Después de una vida nómada que le llevó a visitar más de 60 países, el joven bilbaíno Juan Barbed decidió crear, junto a otros socios, Rooral, una startup que trata de reactivar la vida rural mediante el teletrabajo.
Su regreso a España con motivo del entierro de su abuela en su pueblo de origen hizo que Juan Barbed volviera a conectar con sus raíces y se diera cuenta -él un joven urbanita- de las grandes posibilidades que pueden ofrecer los pueblos para quienes buscan trabajar en remoto pero no en burbujas ajenas al entorno donde desarrollan su actividad.
“Personas que no conocíamos nos acompañaron en ese momento tan doloroso y lo convirtieron en una celebración y eso hizo que surgiera la idea de aprovechar esos entornos que nos hacen conectar con una comunidad”, explica.
Así surgió la idea de Rooral, una plataforma para teletrabajar en pueblos que ofrece una experiencia más humana, facilitando el establecimiento de lazos profesionales y humanos. Esta iniciativa ha sido seleccionada por el programa Que vivan los pueblos, impulsado por Yoigo y Unlimited Spain que pretende revitalizar la España rural. «Que vivan los pueblos», busca impulsar startups con un impacto positivo en las comunidades rurales y devolver la vitalidad que estas áreas han perdido debido al éxodo hacia las ciudades.
“A través de Rooral explica Juan Barbed, los trabajadores en remoto pueden conectar con otros proyectos participando de una propuesta turística menos transaccional, de fin de semana en los pueblos, y más relacional, de fuego lento, en el que puedan conocerse y conocer a las personas de tu entorno”.
rooral ayuda a romper estereotipos
De esta forma, Rooral no solo ofrece una alternativa más amable a los trabajadores en remoto, sino que contribuye a preservar la cultura en pueblos en riesgo de despoblación.
En la actualidad, Rooral ofrece un moderno espacio de coworking en Benarrabá, un encantador pueblo situado en la provincia de Málaga. Sus vecinos han acogido muy positivamente esta iniciativa porque Rooral genera ingresos en temporada baja en casas rurales, el bar o restaurante, promoviendo un modelo resiliente e inclusivo.
“Las experiencias roorales han contribuido a la socialización de nuestros vecinos y están ayudando a deconstruir los estereotipos”, apunta uno de los menos de 500 habitantes de esta localidad.