El centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, esconde un océano de estrellas que tan solo podremos visitar en nuestros sueños. Al despertarnos se desvanece y vuelve a estar tan lejos que apenas podemos apreciar sus destellos.
La realidad nos obliga a conformarnos con las técnicas de observación astronómica que, al menos, nos permiten explorar en la distancia un universo cargado de luz que parece cosa de magia.
Los telescopios nos dan la oportunidad de ver nuestra galaxia y crear representaciones visuales pero… ¿qué ocurriría si escuchásemos al universo?.
el universo habla, paremos a escuchar
La sonificación es el proceso que traduce los datos en sonido, y un nuevo proyecto acerca el centro de la Vía Láctea a los oyentes por primera vez. La traducción comienza en el lado izquierdo de la imagen y se mueve hacia la derecha, y los sonidos representan la posición y el brillo de las fuentes. La luz de los objetos ubicados hacia la parte superior de la imagen se escuchan como tonos más altos mientras que la intensidad de la luz controla el volumen. Las estrellas y las fuentes compactas se convierten en notas individuales, mientras que las nubes extendidas de gas y polvo producen un dron en evolución.
Los usuarios pueden escuchar la Vía Láctea, de aproximadamente 400 años luz de diámetro, ya sea como «solos» del Observatorio de rayos X Chandra de la NASA, el Telescopio espacial Hubble y el Telescopio espacial Spitzer , o juntos como un conjunto en el que cada telescopio toca un instrumento diferente. Cada imagen revela diferentes fenómenos que ocurren en esta región a unos 26.000 años luz de la Tierra. La imagen del Hubble describe las regiones energéticas donde nacen las estrellas, mientras que la imagen infrarroja de Spitzer muestra nubes brillantes de polvo que contienen estructuras complejas. Los rayos X de Chandra revelan gas calentado a millones de grados por explosiones estelares y salidas de Sagitario A.
Este proyecto también ha producido versiones sonificadas de los restos de una supernova llamada Cassiopeia A y los «Pilares de la Creación» ubicados en Messier 16. En Cassiopeia A, los sonidos se asignan a cuatro elementos encontrados en los escombros de la estrella explotada, así como otros datos de alta energía.
El sonido juega un papel valioso en nuestra comprensión del mundo y el cosmos que nos rodea. Esta sonificación fue dirigida por el Centro de Rayos X Chandra (CXC) como parte del programa Universo de Aprendizaje (UoL) de la NASA. El programa Science Activation de la NASA se esfuerza por capacitar a los expertos en ciencias de la NASA e incorporar el contenido científico en el entorno de aprendizaje de manera efectiva y eficiente para estudiantes de todas las edades.
Las melodías de Kepler
Hace ya unos cuantos siglos, Johannes Kepler intentó relacionar los movimientos planetarios con los sonidos. En su obra Harmonices Mundi expuso su teoría de que cada uno de los planetas posee un tono musical que se reproduce durante su movimiento alrededor del Sol.
Algunos planetas, entre ellos la Tierra, emitirían notas musicales constantes. En determinados momentos todos los planetas podrían tocar juntos en perfecta concordancia pero según Kepler esto podría haber ocurrido una única vez en la historia, probablemente en el momento de la Creación. Sin duda, Kepler se adelantó a una bella teoría que hoy vuelve a sonar, emitiendo melodías estelares capaces de robarnos el aliento.