Cantaba el añorado Javier Krahe en una de sus canciones que la muerte no le llenaba de tristeza, que “las flores que saldrán por mi cabeza algo darán de aroma”. Pues bien, el ejército norteamericano parece que se ha propuesto hacer esto realidad en situaciones de guerra y, por ello, ha solicitado propuestas para poder contar con balas biodegradables, que puedan matar vidas humanas al mismo tiempo que dan un impulso a la vida vegetal. Resulta loable este interés por el ecosistema natural si bien uno tiende a pensar que entre, pongamos una zanahoria, y un ser humano, quizás pudiera ser más ecológico no cercenar la existencia de éste último a balazos, sean o no biodegradables. Pero el mundo es un lugar peligroso y complejo y la complejidad genera paradojas como ésta.
En principio, la propuesta está pensada para los múltiples campos de entrenamiento que el ejército de EEUU tiene diseminados a lo largo y ancho del mundo. Allí, los restos de cientos de miles de proyectiles salpican el terreno. Como no hay una manera eficiente de recuperar los casquillos, se dejan a allí esperando que la acción del tiempo los elimine. El problema es que estos restos contienen metal y otros productos químicos, que pueden contaminar los suelos y las aguas subterráneas.
Balas biodegradables con semillas
El Departamento de Defensa norteamericano quiere hacer algo al respecto, y por ello está solicitando propuestas para contar con balas biodegradables «cargadas con semillas especializadas para cultivar plantas ecológicamente beneficiosas, que eliminen los desechos y los contaminantes de las municiones».
Los materiales para fabricar estos proyectiles podrían incluir los mismos plásticos biodegradables usados ??para fabricar botellas de agua o recipientes de plástico o podrían estar fabricados con algún otro material nuevo. El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos ya ha desarrollado y probado semillas que pueden embeberse en un compuesto biodegradable y germinar después de haber estado en el suelo durante varios meses.
Campos de tiro y biodiversidad
Las plantas que crecerán a partir de las semillas también podrían ayudar a eliminar los contaminantes del suelo o alimentar a la fauna local. Según la propuesta, «los animales deben ser capaces de consumir las plantas sin ningún efecto nocivo».
Uno de los elementos a tener en cuenta deberá ser que estas plantas no comprometan la biodiversidad del ecosistema en el que se ubiquen los campos de tiro.
Los contratistas elegidos tras el proceso de selección producirán las balas biodegradables en un proceso dividido en tres fases. En la primera fase, el contratista se centrará en fabricar munición de entrenamiento de 40 mm a 120 mm. El uso del término “bala” puede resultar un eufemismo poco certero puesto que incluso la munición más pequeña, de 40 mm, es un proyectil de un tamaño considerable, casi una granada. Los de 120 mm son aún más grandes y se utilizan en tanques.
La fase II incluye el desarrollo de un prototipo y los medios para fabricarlo y, la fase III, comprobará las características biodegradables de esta munición que se utilizará en las instalaciones de entrenamiento del Ejército.
En definitiva, una propuesta ecológica para generar vida en un contexto protagonizado por la muerte. Como diría Gila en uno de sus hilarantes monólogos sobre la guerra, si hay que matar, “¡Que usted lo mate bien!”
Fuente: Seeker
¿Ni sería mejor que esas balas se autodegradasen antes de salir del arma?