Nuria Espallargas (inventora): “Aunque inviertas un 20% del PIB en I+D, no vale de nada si no hay un tejido industrial fuerte”

Nuria Espallargas (Barcelona, 1979) está nominada al Premio Inventor Europeo 2022, que concede la Oficina Europea de Patentes y que se otorga el próximo 21 de junio. Opta a este galardón en la categoría de pymes por el desarrollo de un recubrimiento cerámico basado en carburo de silicio. Un material casi tan duro como el diamante y que protege del desgaste y la exposición química a componentes como los frenos de los coches, las turbinas de los aviones y las máquinas que encontramos en acerías, fundiciones y fábricas de vidrio. Y que incluso podría tener aplicaciones en la carrera espacial.

Como otros tantos científicos y científicas españoles, Espallargas ha desarrollado su carrera en el extranjero. Desde hace 15 años reside en Noruega. Hoy en día da clases y dirige un equipo de investigación en la ciudad de Trondheim, en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU). Desde el país nórdico habla por videoconferencia con Nobbot sobre su invento, pero también sobre las dificultades para hacer investigación aplicada en España y sobre la brecha de género en los estudios técnicos.  

el segundo material más duro

– Por lo que tengo entendido, su vida ha sido de peregrinaje. Estudió Químicas en Barcelona y ahora es catedrática en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU), a la que lleva vinculada 15 años. Y también ha pasado por otros centros europeos de investigación. 

Efectivamente. Me licencié en Químicas en la Universidad de Barcelona y allí empecé el doctorado en materiales. Y en paralelo también empecé una ingeniería de materiales. Aunque yo me considero más química que ingeniera. Y ya cuando acabé el doctorado quise tener un background internacional. Y la idea inicial era irme un par de añitos fuera. 

“El cambio cultural viniendo a un país nórdico ha sido muy grande. Somos como el día y la noche, pero aquí seguimos”

Pero luego todo salió diferente, porque me fui de España en 2007 y aquí sigo. Mi posdoctorado se ha alargado 15 años [risas]. Primero fui profesora titular y ahora catedrática. También es verdad que cuando quise volver estaba toda la crisis financiera encima y era muy complicado. El cambio cultural viniendo a un país nórdico ha sido muy grande. Somos como el día y la noche, pero aquí seguimos. 

– También tiene una faceta como empresaria que viene a raíz del descubrimiento del ThermaSic, que está considerado uno de los materiales sintéticos más duros del mundo. ¿Podría contarnos en qué consiste?

ThermaSic es el nombre comercial de nuestro producto, que está basado en el carburo de silicio. El carburo de silicio realmente existe desde finales del siglo XIX. Lo descubrió [Edward Goodrich] Acheson, en Estados Unidos. Y se vio que existe de forma natural en muy poquitos sitios en la Tierra, pero sí en la Luna. Y sigue al diamante en cuanto a dureza. 

De hecho, Acheson quería hacer diamantes sintéticos y acabó produciendo carburo de silicio que fue usado sobre todo como abrasivo. Fue toda una sorpresa y le permitió a él montar un imperio empresarial. Pero luego se descubrió otra faceta del carburo de silicio, que era la fabricación de componentes sólidos, como los filtros de los motores diesel. 

– ¿Y qué ha aportado su investigación a las aplicaciones del carburo de silicio?

Nosotros hemos adaptado el carburo de silicio para ser usado en el campo de los recubrimientos gracias a un método que se llama proyección térmica. Usamos pistolas que calientan los materiales a alta temperatura, cerca del punto de fusión, y los proyectan sobre una superficie y forman el recubrimiento.

“Desde los años 50 y 60 del siglo pasado se ha buscado la manera de poder proyectar el carburo de silicio. Ha habido mucha gente intentando dar con la solución”

Sin recubrimientos de proyección térmica no existirían los aviones como los conocemos hoy en día. El motivo es que uno de los materiales clave para poder tener turbinas que duren el tiempo de vuelo necesario y lleguen al rendimiento adecuado son las barreras térmicas, que solo se consiguen proyectando estos materiales con un punto de fusión muy alto.  

