Del Internet de las cosas al Internet de las nanocosas

En los últimos años, pero de una forma muy veloz, Internet y las nuevas tecnologías han transformado radicalmente nuestro mundo. La forma en que nos relacionamos, la manera en que vivimos, trabajamos, nos divertimos… Y, por supuesto, el modo en que los objetos que siempre nos han rodeado han evolucionado para integrar ese mundo digital. Pero la maquinaria no se detiene. El Internet de las cosas está dando paso al Internet de las nanocosas, un interesantísimo campo que hoy queremos presentaros.

¿Qué es la nanotecnología?

La Iniciativa Nanotecnológica Nacional de los Estados Unidos describe la nanotecnología como la ciencia que estudia la manipulación de la materia con unas dimensiones que no sobrepasan los 100 nanómetros. Un nanómetro corresponde a la millonésima parte de un milímetro, por lo que podemos entender que la nanotecnología se refiere al trabajo y estudio que se hace de la materia a esta mínima escala. Su análisis se centra en los átomos y moléculas que conforman los objetos que conocemos, todo lo que nos rodea, que se puede descomponer para ser estudiados a niveles muy esenciales.

En la década de los 70, Norio Taniguchi acuñó por primera vez esta palabra, a la que definió como la producción tecnológica en dimensiones ultrafinas. Ahora, en pleno siglo XXI, la nanotecnología está más de actualidad que nunca pues su desarrollo está permitiendo la creación de toda una nueva industria. Los materiales son estudiados desde un perfil nuevo, sus propiedades intrínsecas salen a luz y se nos revelan como el núcleo básico con el que podemos empezar a trabajar de cero, que permiten nuevas creaciones, nuevos inventos, adelantos y progresos, usando esa tecnología que invade nuestro día a día como herramienta fundamental para desvelar sus «secretos» y, lo más importante, saber usarlos en nuestro beneficio.

El Internet de las nanocosas

El Internet de las Cosas está cada vez más en nuestro día a día. Se trata de la aplicación de los avances digitales a los objetos que nos rodean y que hacen posible nuestra cotidianidad. Que nuestros electrodomésticos, nuestra ropa, nuestros coches, nuestras ciudades… estén conectados a la gran red permite que las informaciones se puedan transmitir con mayor rapidez y que ese flujo comunicativo aporte nuevas funcionalidades que hagan nuestra vida más cómoda. Pues bien, ¿qué pasaría si esas aplicaciones las dirigiéramos a los elementos que estudia la nanotecnología? ¿Qué pasaría si esas moléculas y átomos se trabajaran desde las posibilidades que lo digital ofrece? Así es como nace un futuro que está más cerca de nosotros: el Internet de las nanocosas (IoNT)

Las nanopartículas se definen por sus dimensiones ultrapequeñas pero también por su mayor área superficial. Las potenciales aplicaciones de estos materiales crecen, pues su comportamiento difiere del de estructuras mayores. Desde el Foro Económico Mundial (WEF), todos los años nos presentan el Top Ten de las que ellos consideran serán las tecnologías emergentes que todos hemos de tener en cuenta. Pues bien, no han dudado en incluir el Internet de las nanocosas como una de esas herramientas fundamentales para nuestro avance no sólo tecnológico, sino como especie, pues su desarrollo permite crear sensores a escala nanométrica que pueden transmitir información en tiempo real y a través de Internet.

Maravillosas aplicaciones

Realmente, para entender la importancia que el Internet de las nanocosas puede tener para nuestra sociedad, quizás lo más práctico sea analizar sus funcionalidades y mencionar algunos ejemplos de todo lo que nos permitirá hacer a nivel médico o científico.

