Así cambiará el Big Data la forma en que producimos (y consumimos) energía

Big Data es un término de moda. Se lo relaciona con alguna de las profesiones más sexis del presente y con buena parte de las predicciones de futuro. Tiene que ver con la gestión de los miles de millones de datos que se generan cada día en el planeta y promete llevarnos hacia increíbles niveles de eficiencia e inteligencia. Y, sin embargo, hoy por hoy, analizamos menos del 1% de los datos que generamos.

Además, casi todo el análisis de Big Data se centra, en la actualidad, en las parcelas de ventas y marketing. Pero la información (y esto no es nada nuevo) tiene poder real para cambiar el mundo. Y el mundo, tal como lo conocemos, no tiene sentido sin energía. Así está cambiando el Big Data la forma en la que manejamos la electricidad.

La hoja de ruta en Europa

Por razones medioambientales, pero también geoestratégicas e industriales, la obsesión por reducir la dependencia de los combustibles fósiles es muy clara en la Unión Europea. Así, la electricidad generada por fuentes limpias (entre las que, sí, se incluye la nuclear) tiene un papel central en la estrategia energética europea.

Según los objetivos de clima y energía de la UE, en 2020 habrá que haber reducido las emisiones de gases de efecto invernadero un 20%, obtenido un 20% de la energía a partir de fuentes renovables y mejorado la eficiencia energética en un 20%. Para 2030, los objetivos son aún más ambiciosos y contemplan el intercambio, según demanda, de energía entre todos los Estados miembros. Para 2050, la emisión de gases de efecto invernadero debería ser residual.

Puede que sean objetivos demasiado ambiciosos, pero la Unión Europea cuenta con una hoja de ruta de la energía que quiere marcar el camino a seguir. Una hoja de ruta en la que las técnicas de Big Data para aumentar la eficiencia y apostar por la descentralización de las redes de distribución serán muy importantes.

“Para dar cabida a la producción de energías renovables a nivel local, la red de distribución tiene que hacerse más inteligente para gestionar la generación variable procedente de muchas fuentes distribuidas, como, en particular, la energía solar fotovoltaica, así como también una mayor respuesta a la demanda. Con la generación más descentralizada, las redes inteligentes, los nuevos usuarios de la red y la respuesta a la demanda, es más necesario contar con una visión más integrada del transporte, la distribución y el almacenamiento”, se señala en la hoja de ruta energética de la UE.

La generación distribuida

Mientras la producción de electricidad a través de fuentes renovables continúa avanzando en Europa y en España, el foco de atención recae más sobre la forma en que distribuimos esa energía. Es decir, cómo llega la electricidad del molino o la planta fotovoltaica a nuestro hogar. Y es que, de media, el 14% de la energía producida se pierde en el tramo final de la red, entre el cableado de nuestras ciudades y hogares.

Así, la generación distribuida surge como solución. “La generación distribuida de energía eléctrica se produce por unidades de pequeña potencia y ubicadas cerca del lugar de consumo y que están conectadas a la red de distribución”, explica el ingeniero vasco Álvaro Bengoa, especializado en la industria de la energía. De esta forma, la energía generada a pequeña escala podría ser utilizada para autoconsumo y para alimentar la red eléctrica común.

“Las principales ventajas de la generación distribuida son una reducción de las pérdidas de energía en las redes de transporte y distribución, minimización del impacto de nuevas redes, y si además esta energía procede de fuentes renovables a las anteriores ventajas sumaremos el fomento del uso de energías renovables”, continúa Bengoa. Suena bien.

El verdadero desafío está aquí en cómo gestionar la producción y la demanda para que se mantenga el equilibrio, no se desperdicie energía y no falte la electricidad en los hogares. Llega el minuto de gloria del Big Data.

Los datos, al rescate

Para las compañías eléctricas, los datos no son nada nuevo. En los últimos años no se ha parado de mejorar la gestión de la red, tanto a nivel central con infraestructuras de monitorización en tiempo real como la de Red Eléctrica de España, como en los hogares, gracias a la implantación de los contadores digitales.

Así, en el futuro cercano, se podría llegar a conocer en tiempo real la demanda de cada vivienda y negocio y, gracias a las herramientas de Big Data, convertir estos datos en previsiones fiables y muy detalladas del consumo. De esta forma, la producción energética se adaptaría, a la perfección, a la demanda.

Mediante la gestión eficiente de un sistema de generación distribuida con técnicas de Big Data, según señala la web de Endesa Educa, se conseguiría:

  • Reducir las pérdidas en la red eléctrica. La energía se produce siempre desde la fuente más cercana al consumidor, lo que supone menos pérdidas en el transporte.
  • Mejorar la fiabilidad del sistema eléctrico. La producción está descentralizada, por lo que un fallo en una de las fuentes no pone en jaque el sistema.
  • Integrar las energías renovables. Un pequeño aerogenerador o placas solares en el tejado de la vivienda se convertirían en una pieza central de este sistema, ya que son las que más cerca pueden estar del consumidor.

Plantas de energía… ¿virtual?

En un sistema de producción descentralizada, la gestión se complica. No es lo mismo contar con ocho grandes centrales nucleares que producen un tercio de la energía del país que con miles de micro-generadores repartidos por el territorio. Sin embargo, sus ventajas competitivas y ambientales hacen que se esté invirtiendo en nuevas herramientas de gestión basadas en Big Data.

  • Centrales eléctricas virtuales. El concepto lleva más de una década desarrollándose. Básicamente, consiste en que multitud de pequeñas instalaciones generadoras se conectan entre sí a través de Internet y son gestionadas de forma automatizada por un ordenador.
  • Smart grid o red inteligente. Gestionando las centrales virtuales y las centrales de toda la vida se colocaría la smart grid. Mediante análisis de grandes conjuntos de datos en tiempo real, estos sistemas automatizados (y cada vez más inteligentes) consisten en una red de transporte de energía que comunica entre sí todas las fuentes generadoras (grandes y pequeñas) y los consumidores. Así, estas redes inteligentes se anticiparán a la demanda y decidirán desde qué fuente se entrega la energía a cada hogar, en función de la situación real del sistema.

El Big Data pone en bandeja la creación de un sistema de generación distribuida real. Un sistema en el que se integren las fuentes de energía renovable y en el que todos podamos colaborar con la producción eléctrica. Un sistema que, finalmente, elimine las pérdidas de energía y la ineficiencia que han acompañado a la red eléctrica desde que se instalaron los primeros cableados.

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Imágenes: iStock, Red Eléctrica de España

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