El problema histórico del carburo de silicio en el campo de la proyección térmica es que se trata de un material que no tiene punto de fusión y, en su lugar, sublima. Es decir, va de fase sólido a gas. Y eso impedía su proyección sobre una superficie.

Por eso, desde los años cincuenta y sesenta del siglo pasado se ha buscado la manera de poder proyectar el carburo de silicio u otros carburos que carecen de punto de fusión. Ha habido mucha gente intentando dar con la solución. 

Los recubrimientos, esenciales en todos los productos

– Y en esas llega usted y su equipo y dan con un método fiable… 

Sí, pero no es que seamos más listos que nadie, ni que hayamos redescubierto la rueda. Sino que simplemente nos fijamos en lo que se hacía con el carburo de silicio en un campo completamente natural y adaptamos algunos procesos de la proyección térmica. 

Por otro lado, nosotros somos investigadores y no pensábamos en el mercado, ni se nos pasó por la cabeza crear una empresa. Todo esto nos lo planteamos en principio como un reto académico. Pero sí sabíamos que esta industria de la proyección térmica, que mueve al año 9000 millones de euros, podría sacarle partido a nuestro avance. Teníamos la ventaja de que el proceso podía ser escalado y comercializado. 

– La empresa fue montada en 2014 y luego llegó la patente en 2018. 

Sí. Tengo que decir que la patente la pedimos en 2012 en Europa y nos fue concedida finalmente en 2018. Pero antes de ese año habíamos comenzado con la comercialización porque nuestros asesores jurídicos ya nos habían adelantado que la patente saldría adelante. 

– ¿Qué aplicaciones prácticas tiene el ThermaSic? 

Tiene muchas aplicaciones. Se puede usar en la fabricación de turbinas de aviones, o en frenos de coches. También estamos haciendo ensayos en empresas que producen acero o funden aluminio porque el recubrimiento aguanta temperaturas muy altas y ambientes químicos muy agresivos. Los recubrimientos se usan en infinidad de objetos de la vida cotidiana y ni nos damos cuenta de que están ahí. Por ejemplo, los cristales de las gafas que llevamos van protegidos por cuatro o cinco recubrimientos. No los vemos, pero están ahí.      

– ¿Y cuándo lo podremos ver incorporado al proceso productivo de una empresa en concreto?

Eso es un proceso más largo. Antes que nada, nuestros clientes tendrán que verificar el producto con sus propios clientes, y eso puede llevar días, meses o incluso años. En la industria aeronáutica son años. Pueden pasar hasta 10 años antes de que se cualifica un producto para volar. Pero en otras industrias las cosas van más rápido. Y por eso nos enfocamos en sectores como el de los frenos, la producción de vidrio o de acero, etcétera. 

“Los recubrimientos se usan en objetos de la vida cotidiana y ni nos damos cuenta. Por ejemplo, los cristales de las gafas llevan cuatro o cinco”

En general, creo que tardaremos entre dos y cinco años para llegar al mercado. Además, hemos sufrido el parón de la pandemia. Porque cuando empezó la pandemia, a principios de 2020, ya estábamos haciendo cualificaciones para clientes y hemos tenido que parar dos años. No por nosotros, sino porque los propios clientes han tenido que parar.  

¿Invierten mejor en ciencia en Europa?

– ¿Qué supone la nominación como finalista al Premio Inventor Europeo 2022 (European Inventor Award 2022), que comparte con su compañero de investigación, el científico indonesio Fahmi Mubarok? 

Lo primero que tengo que decir es que yo no me he presentado al premio. A mí un día me llega un email donde me felicitan por ser finalista. Además, no sabemos siquiera quién nos ha presentado. Pero participar en este premio supondrá que nos conozcan más, que vengan más clientes y nos pregunten. Nos dará sobre todo visibilidad. Además, nos han presentado por pymes porque montamos una empresa [Seram Coatings, constituida en 2014] a raíz del proyecto de investigación. Y eso puede ayudar a los investigadores académicos a perder el miedo a llevar a la sociedad y las empresas sus descubrimientos. 