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Por ejemplo, en el ámbito de la medicina, a nadie se le escapa que esos dispositivos microscópicos podrán ser incorporados a nuestro cuerpo para detectar y estudiar enfermedades. Un micro sensor podría ser inyectado en nuestra sangre y permitir a los médicos analizar la salud de nuestras arterias, tan fundamentales para prevenir problemas de corazón. El uso de las nanopartículas posibilitará el acceso con mayor efectividad a partes del organismo de una manera que resultaría imposible para otros utensilios más voluminosos. Después, transmitir esa información se produce en tiempo real, gracias a la conectividad con Internet, por lo que solucionar problemas médicos es simplemente una realidad. De igual forma, también se podría, por ejemplo, rastrear elementos nocivos y contaminantes en nuestra corriente sanguínea, llegando a explorar nuestro cuerpo de una forma inimaginable, con unas aplicaciones que, ahora mismo, ni siquiera somos capaces de soñar. Su desarrollo mejorará la compatibilidad de implantes y también la administración de medicamentos, así como la manera y forma en que se diagnostica a un paciente o el estudio de muestras y análisis.

Otro de los ámbitos en el que el Internet de las nanocosas tendrá mucho que decir será el del medio ambiente. La nanotecnología está ayudando a proteger el entorno gracias al desarrollo de nuevas energías, materiales y procesos menos contaminantes que ayudan a preservar la salud de nuestro planeta y, por ende, la nuestra. En el mundo textil también encontramos avances relacionados con la nanoteconología. Las prendas de ropa «inteligentes» son una realidad desde hace varios años y la digitalización sólo ha marcado los primeros pasos en este sector que se verá mejorado con los nuevos tejidos antiolores, antimanchas, sin alérgenos…

Realmente, la revolución que marcará el Internet de las nanocosas será visible y comprobable en todas las áreas del desarrollo humano, para la carrera espacial también será muy importante: las naves y los robots que se puedan enviar a explorar dispondrán de chips que permitan una comunicación directa, constante y en tiempo real con los humanos. Por no hablar de las innovaciones relacionadas con la construcción de los diferentes materiales, favorecidos por esa creación de nanotubos de carbono que ya se están usando, por ejemplo. Y no hace falta que nos vayamos al espacio exterior, nuestras casas, edificios públicos, ciudades… se verán mejoradas gracias a la tecnología de lo nano. Materiales más ligeros, resistentes, autorreparables, preparados con cualidades «inteligentes» que sólo la conectividad a la red puede lograr. El futuro ya está aquí y sus posibilidades son apenas un brillo en el horizonte que nuestra mente empieza a vislumbrar, sin ser conscientes de enorme salto vital que estamos ya protagonizando.

Ese deseo, la capacidad de llegar a los rincones más ocultos y poder usar esos datos para seguir mejorando y creciendo, es el impulso de muchos de los investigadores que ya abrazan el Internet de las nanocosas como la fuente de un prometedor progreso para el hombre.

Rosas con espinas

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Claro está, como en todo avance tecnológico, el Internet de las nanocosas no está exento de ciertos problemas con los que tendremos que lidiar para conseguir una implantación correcta y sin sobresaltos. Muchas veces, las ventajas de lo digital tienen un reverso «oscuro», pues sus increíbles capacidades, mal interpretadas, pueden ser peligrosas para la sociedad.

Así, rápidamente, todos pensamos en la seguridad de los objetos y los procesos que nos vendrán gracias a las nanocosas. En nuestra vida cotidiana, estamos viendo cómo el uso de Internet provoca ciertos problemas por parte de hackers y aquellos que se especializan en atravesar las murallas de seguridad y conseguir datos privados de cualquier persona o entidad. Cuanto más importante sea la función de lo digital en cualquier faceta de la vida, más peligroso se convertirá una acción de pirateo. Por ello, si una acción malintencionada tiene, por ejemplo, acceso a esos nanosensores que esperan poderse usar en el cuerpo humano y sus funcionalidades básicas, la persona en cuestión podría ver su vida puesta en riesgo.

Pero parece que aún queda un tiempo para pensar en ello pues, evidentemente, ahora mismo el problema principal que presenta el Internet de las nanocosas es el obstáculo técnico que supone desarrollar esa tecnología tan diminuta y precisa que sea capaz de aglutinar todos las herramientas digitales necesarias para realizar las funciones deseadas. Aunque, como sabemos, las barreras técnicas son, precisamente, el acicate que los emprendedores necesitan para seguir sorprendiendo al mundo.

Imagen | Pixabay

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