Humor computacional: en busca de la versión moderna (y real) de C-3PO

¿Tienen Siri o Cortana sentido del humor? Pues hasta cierto punto sí, pero sólo hasta cierto punto. Si al asistente del iPhone o del iPad se le pregunta por los Reyes Magos, nos dirá que hará como que no ha oído y que no quiere que nos encontremos un montón de carbón en casa. Otras veces contestará, de forma un tanto misteriosa, que alguien está al tanto de si nos hemos portado bien.

Por su parte, si se nos ocurre decirle al asistente de Apple que tiene razón, nos puede contestar lacónico: “A veces yo también me sorprendo”. Es una respuesta que, bien mirado, está cargada de autocrítica y que no desentonaría en un diálogo de los hermanos Marx.

En todo caso, cualquiera que se haya enfrentado a un asistente virtual o que haya establecido conversación con una máquina lo primero que nota es precisamente que es una máquina. Que a preguntas cálidas, bien entonadas y un punto capciosas o malintencionadas por parte del usuario, el sistema responde de forma fría, mostrando una lista de resultados en Internet o simplemente disculpándose con un “lo siento, no tengo respuesta para eso”.

Sin embargo, las cosas están empezando a cambiar gracias a la inteligencia artificial, un concepto que poco a poco se empieza a colar en nuestras conversaciones más cotidianas. Uno de los campos de la inteligencia artificial que más está ayudando a esta “humanización” de los asistentes virtuales es la lingüística computacional, también llamada procesamiento del lenguaje natural (PLN).

más patrones de comportamiento e información

Hasta ahora los ordenadores han sido capaces de tratar lenguajes muy formales y previsibles, como XML, SQL o PHP, pero el reto ahora está en que entiendan la sintaxis, la gramática y el vocabulario de los lenguajes naturales, con todos sus matices y ambigüedades, que hacen posible, por ejemplo, que una palabra, dependiendo del tono y el contexto, pueda significar una cosa y su contraria.

Para ello, como dice Julio Prada, director general en España de Inbenta, una compañía especializada en procesamiento del lenguaje natural, la inteligencia artificial, el machine learning o la estadística se alían a la lingüística. De ahí sale la lingüística computacional que está afinando los famosos chatbots, esos programitas con los que las empresas atienden de una manera “natural” a sus clientes a través de servicios de mensajería como WhatsApp o Facebook Messenger.

Volviendo al tema de cabecera, ¿serán estos programas capaces de entender un chiste o responder irónicamente cuando les intentemos tomar el pelo? O, es más, ¿serán capaces ellos mismos de hacernos reír, contándonos ese mismo chiste? Julio Prada dice que, hoy por hoy, lingüistas, científicos y psicólogos trabajan duro para dar a luz el llamado “humor computacional”.

Para que las máquinas den respuestas con humor, van a necesitar muchos más patrones de comportamiento e información de la habitual

¿Será sencillo llegar hasta ahí? La dificultad estriba en que para dar respuestas con humor, las máquinas van a necesitar muchos más patrones de comportamiento e información de la habitual. Y eso requerirá muchas líneas de programación y un software más sofisticado de tratamiento, así como sistemas de computación más ágiles y dotados. Además, al existir muchos países, culturas, giros lingüísticos y juegos de palabras en el mundo, los ordenadores de hoy se acaban perdiendo.

Los ordenadores pueden detectar patrones y actuar en consecuencia, pero en definitiva hacen una tarea para la que han sido programados. Si dicha tarea es detectar patrones humorísticos, primero se requiere el poder identificar dichos patrones y enseñárselos a la máquina. Una vez detectados, hay que indicar al ordenador qué debe hacer ante ese tipo de casos. La risa es otra cualidad humana, con lo que hacer reír a una computadora será un acto de programación en la que, por ejemplo, puede enseñar un smily 🙂 para transmitir que su estado ‘anímico’ es de de estar riendo”, explica Julio Prada.

Cómo humanizar esas voces virtuales

Los programas informáticos podrán contar chistes si alguien se los ha enseñado antes, pero sobre todo podrán recordar mejor que nosotros los que hayan oído. Julio Prada recuerda que en Inbenta no son expertos en humor o monólogos, pero sí están dotando a su tecnología de asesor virtual o chatbot de capacidades para poder agregar toda la programación referente a diálogos y conversaciones frívolas y hacer que el software pregunte por el tiempo que hace o la hora que es, o que incluso se atreva a contar un chiste.  

Como Inbenta, son muchas las empresas informáticas y los lingüistas que trabajan para humanizar esas voces virtuales que nos contestan desde el móvil o esos programas que nos mandan mensajes por WhatsApp para resolver una incidencia. Si de lo que se trata de es de gestionar una reserva de avión o un pedido de comida rápida, un punto de humor es innecesario. Sin embargo, las grandes compañías de servicios serán las primeras en agradecer que un programa informático no sólo solvente una duda o una incidencia a un cliente insatisfecho o irritado, sino que también le saque una sonrisa y evite que se marche a la competencia.

En definitiva, muchas compañías, e incluso las administraciones públicas, agradecerán que el software que ponen en el call-center sea eficiente, pero también se parezca un poco a R2-D2 y C-3PO, aquellos androides con mucha guasa que inmortalizó la saga de ‘La guerra de las galaxias’. Al fin y al cabo, la risa y el humor es lo más humano y catártico que hay.

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