La primera vez que vi una ilustración de Fernando Vicente fue en la legendaria revista Madriz, esa publicación impulsada por el Ayuntamiento de Madrid que dio visibilidad, en los años 80, a jóvenes dibujantes como él mismo o Ana de Juan, por citar solo dos de esos incipientes talentos de ayer que hoy son artistas de prestigio internacional.
arte secuencial, fue toda una revelación.
Para un adolescente que creció leyendo los tebeos de Bruguera, Joyas Literarias Juveniles, El inspector Dan, El Cachorro o las ediciones de Marvel en Vértice, la irrupción de estos nuevos dibujantes que reivindicaban con sus lápices la potencia creadora y vanguardista delRaúl, OPS, Keko, Ana Miralles, Ceesepe y tantos otros artistas gráficos pertenecientes a eso que se llamó la Movida Madrileña, convivían con los viejos tebeos y con fenómenos más nuevos como el cómic underground (“la línea chunga”) o elegantes historietas inspiradas en la tradición franco-belga (“la línea clara)”.
Todos ellos transformaron el lenguaje de las viñetas y estimularon vocaciones entre jóvenes que, como yo, veían en las líneas dibujadas con «rotring» un camino que permitía huir de una realidad mucho menos divertida de la que cantaban grupos como Pegamoides. No queríamos ser un bote de Colón, nos bastaba con poder ser en barrios donde la droga lo empezaba a poner muy difícil.
mi encuentro con fernando vicente
En este contexto, vi la primera ilustración de Fernando Vicente, con su estilo anguloso, tupés, hombreras…esa premeditada intención de modernidad. En muchos de mis dibujos de entonces se nota su huella, aunque nunca conseguí acercarme ni de lejos a su elegancia en el trazo y el uso del color. Quizás tuviera parte de culpa en que yo dejara de dibujar al darme cuenta de mis limitaciones. El caso es que la tinta de mis rotuladores se secó, pero siempre he mantenido el interés por este autor y he seguido aproximándome a su obra con una mezcla de admiración y envidia.
un resumen de su obra, en norma editorial
Viene esto a cuento porque Norma Editorial publica estos días un volumen antológico del artista madrileño con más de 500 ilustraciones, desde sus comienzos en revistas de la Movida como la ya comentada Madriz o La Luna, a su consagración como ilustrador y cartelista. Este volumen supone la mejor y más exhaustiva retrospectiva sobre la obra de Fernando Vicente hasta la fecha y, por tanto, es de obligada lectura para los aficionados al trabajo del autor madrileño y al arte en general.
Junto a sus primeras ilustraciones o sus colaboraciones en publicidad o prensa, El arte de Fernando Vicente recoge también sus mejores aportaciones en el mundo de la moda, sus irresistibles pin-ups, sus ilustraciones y portadas para libros, sus cuadros y sus trabajos de foto-ilustración, así como una mirada a su personal laboratorio, el lugar del que salen todos sus sueños gráficos.
Un repaso exhaustivo por la obra de uno de los mejores ilustradores españoles de todos los tiempos al que siempre estaré agradecido por hacerme soñar despierto cuando apenas podía conciliar el sueño.