En la actualidad, contamos con sofisticados aparatos de observación astronómica. El lanzamiento del telescopio espacial James Webb, que nos permitirá ver las primeras luces del universo, supone un paso de gigante para satisfacer nuestro afán de conocimiento sobre el Cosmos.
Sin embargo, no hace tanto tiempo, las imágenes del universo se obtenían con rudimentarios dispositivos de observación y mucha imaginación.
Étienne Léopold Trouvelot es uno de los mayores ejemplos que demuestran cómo la capacidad artística puede a veces rellenar los huecos que deja la razón y una limitada capacidad técnica en el conocimiento humano.
Este astrónomo y artista francés, nacido a comienzos del siglo XIX, publicó más de 7.000 ilustraciones astronómicas a lo largo de su vida. Entre ellas, algunas de las contribuciones más seductoras a nuestra larga historia de visualización del cosmos.
el cosmos en todo su esplendor
La belleza y el rigor científico de sus ilustraciones impresionaron tanto al director del Observatorio de Harvard que Trouvelot fue invitado a unirse al personal del observatorio, lo que hizo en 1872.
“Si bien mi objetivo en este trabajo ha sido combinar la fidelidad escrupulosa y la precisión en los detalles, también me he esforzado por preservar la elegancia natural y los delicados contornos peculiares de los objetos representados; pero en esto, solo es posible alcanzar poco más que una sugerencia, ya que ninguna habilidad humana puede reproducir sobre el papel la majestuosa belleza y resplandor de los objetos celestes”, dijo sobre su trabajo.
Trouvelot utilizó una técnica meticulosa para crear sus dibujos: en el ocular del telescopio, colocó una retícula cuadriculada grabada en vidrio, para que la imagen telescópica apareciera proyectada sobre la retícula. Luego copiaba la proyección en una hoja de papel reglado usando eso como el esqueleto del dibujo.
Podéis contemplar las imágenes que acompañan este texto para juzgar si cumplió con tan noble objetivo.