Miguel Ángel Valero está a punto de cumplir dos años al frente del Centro de Referencia Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (CEAPAT), del Imserso. Es profesor en excedencia en el Departamento de Ingeniería Telemática y Electrónica de la Universidad Politécnica de Madrid y también profesor visitante en la Universidad Mälardalen, en Suecia. Y sí, es “El Piraña” de Verano Azul.
Apartado desde hace ya tiempo del mundo escénico, de profesión “ingeniero social”, como le han calificado ya en varias ocasiones, Miguel Ángel es pura vocación y cree que la tecnología no debe estar separada de su vertiente social y humana: “Estudié telecomunicaciones porque siempre me he querido dedicar a esto. A mí, la programación de un ordenador me interesa en la medida en que, por ejemplo, gracias a esa aplicación facilites que una persona pueda comunicarse mejor. Un teléfono móvil me interesa en la medida en que permite que una persona sorda pueda comunicarse por texto…”. E incide en un matiz en la conocida frase: ‘Para la mayoría de las personas la tecnología nos hace las cosas más fáciles, a las personas con discapacidad se las hace posibles’, “la frase está bien, primero es que yo pueda, que es el requisito fundamental de la accesibilidad, pero no basta sólo con eso, tengo que poder fácilmente. Si puedo, pero con un esfuerzo tremendo, eso ya no es usable. Tengo que poder hacerlo, poder hacerlo fácilmente, eficientemente, y me tiene que satisfacer”.
Un mundo ideal
Para Valero, el mundo digital está lejos de ser un mundo ideal: “Por mucha tecnología que haya no llegaremos a tener un mundo perfecto, porque cuanto más perfecto creamos que es, más descubriremos lo imperfecto que sigue siendo. La evolución de la tecnología es un sólo sé que no sé nada y siempre descubriremos que podemos hacer más y mejor”.
Internet, el dispositivo móvil y la impresión 3D son las etapas de las TIC que han provocado cambios sociales
En ese proceso de descubrimiento, en el campo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), Miguel Ángel Valero destaca tres tecnologías con marcado impacto social: “La primera revolución fue Internet, la segunda fue el teléfono móvil, mejor dicho, el dispositivo móvil, y ahora la impresión 3D. Son las tres etapas de las TIC que han provocado cambios sociales”. Esta última etapa la ejemplifica el trabajo que viene realizando el CEAPAT en los últimos años, donde la incorporación de la impresión 3D “nos ha supuesto una revolución, porque aquí diseñamos, construimos y transferimos muchos más productos de apoyo, de forma más rápida, más barata, más personalizable, replicable, haciendo cosas que la industria no hace ni hará, y nos permite llevar a cabo lo que ya hace muchos años llamábamos ‘diseño centrado en el usuario’, partiendo del diseño para todos pero con la implementación para cada uno”.
Una rápida visita a la demostración de productos de apoyo del CEAPAT atestigua esta afirmación: abrebotellas, pinzas, soportes para bolígrafos, pulsadores o ‘sujetachupachups’ son ejemplos cercanos de cómo los productos impresos en 3D pueden mejorar la calidad de vida de muchas personas con necesidades específicas, más allá de un sinfín de recursos en domótica, movilidad, accesibilidad, etc., que también se ofrecen en el centro. “Es un trabajo hermosísimo de dignificación de la tecnología al servicio de las personas. Para un ingeniero como yo” -explica Valero refiriéndose a su labor en el centro- “es un reto maravilloso poder “cacharrear” en servicio a la sociedad. Aquí tienes las necesidades de las personas a pie de calle, tienes profesionales que las valoran rigurosamente y tienes la posibilidad de diseñar, adaptar y crear productos tecnológicos que ayuden a la autonomía de las personas. En el siglo XXI no tenemos que hablar de crear barreras o eliminarlas, es que eso es muy viejo. Si yo tengo dificultades de comunicación, la tecnología debe contribuir a que esas dificultades no sean tales”.
En este entorno digital, al final, importa lo que a la persona le sirva para algo
Wearables, redes sociales, velocidad de conexión, nodos, redes, apps… En este entorno digital “al final importa lo que a la persona le sirva para algo, lo que cumpla sus expectativas. Si, por ejemplo, el Pokémon Go sirve para que un grupo de chavales con autismo o discapacidad intelectual salgan a la calle y se relacionen más, pues fenomenal, pero si el juego de Pokémon no es accesible y un adolescente ciego no puede jugar y por eso no puede compartir un rato de ocio con sus amigos no ciegos, pues entonces no hemos avanzado tanto como creíamos”.
“Es cierto” –señala Miguel Ángel- “que gracias a las TIC las personas vivimos mejor, aunque en realidad deberíamos decir ‘algunas personas’… No podemos olvidar que hay 7.300 millones de habitantes en el planeta, ni siquiera la mitad tiene acceso a Internet (3.000 millones de internautas), que hay casi 900 millones de personas que pasan hambre o con desnutrición… Pero es verdad que la tecnología nos da enormes oportunidades de integración y cohesión social, si las sabemos aprovechar, porque cuanto más sensibles somos, más nos damos cuenta de lo insensibles que hemos sido, y cuantos más avances tecnológicos hay, más posibilidades tenemos de facilitar la vida a los otros”.