– La financiación es el calvario de un científico, por lo menos, en España. ¿Es más fácil en Noruega? 

Aunque parezca mentira, Noruega invierte menos porcentaje del PIB en I+D que España. No tenemos que flagelarnos tanto en España. Hay países europeos supuestamente avanzados que invierten menos. Pero la gran diferencia es que Noruega tiene un nivel de industrialización bastante más alto que el de España. Eso es lo que nos está matando en España, desde los años setenta y ochenta. De hecho, mi padre vivió ese proceso de desindustrialización, dejando una empresa metalúrgica para irse a la hostelería. 

Desindustrializar un país tiene un efecto muy fuerte, por mucho que inviertas luego en I+D. Porque no tienes donde aplicar esas investigaciones. En muchas ocasiones, empresas necesitadas de mejoras en sus procesos industriales son las primeras fuentes de financiación de muchos proyectos. 

Aquí sí hay esa necesidad. Todos mis estudiantes de máster tienen trabajo antes de acabarlo. Si no hay un tejido industrial fuerte como base, ya puedes poner todo el dinero del mundo en I+D, que no lo va a absorber el país. Aunque sea un 20 % del PIB.  

– ¿Usted tiene intención de volver a España?

Cuando sales con casi 30 años de España, tu cultura y tus costumbres siempre serán españolas. A mí me gustaría volver por reencontrarme con esa cultura. Además, mi marido es español y mis dos hijos hablan castellano en casa. Pero a nivel profesional, lo veo más difícil. Después de 15 años, ya tienes tu red de contactos aquí. Volver a España sería empezar de cero. Y no hablo solo de condiciones de trabajo. De hecho, eso podría incluso sacrificarlo por volver a mi cultura. 

“Creo que llegamos tarde cuando intentamos, a finales de la Secundaria, convencer a alguien para estudie una carrera técnica. Ahí la ventana ya se ha cerrado” 

El talento femenino en ingeniería

– ¿Qué presencia tienen las mujeres en su campo? Lo pregunto porque estamos en un momento en que se insiste en la necesidad de atraer talento femenino a las carreras técnicas como vía para superar una brecha de género significativa y hacer frente a la escasez general que hay de profesionales formados. 

En la ingeniería mecánica, efectivamente, hay muchos hombres. Pero cuando yo estudié Químicas en Barcelona a finales de los noventa, estábamos hombres y mujeres a la par, por no decirte que nosotras éramos más. 

No tengo muy claro por qué se produce esta brecha de género en las carreras técnicas. La única cosa lógica que he escuchado habla de las oportunidades. En países en desarrollo, las mujeres se inclinan por carreras más varoniles para abrirse camino. Mientras que en países desarrollados, no necesitan hacer este esfuerzo y pueden dedicarse a lo que más les gusta.  

También creo que llegamos tarde cuando intentamos, a finales de la Secundaria, convencer a alguien para estudie una carrera técnica. Ahí la ventana ya se ha cerrado.  

– En efecto, se dice que el origen de la brecha de género en el ámbito de STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por su siglas en inglés) está en las etapas más tempranas de formación. Usted fue una apasionada de las asignaturas de ciencia en el colegio. ¿Cómo cree que se podría cerrar esa brecha desde el primer momento?

Es una tarea que empieza con los padres. Sigo viendo que los niños pueden hacer lo que les da la gana y que ellas tienen que ir con pompones y camisetas de Hello Kitty. Sigue vigente el esquema del rosa y del azul. Hay muchos clichés y la televisión hace muchísimo daño. Disney y similares con matadores. A mis hijos intento tenerlos fuera de esos círculos lo que puedo, porque tampoco se trata de aislarlos del mundo. 

En Nobbot | ¿Por qué hay tan pocas compañías españolas en el ‘top’ mundial del I+D?

Imágenes | EPO.org, Shepard Fox Communications, 

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