Esto nos enseñó el caso Lewinsky sobre cómo proteger nuestra reputación online

En 1998, una chica de 22 años cometió un error de juventud, tuvo una relación con el hombre equivocado. ¿Y? ¿Dónde está la noticia? Que levante la mano quien no haya cometido «locuras» con 20 años. Pero en aquella ocasión se dieron dos circunstancias fuera de lo común; la primera es que la joven Mónica Lewinsky era la becaria del inquilino más importante de la Casa Blanca, el mismísimo presidente Clinton; y la segunda fue cómo estaba cambiando la manera de acceder a la información durante aquellos años, los primeros de una incipiente revolución digital.

Daniel López Nieto, administrador de la Comunidad Orange

Antes de aquel suceso las noticias se consumían básicamente mediante tres vías: prensa, televisión y radio, pero en los años 90 un nuevo agente entró en escena: Internet.

Esto provocó que, de la noche a la mañana, Mónica Lewinsky se convirtiese en el «paciente cero» de la humillación digital, pasando del total anonimato a ver como la web se inundaba de innumerables y continuas noticias sobre su caso, aplacando los deseos de una audiencia insaciable de nuevos y escabrosos datos, que incluían información personal y conversaciones tan inocentes como privadas, propias de una joven de esa edad.

Todavía no habían nacido las redes sociales, ni los influencers, ni Whatsapp, y la creación de blogs aun era minoritaria, pero ya nos habíamos animado a comentar, a compartir noticias y a enviar crueles bromas mediante emails.

mónica lewinsky, la paciente cero de la humillación digital

Cualquiera era capaz de juzgar lapidariamente su desliz, dañando la reputación de la joven de manera casi irreparable. Nunca había ocurrido nada igual, hasta entonces nadie había pagado tal alto precio por sus errores. Desde aquel momento la vida de la por aquel entonces becaria cambió radicalmente, y según sus palabras no ha habido un sólo día en el que alguien no la haya reprochado su actitud. No fue por tanto un enredo amoroso sin más, sino el punto de partida de un debate que hoy está más presente que nunca : el «ciberacoso» y la reputación online.

18 años después, Lewinsky reapareció en escena en una conferencia que ha pasado a la historia como una de las charlas TED más vistas. En ella relataba cómo la revolución digital había acabado no solo con su reputación, sino que estuvo a punto de acabar con su vida. Y demuestra que, desde entonces, la red se ha poblado de implacables jueces que emiten veredictos sobre cualquier tema y persona, muchas veces sin apenas conocer a esta última.

El destino ha llevado a Lewinsky a unir sus fuerzas junto a la escritora Sue Scheff, quien padeció durante años la reprimenda injustificada de un padre que demandaba información sobre el uso correcto de Internet.

Las recomendaciones de Scheff no gustaron y se tradujeron en ataques online, años de lucha, depresiones, y un libro titulado Shame Nation, manual de defensa de todos aquellos que quieran cuidarse de ataques que tan alegremente nos regalan los usuarios anónimos que pueblan el inhóspito territorio de la web.

la ira en las redes sociales

Al mismo tiempo, la escritora nos desvela que no controlar nuestra ira en las redes sociales puede dañarnos más gravemente de lo pensamos, algunas veces de manera irreparable.

Quizás estés pensado que la solución a estos problemas es la desconexión digital, evitar nuestra exposición en la web desapareciendo sin más y así borrando nuestro rastro online.

Aquí van algunos datos que te harán replantear esta decisión. En el libro American Girls: Social Media and the Secret Lives of Teenagers(2016), la periodista Nancy Jo Sales realizó un trabajo sobre la adicción de los jóvenes a las redes sociales y el resultado se resume en la siguiente frase de una joven encuestada: «Las redes sociales están destrozando nuestra vida, pero no podemos desconectarnos porque no tendríamos vida». Parece que para los más jóvenes la desconexión digital no es una opción.

escribe tu nombre en un buscador… y no llores

¿Y los no tan jóvenes? La empresa CarreerBuilder, especializada en selección de personal, nos informa que el 41% de los candidatos que no presentan una huella digital online ni siquiera son entrevistados por las empresas que ofrecen empleos. Más malas noticias, según un estudio de la empresa BrandYourself más de la mitad de los adultos que buscan su nombre en Google no están cómodos con sus resultados.

