Un meñique, clave para poner cara a esta niña de hace unos 50.000 años

Si ya es difícil llegar a un acuerdo sobre cómo fue el pasado más reciente, cuando hablamos de decenas de miles de años el reto es mayúsculo. Ahora, gracias a una mezcla de investigación e imaginación se ha conseguido poner rostro a los denisovanos.

Estos parientes lejanos vivieron con el ser humano moderno hace más de 50.000 años en Siberia y Asia oriental. Los denisovanos constituyen un misterio por los escasos restos fósiles que han llegado hasta nuestros días (una falange de dedo meñique, tres dientes y una mandíbula inferior), a diferencia de lo que ocurre con los neandertales, de los que sabemos bastante gracias a sus numerosos restos encontrados en Europa y Asia.

denisovanos de cráneo ancho

Ahora, tal como explican en Sinc, un equipo de investigadores liderado por la Hebrew University of Jerusalem (Israel)  ha proporcionado una primera visión de la anatomía de esta población humana poco conocida. Para ello, han utilizado datos genéticos de los fósiles que pudieron pertenecer a una niña denisovana. Un poco de ADN de la punta de un dedo meñique ha sido suficiente para reconstruir con precisión los perfiles anatómicos de la pequeña.

Para comprobar la eficacia del método, los investigadores primero demostraron que la técnica reconstruye con precisión la anatomía de los neandertales y los chimpancés, ampliamente descritos.

Pero entonces, ¿qué aspecto tenía esta misteriosa población? “En muchos rasgos se parecen a los neandertales, por ejemplo, en su frente inclinada, cara alargada y pelvis grande”, explica David Gokhman, primer autor y científico de la universidad israelí. “Sin embargo, otros rasgos resultan particularmente fascinantes, como su gran arco dental y su cráneo muy ancho, únicos entre los homínidos”, apunta.

detectives y científicos

Esta investigación es una muestra más de la labor detectivesca que afrontan los científicos que estudian nuestro pasado más lejano, tirando del hilo de la más mínima pista para llegar a hallazgos sorprendentes.

En Nobbot ya contamos cómo complejas técnicas forenses aplicadas a un cráneo hallado en una cueva de Rumanía han demostrado que el llamado “hombre de Cioclovina”, murió a causa de dos golpes, uno de ellos infligido por lo que podría ser una contundente estaca. El asesinato es una práctica humana que viene de lejos, en este caso de más de 30.000 años atrás.

Hasta ahora, se pensaba que esas fracturas aparecieron después de la muerte del individuo, cuyos restos fueron encontrados en 1941.

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