algunos se buscaron un nuevo hobby que les servía de distracción y que, de paso, los aislaba de lo que ocurría a su alrededor.

En algunos casos, aumentó su respeto hacia sus padres al conocer su faceta profesional mientras trabajaban desde casa, viendo los desafíos a los que se enfrentaban a diario. Los adolescentes más sociables se refugiaron en el mundo de las redes, a través de las cuales podían mantener algo que se asemejaba a un contacto en grupo, aunque, incluso en esos casos, era fácil caer en la monotonía. Para muchos de ellos, la incertidumbre que se ha creado con la pandemia continúa siendo difícil de gestionar, sobre todo si están en un punto de transición educativa, cerrando una etapa sin saber qué aspecto va a tener la etapa siguiente.

«Los padres siempre deberían estar atentos a cualquier cambio de conducta que perciban en sus hijos o hijas».

– ¿Cómo deben de abordar los padres la sexualidad con sus hijos?

La educación sexual debe estar a cargo de padres y de educadores y hoy en día el mayor desafío es luchar contra la “educación” que adquieren ellos solos, tanto niños como jóvenes, con el acceso al material pornográfico en internet. Hay que explicarles que la pornografía es una ficción creada para estimular o para entretener, pero que no es un reflejo de la realidad ni de cómo las parejas se relacionan entre ellas. Hablando con ellos, se debe contextualizar cómo se pueden dar las relaciones sexuales, su vinculación con los lazos afectivos y los valores que rigen la vida en pareja. Es una edad en la que se suele descubrir el amor y la idealización de la persona amada, algo muy difícil de reconciliar con la crudeza de las escenas pornográficas, por lo que hay que ayudarles a hacer esa distinción.

– ¿En qué consiste la adolescencia tardía de la que hablas en tu libro?

La adolescencia tardía es una etapa que abarca aproximadamente desde los 17 a los 23 años, a partir de los cuales ya se les considera una persona adulta. Lo que ocurre es que, si no hay cambios en el entorno que le rodea, si no hay unas expectativas por parte de los padres de que algo sea diferente y asuma nuevas responsabilidades, el comportamiento del adolescente tardío no tiene por qué cambiar. Este fenómeno es el resultado de una estructura social y familiar muy extendida en los países del sur de Europa, con valores que promueven el retener a los hijos en el hogar cuando con frecuencia son ya capaces de valerse por sí mismos.

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