Prueba tú, escribe tu nombre en un buscador, ¿Te gusta lo que ves? ¿No verdad? Pero todavía tenemos peores noticias aun, según Patrick Ambron, CEO de BrandYourself, » en la web cualquiera puede decir cualquier cosa de cualquiera y de manera anónima, y no hay nada que puedas hacer para evitarlo» (que se lo digan a Lewinsky).

Entonces….¿Desconectamos y nos olvidamos de esos resultados? Y si optamos por esta opción ¿Quiénes se encargarán de velar por unos resultados positivos cuando alguien escriba nuestro nombre en un buscador? ¿Y si alguien decide publicar contenido malicioso sobre ellos cómo nos defenderemos? ¿Estaremos a salvo de los ataques de cualquiera que quiera dañar nuestra reputación?

consejos para  proteger tu reputación online

No hay opción para la desconexión, pero sí para adoptar una serie de medidas que nos permitan tanto evitar posibles problemas publicando contenido inapropiado como defender nuestra reputación online gestionando nuestra propia huella digital.

Aquí van algunas recomendaciones que ha recopilado la propia Sue Scheff en modo «aviso para navegantes»:

Crea tus propios perfiles en redes sociales: Linkedin, Twitter, Facebook, etc.. Son perfiles que rápidamente ocuparán las primeras posiciones de los buscadores cuando alguien te busque. ¿Quien mejor que tú para gestionar estos resultados?

¡Escribe, escribe, escribe! Una participación en un foro o una comunidad, un comentario en una noticia. Identifica sitios con cierta credibilidad (periódicos, sites con dominios .edu, .gov, etc..) y comenta sus artículos, en algunos de ellos incluso puedes crear tu propio perfil.

Crear tu propio blog/web es una gran idea. Aún lo es más si compras tu propio dominio ( a ser posible .com y durante al menos cinco años para así hacerlo más creíble a los dichosos buscadores) . Y ya que estamos enlazar desde tu blog a tus redes sociales, mantener el blog activo y cuidar tu sección «About me» son buenas recomendaciones.

Escribe como si el mundo entero te estuviera leyendo: Si es algo positivo y consigue cierta repercusión bienvenido sea, pero si tu mensaje es incorrecto y se hace igualmente famoso más te conviene publicar una rectificación o tu reputación se verá dañada.

Quizás las empresa en la que trabajas cuenta con su propia política de uso de redes sociales para empleados. Consulta si es así y cumple las guidelines (revelación de secretos, derechos de imagen ,etc..) para evitar represalias.

Busca tu nombre en Google de vez en cuando, así vigilarás si alguno de los resultados no se corresponden contigo y te conviene tomar medidas. Un perfil de facebook, una participación en un foro, etc… son resultados que pueden pasar desapercibidos si no buscas activamente tu nombre. Y quien sabe, quizás descubras aquellas fotos de hace años en las que ya no quieres estar etiquetado, o ese perfil que creaste en aquella red social que ahora quieres dar de baja.

Crea una alerta con tu nombre en Google, nunca se sabe donde puede saltar la noticia.

Comparte sí, pero no demasiado. Las propias redes sociales potencian tu ego de contarlo todo, pero no es necesario que documentes tu vida. Es una recomendación tan básica de dar como fácil de incumplir.

Cuando publiques hazte estas preguntas ¿Es una información reciente? ¿Es una información contrastada? ¿De quién es la autoría? ¿Pretendes vender algo? Cualquier fallo en estas preguntas puede hacerte perder la reputación.

Ejercita tu «derecho al olvido». Las empresas tiene complicado conseguir que una noticia se elimine/modifique , pero las personas físicas puede ejercitar su derecho a ser borrados de determinados artículos.

¿Preparad@ para defender tu reputación online?

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