Edgar Neville, escritor de humor: ¡mucho cuidado!

Se habla demasiado de los límites del humor y de lo políticamente correcto –qué expresión más tonta… pero no dejamos de utilizarla–. Casi para cada declaración, acción u omisión hay grupos de personas dispuestas a ofenderse muy fuerte –y a multiplicarlo por todo tipo de medios sociales–. Pues aquí tienen ustedes ochenta y dos relatos, escritos y publicados entre 1923 y 1966, que en general no fueron del todo correctos en su época y que, en esta nuestra, pueden molestar a los predispuestos a ello.

José María Goicoechea, DIRCOM del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y editor de “Cuentos completos y relatos rescatados” de Edgar Neville

Edgar Neville (Madrid, 1899-1967) ya tiene un cierto reconocimiento como cineasta, después de haber estado un tanto olvidado durante un tiempo –sus películas de mayor fuste, como La vida en un hilo, Domingo de Carnaval, El último caballo o La torre de los siete jorobados, tienen siempre una buena audiencia cuando se emiten en televisión– y también escribió, y mucho –artículos de prensa, sobre todo en el diario ABC, teatro, novelas y, sí, relatos– aunque esta faceta literaria todavía no es suficientemente conocida, y merece serlo. De ahí, esta edición por parte de Reino de Cordelia de sus cuentos, la inmensa mayoría de los cuales no había vuelto a reeditarse desde que vieran por primera vez la luz.

edgar neville, un pijo de mente abierta

Era un pijo: buena familia, esmerada educación, envidiable vida social. Fue diplomático antes de la Guerra Civil, esto es con el régimen monárquico y con la Segunda República, y en la guerra estuvo del lado de los golpistas. Y vivió y creó en la España franquista, pero se le mire por donde se le mire, el elegante Edgar fue lo que siempre se ha considerado un liberal –no tengan en cuenta el más extendido uso de este término desde el punto de vista de la política económica–, una persona de mente abierta, respetuosa con las virtudes y los vicios tanto ajenos como propios, con una visión del mundo basada en la libertad y en una determinada frivolidad que, no obstante, no le cegó ante los problemas y defectos de la sociedad contra los que utilizó sarcasmo e ironía, dos armas en las que era experto francotirador.

Edgar Neville, en una imagen de 1964

En sus primeros relatos, publicados en revistas y periódicos de los años veinte, como Gutiérrez, Buen Humor, Gaceta Literaria, Nuevo Mundo o El Sol, el entonces joven aprendiz de escritor jugaba con elementos de la tradición religiosa (Adán y Eva, los Reyes Magos, por ejemplo) para desacralizarlos y mostrar el lado menos trascendente. El relato dialogado “Eva y Adán” –en este orden, porque qué es esa falta de caballerosidad de poner al hombre siempre delante de la mujer, dice en algún momento– es un antecedente de las brillantes parodias que hace Joaquín Reyes cuando poner a hablar a Madonna o a Margaret Thatcher con acento y expresiones de Albacete, pues Neville crea una conversación, la primera, entre una pizpireta Eva y un atontadito Adán con todos los giros, los usos y la mentalidad de la España, quizá del Madrid, de aquellos tiempos.

Madrid. La ciudad es el mapa sobre el que están escritos casi todos estos textos: sus calles, sus edificios, sus tabernas, sus autobuses. Edgar Neville era madrileño de nacimiento y de convencimiento; también se ve en su cine.

juego con el absurdo

Además de este juego con las convenciones, hay un maravilloso juego con el absurdo en esta obra literaria. Solo con leer los títulos de algunos textos, se adivina por dónde van los tiros: “La vaca y uno de Hacienda”, “José María el hermafrodita”. Otros, más adelante en su carrera, no dicen tanto de primeras, como “La Berta y el de Logroño”, pero si les adelanto que “el de Logroño” es un marciano, la cosa pinta bien, ¿no?

Aquella sociedad fomentada por el régimen franquista, pacata, gris, cursi, amarrada a las convenciones es siempre el blanco de la crítica, amable muy a menudo, sí, pero no por eso menos acertada y perspicaz, de Neville. Los patosos, los egoístas, los tibios, los mentirosos, los cotillas, los maledicentes, los pesados son tratados con firmeza satírica.

sarpullidos para bienpensantes

Hay dos asuntos que pueden causar sarpullidos. Por un lado sus relatos propagandísticos publicados recién terminada la Guerra Civil, en los que se exalta al bando franquista y a la Falange, a pesar de lo cual no parecieron suficientemente cañeros a las autoridades que habían ganado aquella guerra pero que leídos ahora van a molestar a alguien, seguro. Por otro lado, hay un par de textos en los que aborda un asunto dramático y espinoso como es la violación, con un toque de humor negro. Negro, sí, pero humor, un humor que traspasa alguno de esos límites de los que hacen bandera los bienpensantes de cualquier tendencia y que incomoda, pero si no incomodara, dónde estaría el efecto.

Había que recuperar los relatos de Edgar Neville, por justicia literaria y porque son una lectura deliciosa. No les van a gustar todos, algunos les podrían molestar, quién sabe si hasta enfadar, pero van a encontrar, estoy dispuesto a apostarme algo grande, un buen puñado que les entusiasmarán y que, como hace la buena literatura, les acompañarán siempre.

“Cuentos completos y relatos rescatados” de Edgar Neville está publicado por Reino de Cordelia y aquí podéis leer sus primeras páginas.


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